Milena, refugiada en un rincón desolado de la gran biblioteca universitaria, trataba de aliviar el estrés de los últimos días. Recordando su reciente descuido, se dio cuenta de que, si no fuera por el rápido actuar de Blas, aquel joven hubiera permanecido en las siguientes horas de clases e incluso los últimos días a su lado.— ¡William, te necesito! — llamó Blas, y en ese momento Milena supo cómo se llamaba el amable joven. William era el secretario de la clase y tenía la función de ayudar al profesor en varias asignaciones. Milena observaba cómo Blas lo instruía para que organizara algunas carpetas y trabajos de los estudiantes."¡Ten más cuidado, no siempre podré salvarte!" El corto mensaje de Blas transmitía claramente su enojo por su descuido. Milena sabía que él no siempre podía estar allí para ayudarla, especialmente porque solo se veían durante las clases y, fuera de esas horas, ambos debían mantenerse a distancia.— Debo dejar de ser tan amable — sé murmuró Milena, recordando
Milena cerró los ojos, perdida en aquel beso, sin darse cuenta de que sus emociones la habían impulsado a entregarse. Al sentir la cálida y delicada caricia de Blas en su mejilla, experimentó una sutil familiaridad que le provocó una profunda felicidad. Una sonrisa espontánea se dibujó en su rostro, reflejando la ternura de aquel gesto.Este beso, a diferencia de los anteriores, les permitió sentir el profundo amor que se tenían. El movimiento de sus bocas se hizo más apasionado, hasta que Blas se acercó más a Milena, logrando que sus lenguas danzaran entre sus labios. Una de las manos de Blas se apoyó en la cintura de Milena y, sin poder resistirse, su mano descendió hasta uno de sus glúteos, apretándolo con demasiada fuerza. Ante esto, Milena salió del trance llevado por sus sentimientos y recuerdos olvidados. Al abrir los ojos, bruscamente empujó a Blas, rompiendo el apasionado beso. Esto sorprendió mucho a Blas, quien estaba perdido en los múltiples recuerdos de las ocasiones en q
Una mezcla de confusión invadía el pecho de Milena: felicidad, tristeza, seguridad y engaño. El ambiente en la sala de controles había cambiado de una extrema pasión a un silencio total y abrumador. La hermosa mujer de cabello color miel y ojos verdes se encontraba sentada, a unos metros de Blas, con la mirada baja.En su mente, repasaba los eventos recientes, cómo había intentado escapar de aquel lugar envuelta en un profundo temor. Pero luego, las palabras de Blas la llenaron de dudas y confusión. ¿Por qué le decía que no deseaba hacer nada que ella no quisiera? Las esperanzas que habían sido rotas volvieron a aparecer, y eso no lo comprendía. ¿Por qué, después de todo lo sucedido, todavía deseaba permanecer a su lado? Era como si una parte de ella aún recordara algo... algo más fuerte que el dolor y la confusión.Mientras tanto, Blas, que había vuelto a su trabajo, realizaba algunas configuraciones y actualizaciones del sistema, intentando mantener distancia. Quería darle espacio y
En su última clase, Milena no podía concentrarse. Blas ocupaba sus pensamientos de manera constante. Su pecho todavía dolía. Sin embargo, las palabras de disculpa que Blas le dirigió antes de desaparecer por el pasillo habían calmado parte de su angustia, pero esa paz se desvanecía al recordar lo que él le había dicho.“Sabes por qué estás aquí, ¿cierto?”.Este pensamiento perforaba su corazón una y otra vez. Todos esos años viviendo con su hermano Edward la habían hecho sentirse como una prisionera, a veces como una esclava sin vida propia. Edward estaba determinado a mantenerla encerrada. Mientras ella no insistiera en salir, él le permitía hacer lo que quisiera. Pero Milena ansiaba hacer mucho más que estar confinada en las paredes de esa gran casa, y un día, con la ayuda de su madre, logró escapar.Había creído que todo cambiaría, pero la realidad fue otra. Desesperada, aceptó la propuesta de Tina, y ahora se veía obligada a someterse a Blas. Todos estos horribles recuerdos la sum
Blas estaba terminando de seleccionar los equipos que faltaban para las remodelaciones del teatro. En su oficina, sumido en pensamientos, la figura de Milena ocupaba la mayor parte de su mente. Se detenía con frecuencia, distraído por el remordimiento.De repente, su teléfono vibró con un mensaje de Glenn: "Todo listo para mañana, jefe".Blas respondió con un lacónico "R", sin ganas de conversar. Mientras se tomaba otra pausa, el rostro de Milena aparecía una y otra vez en su mente. Recordaba su expresión de pánico y sus confesiones. Era lo que había deseado desde el principio, pero ahora sentía que ella se había sentido obligada.— Debí dejarla ir —
— ¿Por qué llegamos tan temprano? Casi no he dormido por tu culpa — se quejó Glenn.— En lo que a mí respecta, has dormido lo suficiente — replicó Blas, con un tono de voz cortante.— He estado trabajando hasta tarde estos últimos días — continuó diciendo Glenn, con un toque de dramatismo en su tono.— ¿Crees que soy ingenuo? No has hecho nada con la información que te envié esta semana — Blas lo miró de reojo, con dureza.— ¿Cómo sabes que no he hecho mi trabajo? — preguntó Glenn, con evidente temor en su voz, consciente de que se habían pasado los días haciendo todo menos trabajar.— Siempre lo reviso — informó Blas. — Ahora debes termina las instalaciones para que te pongas al día con lo que tienes atrasado, ¡y hazlo hoy! —.— ¿Hoy? ¿Estás loco? — refutó Glenn, pero su protesta se desvaneció cuando vio la seriedad en los ojos de Blas.— Si no terminas, buscaré a alguien que sí haga el trabajo como debe ser —.— En mi defensa, nunca encontrarás a otro como yo — respondió Glenn, inte
Después de completar todas sus asignaciones semanales, Blas se encontró nuevamente sumergido en sus pensamientos sobre Milena. Aunque suspiraba aliviado por haber llegado a un acuerdo con Zane, el peso de sus errores con Milena seguía aplastando su corazón. Sabía que resolver lo de Zane era solo una pequeña victoria; la verdadera batalla era encontrar una forma de reparar el daño que había causado a la mujer que nunca había dejado de amar.Los pensamientos sobre Milena lo consumían tanto que Blas había descuidado sus responsabilidades en Prever. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes del teatro lo perseguían, atormentándolo. Se veía a sí mismo, atrapado en una escena que no podía cambiar, donde sus acciones lo condenaban.La conversación con Milena lo había dejado más confundido que nunca. Había esperado encontrarla furiosa, o al menos triste, pero en lugar de eso, ella le habló con una calma que lo inquietaba. ¿Había sido sincera, o simplemente estaba actuando como si aún estuvi
Zane caminaba apresurado por el pasillo. A estas alturas, era obvio que Blas ya debía saber en lo que lo había comprometido. Por eso apuró el paso hacia donde estaba, antes de que el sonido del final del periodo comenzará a llenar los pasillos.— ¡Buenos días! — espetó con entusiasmo. Zane apenas entró al aula, haciendo que todos los alumnos miraran al nuevo invitado. — ¿Qué te trae por aquí? — preguntó Blas, mirándolo con seriedad, consciente de lo que había estado haciendo.— Ya debes saber que irás al evento este viernes —.— Sí, Yoshida y Sally me lo mencionaron — respondió Blas.Aunque Blas hablaba en voz baja, Milena escuchó el nombre de Sally, y su corazón se detuvo por un segundo. Sus manos comenzaron a temblar de inmediato. ¿Quién era Sally? ¿Por qué le afecta tanto? Se preguntaba mientras intentaba controlar su respiración acelerada. Un nudo de celos y miedo empezó a formarse en su pecho, y no podía evitar que su mente se llenara de dudas. ¿Sería esa mujer la pareja de Blas