CAPÍTULO 11

Milena, refugiada en un rincón desolado de la gran biblioteca universitaria, trataba de aliviar el estrés de los últimos días. Recordando su reciente descuido, se dio cuenta de que, si no fuera por el rápido actuar de Blas, aquel joven hubiera permanecido en las siguientes horas de clases e incluso los últimos días a su lado.

— ¡William, te necesito! — llamó Blas, y en ese momento Milena supo cómo se llamaba el amable joven. William era el secretario de la clase y tenía la función de ayudar al profesor en varias asignaciones. Milena observaba cómo Blas lo instruía para que organizara algunas carpetas y trabajos de los estudiantes.

"¡Ten más cuidado, no siempre podré salvarte!" El corto mensaje de Blas transmitía claramente su enojo por su descuido. Milena sabía que él no siempre podía estar allí para ayudarla, especialmente porque solo se veían durante las clases y, fuera de esas horas, ambos debían mantenerse a distancia.

— Debo dejar de ser tan amable — sé murmuró Milena, recordando
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