C La bola de nieve
Kamus tenía más de veinte llamadas perdidas en su teléfono cuando lo revisó al despertarse. Martín, su madre, Ernest Ford, Anahí y montones de desconocidos. El espectáculo del evento había estado realmente bueno. Debían estar desesperados por algo de información. No le extrañaría que Bill hubiera huido como la rata cobarde que era y sólo lo tuvieran a él para saciar el morbo. Puso el teléfono en "no molestar".

—A mí sólo me llamó Lu, unas cuatro veces.

—No le devuelvas la llamada, Unavi. No hablemos con nadie. Seamos prófugos un día más y luego volvamos a la realidad. Todavía necesito ser más fuerte —dijo con coquetería.

Algo había en la atmósfera de esa casa vieja que los hacía ver más atractivos y sensuales. Sus alientos encendían el aire, sacaban chispas al más ligero toque y con la más inocente mirada.

O tal vez sólo tenían mucha calentura acumulada. Fuese cual fuera la razón para tanto revolcón, siguieron con el fortalecimiento físico hasta el mediodía. En cada apasionado e
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