Asombro, temor y nerviosismo eran las emociones que invaden el cuerpo de Milena mientras observaba el rostro del hombre frente a ella. Nunca había imaginado que él llegaría a mirarla de esa manera, pero de alguna manera pudo intuir las intenciones de Blas. Cuando él la sujetó por los brazos, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y, al unir sus labios a los de ella, su cuerpo se paralizó automáticamente. Milena sintió la urgencia de empujarlo y salir corriendo por la puerta, pero su cuerpo no respondía.
Blas separó sus labios de los de ella y contempló su rostro enrojecido y sus ojos bien abiertos. Él sonrió atrayéndola más hacia él. Milena salió de sus pensamientos nerviosos al sentir sus manos enredándose entre su cintura. Sin quitar su mirada de ella, Blas comenzó a caminar, y Milena, desconociendo lo que había detrás de ella, se dejó guiar, dando pequeños pasos lentos y torpes.
Las pantorrillas de Milena hicieron contacto con algo acolchado y su atacante la arrojó salvajemente sobre un gran sofá. Atónita y extremadamente nerviosa, Milena comprendió que su ex compañero del instituto se aprovecharía de la situación. Blas rápidamente se posicionó sobre ella, desabotonó los primeros botones de su blusa y, al ver su cuello descubierto, depositó sus labios en su clavícula para chupar, morder y pasar ligeramente su lengua por su piel sensible.
— Aahh… — gimoteó Milena, al percatarse del involuntario sonido, mordió con fuerza sus labios, intentando contenerse. En este punto, ella intentó resistirse, pero Blas se lo impidió sujetando sus muñecas con fuerza y besándola nuevamente.
Él buscó espacio entre sus piernas, y la tela de la falda de Milena comenzó a recogerse hasta sus caderas. Ella se dio cuenta de que una parte de su ropa interior ya estaba a la vista y forcejeó nuevamente, pero Blas apretó su agarre con fuerzas y llegó sus muñecas contra el asiento de cuero, diciéndole.
— Este es el costo que debes asumir para silenciarme —.
Las palabras de Blas cayeron como piedras en la cabeza de Milena. ¿La estaba chantajeando? Sin esperar respuesta, Blas unió nuevamente sus labios a los de ella. Milena no se atrevía a resistirse, preocupada por las consecuencias si él la delataba.
Blas dejó de sujetar sus muñecas y comenzó a besar su cuello nuevamente. Una de sus manos sujetó uno de sus senos mientras la otra acariciaba su muslo. Milena tembló al sentir el roce de algo duro entre sus pantalones, contra su ropa interior, donde justamente se encontraba su área íntima. Al bajar su mirada, ella vio la tela de su falda hasta su cintura, dejando al descubierto su ropa interior.
Ella deseaba empujarlo y salir corriendo de esa oficina, pero sus palabras seguían dando eco en su cabeza.
— No… por favor… — suplicó, al sentirlo, mover sus caderas de arriba y hacia abajo, para estimularla. Las sensaciones que Milena experimentaba eran nuevas, su rostro se enrojecía aún más por el calor que se esparcía por todo su ser.
Blas separó sus labios de su piel y se inclinó hacia atrás para ver el rostro avergonzado de Milena. Ella tragó hondo cuando las manos de Blas terminaron de desabrochar los botones de su blusa. Deseaba cubrirse, pero temía enfurecerlo.
— ¿No te vas a resistir? Esto será más fácil de lo que pensé — mencionó él.
Milena ya había pensado en las consecuencias y se resignó. Blas, al tener ante él un hermoso sostén de encajes negros, hizo que su miembro se endureciera más al ver la piel blanca resaltar en esa hermosa prenda. Milena se estremeció nuevamente al sentirlo besar su cuello y bajar hasta su pecho.
“¡¿Por qué me pasa esto?!”, gritó Milena en su cabeza, su respiración aceleró, su cuerpo tembló aún más al sentirlo chupar la piel descubierta de uno de sus senos y con la palma de su otra mano rozaba su pezón endurecido.
En este punto Milena sintió su vagina humedecer, Blas continuaba besando todo su piel expuesta, todo el lugar se sentía extremadamente caliente a pesar por el fuerte aire acondicionado de la oficina.
— Uuhh… — gimió ella involuntariamente otra vez, al sentir las manos de Blas meterse por su espalda buscando desabrochar su sujetador.
— Gime para mí — le susurró al oído, muy satisfecho de lo lejos que había llegado.
"¿Desde cuándo pensó en aprovecharse?", pensó ella. Debía haberse ido cuando tuvo la oportunidad.
Para su suerte, el altavoz del pasillo se escuchó dentro de la oficina.
— Se les recuerda a los docentes que la reunión iniciará en unos minutos — anunciaron.
— ¡Mierda! — exclamó él, levantándose enojado por la interrupción. — Aparentemente, no podremos continuar — dejó a una avergonzada Milena acostada en el sofá con la falda hasta las caderas y el pecho expuesto mostrando su sostén. — Supongo que esto me mantendrá callado por unos días — mencionó insatisfecho, ajustando su camisa y las mangas del antebrazo.
— ¿Por unos… días? ¿Qué quieres decir con eso? — preguntó una temblorosa Milena, abrochando los botones de su blusa y bajando su falda para cubrirse.
— Te ayudaré a seguir fingiendo que eres Tina —.
— Pero me dijiste que... —.
— ¡Sé lo que dije! — espetó él. — Si Tina falta a una clase más, está reprobada, los otros profesores harán lo mismo, y recuerdo que mencionaste que deseas ayudarla, ¿no? —.
— Así... es — respondió ella, mirándolo con la boca abierta, comprendiendo sus intenciones. Lo que ocurrió hoy se volvería a repetir, ella sabía que tendría que continuar con esta farsa hasta que Tina regresara.
— Toma esos papeles — le señaló su escritorio. — En la siguiente clase, siéntate al final y no abras la boca —.
— Blas, pero… —.
— Alguien viene por el pasillo. Sal de inmediato y pon tu cara de molestia como los demás — le ordenó con un tono de voz elevado, mirando el monitor en su escritorio.
Eso era lo que más deseaba Milena: salir de esa oficina y alejarse de su excompañero del instituto, que acababa de poner todo a su favor. Tomó su bolsa que se encontraba en el suelo, agarró los papeles y salió. Caminó sin detenerse hasta el tocador, sus piernas todavía temblaban por lo que había experimentado hace pocos minutos. Milena abrió una de las mamparas y, al cerrar la puerta, se desplomó. Su respiración era rápida e intentó relajar su cuerpo tembloroso.
Milena cerró sus ojos, pero esta acción hizo que todavía pudiera sentir unas pequeñas molestias en los lugares donde Blas la había mordido, chupado y lamido.
Si Tina se ausentaba, perdería el semestre. Si no jugaba el juego de Blas, podría perder su lugar en la universidad. No tenía suficiente dinero para irse del país, ni siquiera podía conseguir un simple trabajo de medio tiempo. Odiaba admitir que Blas tenía todo a su favor.
Milena, desplomada en el suelo, se tomó un momento para recordar a su excompañero del instituto. A él le gustaba estar solo, no lidiaba con chicas y sus calificaciones eran excelentes, mucho mejores que las de ella. Pero la persona que vio hoy no se parecía al joven serio, con una mirada asesina y solitario que ella recordaba.
— Ahora eres un chantajista — dijo en voz baja, tocándose la frente y sintiendo un ligero dolor de cabeza — ¡No puedo creer que esto me esté pasando! —.
Aquella mañana fue la misma rutina de siempre: ejercitarse, desayunar, actualizar el sistema. Blas tecleaba rápido y revisaba los pendientes de su compañía “Prever” que él y su mentor fundaron años atrás. Su éxito fue gracias a un sistema de seguridad muy avanzado que habían desarrollado llamado Nullsystem. En poco tiempo extendieron su imperio complementándolo con tecnología sofisticada de todo tipo, creación de software, robótica y especialmente nanotecnología.A Blas no le agradaba la idea de ser profesor universitario; ya tenía muchas responsabilidades en su compañía; sin embargo, aceptó impartir clases por un buen amigo que lo había ayudado en el pasado. Calificar a más de 200 estudiantes era muy agotador, pero encontró la manera de hacerlo creando un sistema de calificación inmediata. Él se había negado a recibir el salario; sin embargo, su buen amigo le hacía llegar su pago puntual todos los meses.Esa mañana en particular se encontraba muy distraído. En varias ocasiones detuvo
Ese día Milena regresaba a casa de la universidad, sin saber qué hacer. Tina tenía tantas asignaciones atrasadas y horas antes un profesor la regañó al final de una clase.— No es justo, no sabía del trabajo — dijo Milena. — ¡Te cobraré más, cada vez que me regañen por ti, Tina! —, espetó con enojo.Estaba molesta con su prima y consigo misma. Si no se hubiera dejado convencer, Blas, no la hubiera reconocido, ya no estuviera asistiendo a la universidad por Tina y ahora su ingreso a facultad dependía ciegamente de excompañero del instituto.Para relajarse después de un pesado día de estudios, decidió darse un baño y después se recostó en su cama.— Hoy no lo vi — dijo Milena, recordando todo lo sucedido el día anterior y sonrojándose al pensar que esto volvería a pasar. Tocó sus labios y su cuello, evocando los besos de Blas y esas sensaciones que había experimentado por primera vez. Cerró los ojos, rememorando sus caricias en la piel de su cuerpo. — ¿Por qué me gustó tanto? — se pregu
El sábado por la mañana, Milena nuevamente despertó tarde. Se había quedado hasta altas horas de la noche pasando todos los trabajos que Blas le había dado, memorizando las fórmulas y las pruebas de esa semana. Se duchó rápidamente, buscó sus pantalones y el suéter que él le había conseguido, y salió corriendo de la casa sin desayunar nuevamente.Blas se encontraba impaciente dentro del autobús en el estacionamiento de la Universidad. Miraba la hora con ansiedad, faltando poco para partir, y Milena aún no aparecía. Todos los alumnos comenzaron a ubicarse en sus asientos, y Blas se sintió cada vez más preocupado. Decidió que le pediría su número de teléfono para poder comunicarse con ella la próxima vez y así inventar algo hasta que llegara. Faltando cinco minutos para la partida, informó al conductor que debían partir.Mientras el autobús comenzaba a moverse, Blas suspiró enojado. Le había advertido a Milena que debía estar antes de la hora de partida, pero ella no había llegado. Sin
Blas, al sentir las muñecas de Milena dejar de resistirse, las soltó, pero el gesto no fue de compasión. Apoyó las manos en el suelo a ambos lados de sus hombros y contempló su hermoso cuerpo con una mezcla de deseo y dominación. Su respiración acelerada revelaba su ansiedad, resultado de días de fantasías reprimidas por las veces que la vio en su oficina sin poder tocarla.Milena, con evidente pánico, observó los ojos de Blas recorriendo su cuerpo. Mordió sus labios, intentando controlar el temblor que los recuerdos de lo sucedido en la oficina, porque sabía que se iba a repetir esa terrible tortura. Se sentía segura con las prendas que llevaba puestas, pero eso no iba a detener a su excompañero del instituto. Blas, sin poder resistir más, se inclinó y la besó con una pasión que rayaba en lo agresivo. Milena se sintió atrapada y asustada, incapaz de luchar contra el control que él ejercía. Blas succionaba sus labios, introduciendo su lengua profundamente en su boca, mientras una de
Blas, por otro lado, no se había percatado de que se encontraba perdido en esas emociones. Tomó las manos de Milena y las llevó sobre sus hombros, deseando que ella le correspondiera. La mirada de Milena hacia él en ese momento era diferente: el temor en sus ojos había desaparecido y la vergüenza se había desvanecido.Ahora era Blas quien ante este relajado rostro de Milena, rememoraba los bellos momentos que vivieron juntos mientras estudiaban en el instituto. Ambos siguieron contemplándose, pero esta vez fue Milena quien lentamente acercó sus labios hacia él, desatando un gran sentimiento olvidado. Cuando sus labios se tocaron, quedaron perdidos en una profunda pasión.Aquel beso estaba cargado de muchos recuerdos, sentimientos guardados y olvidados. Milena comenzó a acariciar y tocar el cuerpo de Blas con mucha confianza.La dureza entre sus piernas era ya tan fuerte que Blas instintivamente comenzó a chocar su evidente erección contra Milena. El cuerpo de Milena se movía hacia arr
En la universidad, Blas observó a la distancia a los alumnos retirarse y buscó con la mirada a Milena entre todos hasta hallarla. Ella estaba escribiendo un mensaje. Desde su teléfono, Blas leyó lo que ella escribía a Tina, solicitando el pago del dinero que habían acordado.Milena, sin recibir alguna respuesta y con evidente enojo, escribió otro mensaje indicando que ya no seguiría con el acuerdo, ya que Tina no había cumplido con su parte del trato. Esto hizo que el corazón de Blas se estremeciera por el temor de no verla nuevamente.Pocos momentos después, Milena recibió una transferencia en su cuenta bancaria, que a duras penas podía cubrir los gastos de la semana siguiente. También recibió un corto mensaje de Tina, quien decía que haría un pago total la próxima semana, ya que su abuela estaba muy mal y había gastado dinero en sus medicamentos.Blas vio que Milena comenzó a teclear rápidamente, pero antes de enviar el mensaje, lo borró y guardó su dispositivo móvil en su bolso, so
El domingo por la mañana, Blas se encontraba revisando y completando varios informes en su oficina. Había trabajado hasta altas horas de la noche, ya que había dejado acumular mucho trabajo por estar distraído pensando en Milena. El día anterior, había estado pendiente del recorrido y no había avanzado en sus responsabilidades.Mientras se mantenía concentrado en sus deberes, la puerta de su oficina se abrió. Blas continuó tecleando, comprendiendo de quién se trataba. Solo una persona con un cierto código especial podía abrir cualquier puerta de todas las instalaciones, ya que él mismo lo había configurado de esa manera.— Buen día, Blas — saludó el recién llegado.— Doctor J — respondió Blas, levantándose inmediatamente de su asiento e inclinándose en señal de respeto.— Deja las formalidades, hijo; me tratas como si fuéramos desconocidos — dijo el hombre de cabellos plateados, apoyado en un bastón. Su lento andar y su espalda encorvada indican su avanzada edad. — ¿Qué haces? — pregu
Milena acababa de llegar de hacer unas compras y pagar algunas deudas con el dinero que Blas le había entregado. Preparó su almuerzo y guardó una pequeña merienda para el día siguiente, intentando ahorrar al máximo, ya que en su mente persistía la idea de devolverle el dinero a Blas de alguna manera. Terminado de arreglar sus compras, se dispuso a repasar todas las pruebas de la semana, aunque se dio cuenta de que no tenía nada sobre la asignatura que impartía Blas.— ¿Olvidó dármelas? — se preguntó.Tuvo la intención de llamarlo, pero al recordar su íntimo encuentro del día anterior, se ruborizó y prefirió enviarle un corto mensaje."Lo tengo bajo control", respondió él. La respuesta la dejó más tranquila, ya que ahora tenía menos que estudiar. Continuó repasando hasta memorizar todo correctamente.La mañana siguiente, Milena terminó de alistarse rápidamente. Blas le había enviado un corto mensaje informando de su salida. Ella se apresuró a peinarse y salió a esperarlo. A los pocos m