Los rumores que surgieron por parte de quienes vieron a Daniela dejar la empresa hecha un mar de lágrimas se difundieron como una plaga. Y llegaron a oídos de Martín, que fue a la oficina de Alfonso a enterarse de lo que ocurría.—¿Y por qué Parker tiene que venir a armar enredos? —¿Te estás escuchando? ¿Preferirías que siguiera engañado?—¿Cuál engaño? Dani te dijo que nadie quería contratarla como actriz, ¿debía morirse de hambre? —¡Debía decirme la verdad! Yo fui honesto con ella desde el principio y sólo pedía lo mismo a cambio, pero prefirió mentir.—¡No te mintió, sólo te ocultó información! No valía su tiempo seguir discutiendo con Martín. Alfonso cogió su chaqueta y se fue. En el estacionamiento vio que el auto que le había regalado a Unavi seguía allí. Al menos algo de decencia tenía la mentirosa. 〜✿〜Alfonso preparó su propio café por la mañana y fue personalmente a amonestar a los de recursos humanos encargados de las contrataciones.
El teléfono Deluxe, las llaves del auto, de la casa, ella lo había dejado todo atrás. Que lo hubiera hecho a propósito era una oscura posibilidad que la cabeza paranoica de Kamus consideró. Dejar sus cosas para que él se las lleve y así aprovechar la oportunidad de volver a enredarlo en sus mentiras. Era una mujer vil y perversa.Como si él fuera la clase de estúpido que se dejaría embaucar dos veces. Casi le daban ganas de reír. Estacionó su auto en la esquina y se mantuvo espiando la casa de Unavi. No es que le importara que ella recuperara sus cosas. El auto y el teléfono no se los merecía y ya debía haber entrado a la casa sin necesidad de las llaves. Lo que lo había llevado hasta allí era la curiosidad, eso se decía él. Eso juraba él. Sólo estaba curioso, nada más. Unavi ya era parte de su pasado.Había un auto estacionado frente a la cochera y otro más se estacionó frente a la casa, de gama alta. Bajó un hombre en un traje que le quedaba como un guante y llamó a la puerta. Nad
—Este sensor inteligente puede captar movimiento hasta a una distancia de 10 metros y en un ángulo de 180°. Los que actualmente hay en el mercado no llegan a esos valores —explicó la rubia modelo, consciente de que los hombres que la escuchaban asentían, aparentemente muy interesados y luego le daban vistazos de reojo a su busto.—Qué interesante. ¿Nos tomamos una foto?Ella posó junto a él, a un costado del logo de "Sirius", marca para la que trabajaba como modelo y promotora. —Cuida esa foto. Cuando sea famosa valdrá mucho —le susurró.—La pondré en un marco, linda.Había una pequeña fila de hombres que querían una foto. Ya se sentía famosa. No era difícil para ella destacar en aquel lugar, lleno de hombres nerds, genios aburridos y unas cuantas mujeres que intentaban mimetizarse con sus rivales hombres para ser consideradas sus iguales. Sin mencionar que ahora era rubia. Nunca antes le pidieron tantas fotos como ahora que era rubia.—¿Cómo funcionan estos sensores para ventanas? —
—De acuerdo a nuestra investigación, un 35% del tráfico de internet está relacionado con gatos.Kamus había regresado en gloria y majestad a Deluxe, su imperio, luego de apariciones esporádicas y una ola de rumores sobre su condición mental. Sin embargo, el dios de la tecnología estaba más cuerdo que nunca. El jefe del departamento de investigación siguió leyendo los resultados del estudio que él les había encargado. Un estudio bastante peculiar por cierto, pero quién era él para cuestionar a Alfonso Kamus. Y si su jefe quería saber sobre gatos, buscaría toda la información para él.—Los videos sobre gatos pueden fácilmente llegar a los 20 o 30 millones de reproducciones en pocos días. El número de usuarios que los utiliza para aumentar su visibilidad y ganar seguidores va en ascenso. Alfonso se frotó el mentón, ya libre de vellos. La ausente barba volvía a dejar al descubierto al hombre distinguido que era, con su impecable corte de cabello. Había regresado a la sociedad y se sentí
El beso de Kamus fue una pequeña probada de todo lo que Unavi había perdido, de la intensa agitación que la recorría de pies a cabeza cuando estaba entre sus brazos y de la felicidad que se mantenía al final del camino, como una promesa. Pero ahora ninguno de ellos estaba en el camino.Alfonso se apartó y se llevó con él su aliento, la fuerza que la animaba a continuar con un futuro tan oscuro. Le sujetó el rostro con ambas manos en un agarre firme.—Unavi...—¿Sí, Al?—Creo... que me voy a morir...Se desplomó sobre ella, que acabó en el suelo también. 〜✿〜Unavi se secaba las lágrimas a la espera de saber sobre Kamus en la sala de urgencias. ¡Nunca más iba a prepararle el "tumba bueyes" a nadie! Era un peligro público, deberían encerrarla. El médico llegó luego de unas horas. Su seria expresión hizo que el corazón se le cayera hasta el suelo. Se preparó para lo peor.—¡¿Alfonso sobrevivirá?! Le rogó a su abuela milagrosa que así fuera. Ella n
Unavi procesó las palabras de Alfonso, tan autoritarias como esperanzadoras, con mesura. No iba a ilusionarse con tanta facilidad. —Estoy en medio de mi turno, pero salgo en cinco horas.—Dije que ahora.Él la jaló una vez más.—¡Hey, suelta a la señorita! —reclamó el cliente.—Tú no te metas.Ofuscado, el hombre que seguía esperando por el instagr4m, y tal vez algo más si era el héroe de la noche, cogió a Alfonso de las ropas y lo empujó sobre una mesa.—¡No, él está convaleciente! —gritó Unavi.Los guardias llegaron al instante y los separaron. Otro cliente, amigo del primero, intervino en contra de los guardias. Aprovechando el caos, Alfonso volvió a coger de la muñeca a Unavi y la sacó del bar.—¡No puedes hacer esto! —reclamó ella, plantándose con firmeza.—Ya lo estoy haciendo.Unavi se aferró del poste de un farol.—No puedes venir a buscarme como un salvaje. ¿No se supone que me odias? —Por supuesto y puedo ser más salvaje todavía —la cogió de las piernas y se la echó al hom
Kamus miró su reloj. Sólo faltaban cinco minutos. Caminó por su oficina, ordenó unas carpetas, bebió agua, se acomodó la corbata. Su nueva asistente entró. Ella se paseó alrededor del escritorio con su minifalda.—Estos documentos necesitan su firma —informó, con voz aterciopelada.Él volvió a mirar su reloj.Ella, Anahí, se quedó esperando, sentada levemente en el borde de su escritorio. Había sido la mejor postulante, graduada con honores, un diplomado y hasta un magíster.Si Alfonso Kamus fuera un hombre humilde, le habría dicho que estaba sobre calificada para el puesto.—¿Pasa algo, jefe?El hombre no dejaba de mirarle las piernas, muy concentrado. Las horas que se pasaba en el gimnasio habían valido completamente la pena, pensó, satisfecha.—Nada. Te avisaré cuando los firme.Anahí le sonrió y caminó hacia la puerta como si desfilara en una pasarela, con un pie por delante del otro en un andar cadencioso y seductor. Se volvió a ver a Alfonso antes de salir, él seguía con la vista
Con dos pasos, Alfonso cruzó la sala, con uno más llegó a la cocina, con otro al baño y volteándose entró al dormitorio. Había que pasar sobre la cama para llegar al otro lado y abrir la ventana.—Este lugar es horrorosamente pequeño, ¿conseguirás otro?Unavi negó.—¿Entonces te irás a vivir conmigo?Ella volvió a negar y Alfonso quiso cruzar la cama para abrir la ventana y que entrara algo de aire.—Pensé que ahora que habíamos vuelto, iríamos en serio. ¿Cuál es el problema?—Ninguno... intento ahorrar.—Y viviendo conmigo te ahorrarías la renta que pagas por esta caja de fósforos. —Lo sé... Me mudaré contigo más adelante, lo prometo.—¿Cuándo? ¿Cuándo nos casemos?—¡No!—¿No te quieres casar conmigo?—¡No es eso, Al! —Unavi cruzó la cama y abrió la ventana. Inhaló la brisa fría con desesperación. Qué ganas tenía de lanzarse para escapar de sus preguntas.—Explícate.—Yo... Tengo problemas con el compromiso, me hace sentir asfixiada y no quiero que me asfixies.—Me paso la mayor par