CAPÍTULO 28

Aquella habitación del lujoso hotel de la costa se sumergía en un ambiente cargado de pasión, tensión y nerviosismo. El suave murmullo del oleaje que chocaba contra la playa servía de telón de fondo para el encuentro que estaba por suceder. En medio de esa atmósfera, las miradas de Blas y Milena se cruzaban una y otra vez, mientras se besaban con intensidad.

Las manos de Blas se movieron con delicadeza, recorriendo el cuerpo de Milena hasta terminar de deslizar el vestido que había quedado a medio camino, ahora abandonado en el suelo. La timidez la golpeó al sentirse semidesnuda. No era la primera vez que él la contemplaba en ropa interior, pero ella sabía que esa noche cruzaría una línea, una que lo cambiaría todo. Su cuerpo lo deseaba, y el pensamiento de lo que pronto ocurriría la perturbaba. A pesar de ello, había algo más: una mezcla de anhelo y vulnerabilidad que la mantenía inmóvil y expectante.

A pesar de su evidente temor, Milena llevó sus manos hasta Blas. Con movimientos to
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