En la universidad, Blas observó a la distancia a los alumnos retirarse y buscó con la mirada a Milena entre todos hasta hallarla. Ella estaba escribiendo un mensaje. Desde su teléfono, Blas leyó lo que ella escribía a Tina, solicitando el pago del dinero que habían acordado.Milena, sin recibir alguna respuesta y con evidente enojo, escribió otro mensaje indicando que ya no seguiría con el acuerdo, ya que Tina no había cumplido con su parte del trato. Esto hizo que el corazón de Blas se estremeciera por el temor de no verla nuevamente.Pocos momentos después, Milena recibió una transferencia en su cuenta bancaria, que a duras penas podía cubrir los gastos de la semana siguiente. También recibió un corto mensaje de Tina, quien decía que haría un pago total la próxima semana, ya que su abuela estaba muy mal y había gastado dinero en sus medicamentos.Blas vio que Milena comenzó a teclear rápidamente, pero antes de enviar el mensaje, lo borró y guardó su dispositivo móvil en su bolso, so
El domingo por la mañana, Blas se encontraba revisando y completando varios informes en su oficina. Había trabajado hasta altas horas de la noche, ya que había dejado acumular mucho trabajo por estar distraído pensando en Milena. El día anterior, había estado pendiente del recorrido y no había avanzado en sus responsabilidades.Mientras se mantenía concentrado en sus deberes, la puerta de su oficina se abrió. Blas continuó tecleando, comprendiendo de quién se trataba. Solo una persona con un cierto código especial podía abrir cualquier puerta de todas las instalaciones, ya que él mismo lo había configurado de esa manera.— Buen día, Blas — saludó el recién llegado.— Doctor J — respondió Blas, levantándose inmediatamente de su asiento e inclinándose en señal de respeto.— Deja las formalidades, hijo; me tratas como si fuéramos desconocidos — dijo el hombre de cabellos plateados, apoyado en un bastón. Su lento andar y su espalda encorvada indican su avanzada edad. — ¿Qué haces? — pregu
Milena acababa de llegar de hacer unas compras y pagar algunas deudas con el dinero que Blas le había entregado. Preparó su almuerzo y guardó una pequeña merienda para el día siguiente, intentando ahorrar al máximo, ya que en su mente persistía la idea de devolverle el dinero a Blas de alguna manera. Terminado de arreglar sus compras, se dispuso a repasar todas las pruebas de la semana, aunque se dio cuenta de que no tenía nada sobre la asignatura que impartía Blas.— ¿Olvidó dármelas? — se preguntó.Tuvo la intención de llamarlo, pero al recordar su íntimo encuentro del día anterior, se ruborizó y prefirió enviarle un corto mensaje."Lo tengo bajo control", respondió él. La respuesta la dejó más tranquila, ya que ahora tenía menos que estudiar. Continuó repasando hasta memorizar todo correctamente.La mañana siguiente, Milena terminó de alistarse rápidamente. Blas le había enviado un corto mensaje informando de su salida. Ella se apresuró a peinarse y salió a esperarlo. A los pocos m
Milena, refugiada en un rincón desolado de la gran biblioteca universitaria, trataba de aliviar el estrés de los últimos días. Recordando su reciente descuido, se dio cuenta de que, si no fuera por el rápido actuar de Blas, aquel joven hubiera permanecido en las siguientes horas de clases e incluso los últimos días a su lado.— ¡William, te necesito! — llamó Blas, y en ese momento Milena supo cómo se llamaba el amable joven. William era el secretario de la clase y tenía la función de ayudar al profesor en varias asignaciones. Milena observaba cómo Blas lo instruía para que organizara algunas carpetas y trabajos de los estudiantes."¡Ten más cuidado, no siempre podré salvarte!" El corto mensaje de Blas transmitía claramente su enojo por su descuido. Milena sabía que él no siempre podía estar allí para ayudarla, especialmente porque solo se veían durante las clases y, fuera de esas horas, ambos debían mantenerse a distancia.— Debo dejar de ser tan amable — sé murmuró Milena, recordando
Milena cerró los ojos, perdida en aquel beso, sin darse cuenta de que sus emociones la habían impulsado a entregarse. Al sentir la cálida y delicada caricia de Blas en su mejilla, experimentó una sutil familiaridad que le provocó una profunda felicidad. Una sonrisa espontánea se dibujó en su rostro, reflejando la ternura de aquel gesto.Este beso, a diferencia de los anteriores, les permitió sentir el profundo amor que se tenían. El movimiento de sus bocas se hizo más apasionado, hasta que Blas se acercó más a Milena, logrando que sus lenguas danzaran entre sus labios. Una de las manos de Blas se apoyó en la cintura de Milena y, sin poder resistirse, su mano descendió hasta uno de sus glúteos, apretándolo con demasiada fuerza. Ante esto, Milena salió del trance llevado por sus sentimientos y recuerdos olvidados. Al abrir los ojos, bruscamente empujó a Blas, rompiendo el apasionado beso. Esto sorprendió mucho a Blas, quien estaba perdido en los múltiples recuerdos de las ocasiones en q
Una mezcla de confusión invadía el pecho de Milena: felicidad, tristeza, seguridad y engaño. El ambiente en la sala de controles había cambiado de una extrema pasión a un silencio total y abrumador. La hermosa mujer de cabello color miel y ojos verdes se encontraba sentada, a unos metros de Blas, con la mirada baja.En su mente, repasaba los eventos recientes, cómo había intentado escapar de aquel lugar envuelta en un profundo temor. Pero luego, las palabras de Blas la llenaron de dudas y confusión. ¿Por qué le decía que no deseaba hacer nada que ella no quisiera? Las esperanzas que habían sido rotas volvieron a aparecer, y eso no lo comprendía. ¿Por qué, después de todo lo sucedido, todavía deseaba permanecer a su lado? Era como si una parte de ella aún recordara algo... algo más fuerte que el dolor y la confusión.Mientras tanto, Blas, que había vuelto a su trabajo, realizaba algunas configuraciones y actualizaciones del sistema, intentando mantener distancia. Quería darle espacio y
En su última clase, Milena no podía concentrarse. Blas ocupaba sus pensamientos de manera constante. Su pecho todavía dolía. Sin embargo, las palabras de disculpa que Blas le dirigió antes de desaparecer por el pasillo habían calmado parte de su angustia, pero esa paz se desvanecía al recordar lo que él le había dicho.“Sabes por qué estás aquí, ¿cierto?”.Este pensamiento perforaba su corazón una y otra vez. Todos esos años viviendo con su hermano Edward la habían hecho sentirse como una prisionera, a veces como una esclava sin vida propia. Edward estaba determinado a mantenerla encerrada. Mientras ella no insistiera en salir, él le permitía hacer lo que quisiera. Pero Milena ansiaba hacer mucho más que estar confinada en las paredes de esa gran casa, y un día, con la ayuda de su madre, logró escapar.Había creído que todo cambiaría, pero la realidad fue otra. Desesperada, aceptó la propuesta de Tina, y ahora se veía obligada a someterse a Blas. Todos estos horribles recuerdos la sum
Blas estaba terminando de seleccionar los equipos que faltaban para las remodelaciones del teatro. En su oficina, sumido en pensamientos, la figura de Milena ocupaba la mayor parte de su mente. Se detenía con frecuencia, distraído por el remordimiento.De repente, su teléfono vibró con un mensaje de Glenn: "Todo listo para mañana, jefe".Blas respondió con un lacónico "R", sin ganas de conversar. Mientras se tomaba otra pausa, el rostro de Milena aparecía una y otra vez en su mente. Recordaba su expresión de pánico y sus confesiones. Era lo que había deseado desde el principio, pero ahora sentía que ella se había sentido obligada.— Debí dejarla ir —