CAPÍTULO 3

Aquella mañana fue la misma rutina de siempre: ejercitarse, desayunar, actualizar el sistema. Blas tecleaba rápido y revisaba los pendientes de su compañía “Prever” que él y su mentor fundaron años atrás. Su éxito fue gracias a un sistema de seguridad muy avanzado que habían desarrollado llamado Nullsystem. En poco tiempo extendieron su imperio complementándolo con tecnología sofisticada de todo tipo, creación de software, robótica y especialmente nanotecnología.

A Blas no le agradaba la idea de ser profesor universitario; ya tenía muchas responsabilidades en su compañía; sin embargo, aceptó impartir clases por un buen amigo que lo había ayudado en el pasado. Calificar a más de 200 estudiantes era muy agotador, pero encontró la manera de hacerlo creando un sistema de calificación inmediata. Él se había negado a recibir el salario; sin embargo, su buen amigo le hacía llegar su pago puntual todos los meses.

Esa mañana en particular se encontraba muy distraído. En varias ocasiones detuvo su trabajo y contemplaba desde la ventana de su departamento la gran ciudad frente a él. Lo sucedido el día anterior haría que valiera la pena haber aceptado ser profesor los últimos meses y recordó cómo se volvió a encontrar con ella después de años sin verla.

Él caminaba por el pasillo en dirección a su primera clase del día. Era un grupo muy responsable, pero había estudiantes que necesitaban ayuda. Movió sus hombros rígidos de solo pensar que debía darle asignación extra a esos alumnos. Mientras caminaba verificó la hora; No le gustaba llegar tarde. Era conocido por no faltar y por su puntualidad, aunque a veces había excepciones si tenía alguna reunión o algún problema en su empresa.

Estaba pensando en nuevas actualizaciones que debía realizar cuando alguien chocó abruptamente contra él.

— ¡Disculpe! — Blas se paralizó al escuchar una voz que nunca pensó que volvería a oír.

— ¿Milena…? — dijo viendo a la chica entrar muy aprisa al tocador. No le dio oportunidad de hablarle, por eso decidió esperar y confirmar si realmente era la persona que él sospechaba.

Luego de unos minutos la vio salir del baño y la siguió muy de cerca por los amplios pasillos hasta entrar en el aula donde lo esperaban. Blas tenía una idea de por qué ella estaba en ese lugar. No era la primera vez que otras personas se hacían pasar por alumnos. Él era muy observador y hace meses se había percatado que su alumna, “Tina Montes”, podría ser familia de Milena o simplemente se parecía mucho.

Recordaba que los padres de Milena se habían separado y cuando su madre se volvió a casar, ella adoptó el apellido de su padrastro, pero nunca supo su verdadero apellido paterno. Mientras la observaba cautelosamente por el vidrio de la puerta, la vio levantarse de su silla. Sabía que ella estaba por irse y él entró rápidamente, no iba a permitir que se fuera sin antes hablar con ella. 

Durante la clase, Blas explicó unas fórmulas sencillas del nuevo tema y dejó algunos problemas para que los estudiantes practicaran en clase. Aprovechando en ese momento para ingresar al sistema y verificar todas las notas de Tina, estaban por debajo del promedio para aprobar, con muchas ausencias en todas sus clases. Solo otra nota baja y él podría poner la famosa "F".

La miró trabajar y decidió pasar lista. Era algo que no hacía, pero quería saber qué respuesta le daba ella.

— ¡Tina Montes! — llamó.

— Presente — respondió ella con la cabeza agachada.

"¡BINGO!" Tina le había enviado a Milena en su lugar. Podría meterse en problemas si era descubierta, debía haber una buena razón porque conocía que Milena era incapaz de hacer algo así y se enojó con ella.

En ese momento, los recuerdos del pasado invadieron su mente. “Cada mañana caminaban juntos hacia el instituto y ella siempre le dedicaba esa hermosa sonrisa que él tanto amaba”. 

En ese instante el corazón de Blas se aceleró, sacándolo de los recuerdos del día anterior. Intentó reprimir esos sentimientos que había encerrado durante siete años, suspiró y dejó su trabajo a un lado. Apretó con fuerza los puños, tratando de controlar sus emociones. Sin embargo, lo vivido en su oficina acaparó sus pensamientos. Nunca quiso aprovecharse de ella; lo mejor era dejarla ir nuevamente. Pero en el momento en que ella mencionó "Te prometo que no la reemplazaré más", temió no volverla a ver. Actuó por puro instinto, sujetándola del brazo hasta tenerla cerca de él, y por impulso  la había besado.

Él extrañaba su calor, su olor y el sabor de sus labios. En un impulso arrebatado, la empujó al pequeño sofá de su oficina, agradeciendo internamente todos esos detalles que su amigo le había proporcionado.

Al principio, ella intentó resistirse, pero él no tardó en ejecutar su plan. Si ella no le permitía hacer lo que él quería, la delataría. La amenaza pendía sobre ella, silenciando sus protestas y convirtiendo su resistencia en un eco lejano de su dignidad.

Él deslizó las manos por sus cabellos al recordar a una avergonzada Milena, con su falda hasta la cintura y su blusa desabotonada, mostrando su ropa interior y la hermosa piel blanca de su cuerpo. 

Blas estaba perdido en sus pensamientos, cuando fueron interrumpidos por el sonido de su dispositivo móvil.

— Jefe, ¿a qué hora piensas llegar hoy? Te necesito, no entiendo los códigos que me enviaste — dijo Glenn.

— No es la primera vez que escucho de tu falta de intelecto — respondió de mala gana Blas, aunque con una leve sonrisa.

— ¡Idiota! Se supone que soy el bromista del grupo —.

— Oh, querrás decir el inútil del grupo — dijo Blas bromeando a su manera.

— ¡Vaya! ¡Al parecer estás de buen humor hoy, señor, cara de piedra! No llegues tarde, necesito de tu ayuda y, PD, tráeme algo de comer — cortó la comunicación.

Glenn tenía razón, por extraño que parecía, él estaba de buen humor y una ligera sonrisa se forma en sus labios. Volviendo con su trabajo, Blas le envió a su amigo y colega Glenn más de esos complicados códigos para hacerlo hasta tarde ese día.

Cuando terminaron los deberes de su empresa, Blas desbloqueó con facilidad el sistema de la universidad, buscó todos los deberes de las asignaturas de Tina y los desarrolló a medias. Debía mantener sus calificaciones bajas, pero lo suficiente para aprobar las asignaturas.

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