La pierna que con su presencia en el maletero del taxi aterró a Kamus y a los presentes pertenecía a un hombre. El resto del hombre también estaba allí y por fortuna seguía unido a la pierna. Una lesión en la cabeza, por la que manaba bastante sangre, lo mantenía inconsciente.En el bolsillo conservaba su identificación y pudieron confirmar que se trataba del taxista. La probabilidad de que la desaparición de Unavi fuera algo casual y sin intencionalidad acababa de reducirse a cero y la policía pudo reorganizar la búsqueda a partir del aparente sitio del suceso. El testimonio del taxista llegó a completar la historia al atardecer, cuando estuvo lo suficientemente estable como para relatar lo ocurrido.—Una auto se nos atravesó. De él bajaron dos hombres, con armas. Se llevaron a mis pasajeros... ¡Creí que moriría!Estuvo cerca de veinte minutos hablando con un experto para lograr retratos hablados. Los hombres llevaban el rostro descubierto e iban vestidos de traje. No tenían miedo d
Alfonso nunca antes se había desmayado, ni había experimentado tal nivel de desolación y desesperanza hasta el punto de que su propio cuerpo se rindiera. La dantesca fotografía, que no se atrevía a recordar, le había apretado el corazón y hasta le costaba respirar.Fue inevitable pensar que se trataba de un castigo por desear con tanto anhelo la muerte de Anahí. Ahora perdería a su hermosa Unavi primero y, si es que llegaba a recuperarla, ya nada sería igual.Los de Xiamsung eran ángeles comparados con las bestias que pululaban por el mundo.Despertó en el auto de Mad, cubierto con su chaqueta. Oler su perfume lo mareó. Por suerte para el tapiz de cuero del hombre ya no le quedaba nada que tirar en el estómago.—Te bajó la presión. Iré a dejarte a tu casa y me encargaré de esto.—Puedo conseguir el dinero.—Déjame hablar con ellos primero.¿Acaso se podía hablar con bestias así? Alfonso lo dudaba, pero Mad parecía muy seguro de sí mismo, con su envidiable temple de acero y su clarida
De nada sirvieron los intentos de Lu por quedarse diciendo que él y Unavi eran un equipo, uno de los hombres de Antonio se lo llevó y ella y el viejo jefe mafioso quedaron a solas.—Estoy algo nervioso, no pensé que te conocería tan pronto. Me habría gustado prepararme mejor y llevarte a un lugar a tu altura.—Este lugar está muy bien, tengo gustos simples. —Te mereces lo mejor.—Gracias. Trabajo duro para poder permitírmelo. Mi próxima película de seguro será de todo su gusto, es de una mujer de armas tomar. De hecho usaré armas. —Eso se oye interesante.—Con Lu íbamos a viajar a Tailandia para trabajar en el guion. Mientras más nos tardemos, más se retrasará el estreno.Antonio cogió la botella de vino añejo con su arrugada mano y se llenó la copa. Bebió con la paciencia de quien es dueño del tiempo y no tiene ni el menor atisbo de prisa que enturbie su ánimo.—Pensé que te ibas porque tu ex va a casarse con otra mujer. No me gustan los chismes, pero es inevitable enterarse de est
Sentados en el sofá victoriano de la espléndida sala en casa de Antonio, Unavi y él charlaban. Las llamas de la chimenea les pintaba los rostros de anaranjado candor. —¿Así que conoces a la bestia?—Yo lo conozco como Mad y es un buen amigo, pero prefiero no saber mucho sobre sus actividades laborales —dijo ella. —Eso es muy sabio de tu parte, eres una mujer sensata. —Gracias, Tony. Aprecio mi vida y quiero que dure mucho tiempo. Luego de que Unavi le contara el que era su mayor secreto, hub0 entre ellos la confianza necesaria como para tratarse con familiaridad. Él le pidió que lo llamara Tony. Ni siquiera sus más cercanos allegados lo llamaban así. —Espero que así sea, querida. Quiero seguir disfrutando de tu talento por muchos años más. —Pues no has visto nada hasta el momento, soy una mujer llena de sorpresas. En los ojos de Antonio, llenos de la sabiduría que daba una vida larga y dura, danzaban con brío las llamas.—Creo que tengo una foto de Mad cuando era apenas un poll
Kamus soñaba, cubierto con la manta que abrigaba a Unavi por las noches en la habitación que ocupaba en casa de Lu. El aroma de la mujer que amaba penetró en sus sueños como un haz de luz. Ella se materializó frente a sus ojos y fue tan real que pudo tocarla.En el instante en que los dedos de Kamus se posaron sobre la suave piel de Unavi, ella desapareció. Su búsqueda lo llevó a las calles, entre los edificios que el progreso económico había sembrado en la una vez fértil tierra.En medio del tráfico de hora punta, el edificio de Deluxe lo atrajo como un faro. Ella no estaba en su escritorio ni en la oficina, tampoco en sus pasillos o degustando alguna delicia en el comedor, pero sabía que estaba por ahí en alguna parte, su esencia en el aire se lo advertía.Guiado por aquel aroma encantador, bajó a las entrañas de su reino, al oscuro y húmedo calabozo en que ella estaba prisionera. El pequeño archivo lo recibió con su puerta trabada y la luz descompuesta; con las ratas susurrando en
—Así que comprarás Xiamsung. Es increíble.Durante el desayuno, Unavi se enteraba de los últimos acontecimientos en la vida de Alfonso.—No lo es tanto, amor. Cayeron en desgracia y el negocio se fue a pique. Por intentar tomar ventaja, acabaron cavando su propia tumba. Su precio es un regalo, casi me da pena por ellos —dijo Alfonso con una gran sonrisa.—¿Y qué has sabido de Bill?—Anda escondido como la rata cobarde que es. Va a tener que hacerse cirugía y cambiarse el nombre para conseguir que alguien lo contrate.—Yo sé de eso, no es nada bueno. A él le debo el haberte conocido. Prácticamente me arrojó a tus brazos.Alfonso empezó a ver un pequeño rastro de compasión en Unavi.—Él te arrojó a mis brazos, pero para que me lastimaras. El resto lo hiciste tú, y yo también. No le debemos nada.—¿Y tu hermana?—Me detesta, nuestra relación volvió a romperse y esta vez no haré nada para remediarla. Es ella la que debe dar su brazo a torcer.—Si se parece en algo a ti, eso no será sencil
—¿Vas a sacarte fotos con todos los tipos que te lo pidan? —preguntó Alfonso. Habían ido apenas a dos tiendas y tenía cara de haber recorrido todo el centro comercial varias veces. —Me debo a mis fans, Al. —Te debes a tu talento.—Ellos compran las entradas en el cine.Él también podía comprarlas, podía comprarse toda una cadena de cines.—Estadísticamente estoy seguro de que van más mujeres al cine —supuso él.Estaba dispuesto a hacer un estudio para confirmarlo.—Si me niego a las fotos, después podrían funarme por redes sociales. Debo cuidar mi reputación virtual.Un nuevo hombre se acercó para pedirle una foto. Ella aceptó, encantada.—¿Te puedo abrazar? Así seré la envidia de mis amigos.—Trabaja duro y serás la envidia de tus amigos —le dijo Alfonso.—Será actuado, amigo. No te enfades.—Yo no soy tu amigo. Yo no tengo amigos imbéciles —balbuceó. Unavi se apresuró a tomar la foto para que el hombre se fuera.—Al, no puedes ponerte celoso de mis fans. Es mi primera película, i
Unavi se puso unos lindos pendientes que le había regalado Alfonso y estuvo lista. Se veía tan deslumbrante como una actriz de cine en una alfombra roja. La idea le hizo gracia. Le esperaban muchas alfombras rojas, pero ahora sería el turno de lucirse en el evento de celebración por la adquisición de Xiamsung, que ya era parte del patrimonio de Alfonso.El sonido del timbre le avisó de la llegada de alguien.—Yo iré, amor —dijo ella.Alfonso terminó de vestirse y fue a la sala. Unavi tenía en sus manos una caja blanca con una cinta roja.—¿Vino Mad? ¿Por qué no se quedó a saludar? —Tenía prisa, mañana se irá de viaje con Anahí.—¿Y qué te trajo?Unavi ya lo sospechaba, él había dicho que era el último regalo. Con solemnidad abrió la caja y sacó el ánfora con las cenizas de la abuela. También estaban sus braguitas vilmente robadas. Las escondió sin que Alfonso lo notara.—¿Dejarás eso aquí?—Es mi abuela, Al. Y dijiste que esta es mi casa también.—Sí, pero...—Es una santa y muy milag