Pensamos que la vida es injusta por separarnos de la persona que amamos. Hay obstáculos y recuerdos olvidados, y todo sucede por un motivo. Debemos esperar pacientemente el reencuentro. Cuando estás destinado a estar con alguien, nada en la vida podrá separarlos.
En el amplio pasillo de una prestigiosa universidad, una tímida joven caminaba con nerviosismo. Sus ojos se movían rápidamente de un lado al otro, buscando un lugar seguro.
— ¿Cómo me dejé convencer de esto? — murmuró Milena con voz temblorosa, mientras sus manos temblaban visiblemente. Reconociendo a estas alturas que la propuesta de su prima sería difícil de cumplir y buscaba con la mirada un lugar donde pudiera llamarla.
— ¡Perfecto! ¡Ahí podré llamarla! — dijo con ánimo, dirigiéndose al tocador de mujeres. En su apresurado paso, no se percató de una persona hasta chocar con ella.
— ¡Disculpe! — dijo rápidamente y continuó su camino.
Dentro del tocador, se encerró en un pequeño cuarto de limpieza, sacó su móvil y marcó. Su corazón latía con fuerza mientras esperaba la respuesta.
—¿No deberías estar en clase ahora? — preguntó una voz fría y rígida.
— ¡Sí, lo sé! ¡Pero… no puedo hacerlo! — replicó con voz cargada de desesperación.
— Ya me encuentro lejos — le indico.
— ¡No conozco a nadie! Ni siquiera conozco los nombres de tus compañeros más cercanos —.
— No te preocupes, no le hablo a nadie — le respondió tajantemente y con fría voz.
— ¡Tina, por favor, esto es ridículo! Se darán cuenta que tomé tu lugar —.
— ¡Aceptaste, Milena! Ya no puedo volver. Te estaré depositando la mitad del dinero en unos días y que esto quede entre nosotras —.
— Ya no es por el dinero, ¡podríamos meternos en serios problemas! — argumentó Milena, pero su prima no parecía comprender la gravedad de la situación.
— Debes obtener buenas notas en mi ausencia y no hables con… nadie. Hablaremos más tarde, tengo que cortar —.
— ¡No, no, no me cierres! — El sonido de un largo bip le hizo recordar la loca propuesta de su prima Tina. Reemplazarla en la universidad mientras ella iba con su madre a visitar a su abuela moribunda. Su prima le ofreció una buena cantidad de dinero para que Milena tomara su lugar en la universidad por unas semanas. A ella le fue difícil rechazar la propuesta, no había conseguido trabajo, sus ahorros se estaban agotando y la razón principal de aceptar fue que sintió pena por su prima y por su abuela a punto de fallecer.
Ahora Milena se encontraba con mucho más temor que antes. Pensó que lograría hacer recapacitar a su prima de terminar con esta loca idea. Saliendo del cuarto de limpieza, suspiró y giró su rostro hasta verse en el gran espejo. Su semblante de pánico era notorio, sus manos todavía se estremecían del temor.
— Ya estoy aquí, tendré que hacerlo — se dijo, como un intento de animarse ella misma, respiro varias veces para controlar el nerviosismos que invadía todo su cuerpo y golpeó su rostro con la palma de su mano, para luego cambiar ese semblante de pánico a una hermosa sonrisa y salió de inmediato hacia el corredor.
A unos metros de distancia, una misteriosa persona observó a la joven salir del tocador. Contempló su largo cabello color miel, su hermosa piel de tez blanca y analizaba su forma de caminar.
Milena estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se percató de que alguien la seguía. La misteriosa persona la siguió hasta verla entrar a un aula de clases. Ella se sentó lo más alejada posible de todos los alumnos, no miró a nadie e intentó comportarse como lo haría Tina. Su corazón palpitaba a mil por segundo, sus pensamientos eran un revoltijo de emociones. Luego, sus manos volvieron a temblar al ver a uno de los tantos estudiantes mirarla fijamente.
— ¡Estás jodida, Tina! — balbuceó, pensando que había sido descubierta. Tomó su bolso para marcharse, pero antes de que pudiera salir, la llegada de una persona la hizo volver a su asiento.
— Disculpen la demora alumnos — dijo el profesor entrando al aula de clases. Milena se maldijo internamente por no haberse ido cuando tuvo la oportunidad.
En toda la clase mantuvo su cabeza agachada sin mirar al profesor, pero extrañamente no se sintió incómoda y cuando él inició a explicar los problemas de análisis, su voz se le hacía familiar.
Miró a su alrededor, notando que la mayoría de los alumnos eran chicas, y comprendió el porqué. Al mirar al hombre que se encontraba de espaldas frente a ella, lo primero que notó fue que era muy joven; no podía negar que tenía un gran atractivo. Vestía unos pantalones negros, casi ajustados, y una camisa de color azul oscuro arremangada. Su ancha espalda, sus gruesas piernas y su hermoso trasero redondo indican que llevaba años ejercitándose.
Después de dos periodos, la clase había terminado. Milena no tendría problemas en esta asignatura, el profesor explicó todo con gran claridad. El único desafío sería memorizar todas las fórmulas y ejecutarlas de manera correcta.
— ¡Tina! — Milena se paralizó al escuchar el nombre de su prima.
— ¿Puedo ayudarte en algo? — preguntó ella con una hermosa sonrisa falsa, intentando controlar el temblor en sus manos al ver al mismo chico que la estaba observando anteriormente.
— No sabía este lado tuyo, Tina. Siempre estás amargada — le mencionó al verla sonreírle.
— Me desperté de buen humor — mencionó rápidamente.
— ¡Eso me alegra! Siempre estás distante, deberías ser más sociable — le aconsejo.
— Lo tomaré en cuenta y, ¿para qué me estabas buscando? — le preguntó inmediatamente.
— Debes haber salido mal en la última prueba. El profesor te ha citado a su oficina — le informó.
— Gracias por decirme. ¿Me podrías indicar dónde está su oficina? —.
— ¡Por Newton! Tina está muy despistada hoy. En el tercer piso, verás a Francis, Romina y Queslin en espera —.
— Gracias — le dijo ella retirándose rápidamente y por el rabillo del ojo miró al joven observándola con asombro. Sabía que había actuado de manera contraria a su prima.
Fuera de la oficina junto a los otros estudiantes, Milena debatía internamente si irse o quedarse. Uno por uno, los demás alumnos fueron entrando y saliendo con una gran cantidad de papeles en sus manos.
— ¡Señorita Montes, puede pasar! — Milena tomó un gran respiro al escuchar llamarla, sujetó su bolsa y entró esperando no ser descubierta. Dando pasos seguros, caminó dentro de la oficina y tomó asiento frente al escritorio.
“¡Cómo se llama!”, gritó en su cabeza, comenzó a buscar algo que le indicará el nombre del profesor, pero su escritorio solo tenía más papeles, un teclado y un gran monitor.
— ¿Sabes por qué estás aquí, señorita Montes? — la voz barítona de su profesor la hizo saltar en la silla. No se había percatado que el hombre estaba parado a su lado.
— ¿Por mis… mis bajas… calificaciones? — le respondió con tartamudez, manteniendo su cabeza agachada y apretando con fuerza la tela de su falda.
— No, usted goza de buenas calificaciones — le dijo él, haciendo que Milena se sorprendiera al oír estas palabras. Giró su rostro para mirarlo y vio unos ojos azules profundos que la hicieron estremecer por unos segundos, desviando rápidamente su mirada de él. — No sabes nada de las notas de Tina, ¿verdad, Milena? —.
— ¡¿Cómo sabes mi nombre?! — gritó, levantándose de golpe de la silla. Un segundo después, se percató del error que había cometido. Estaba tan nerviosa que al oír su nombre se sorprendió. Miró al hombre de pie a su lado por unos microsegundos, desvió la mirada nuevamente y dijo. — No... yo... soy... Tina. ¡Me está confundiendo! —.
— Mírame, Milena. ¿No te acuerdas de mí? — le preguntó él con duda. Ella parpadeó varias veces al oír sus palabras, recordando que se sentía muy familiarizada con su voz. Ella lentamente y con un gran nerviosismo alzó su rostro para mirarlo con más calma y dijo.
— ¿Blas? — en ese momento ella comprendió por qué esa voz se le hacía tan familiar.
— Sí, eres Milena. Ninguno de mis alumnos sabe mi nombre — respondió con firmeza y ella cubrió su boca con sus manos. — Desde que chocaste conmigo en el pasillo supe que eras tú —.
— ¿Fue a ti a quien golpeé? —.
— Sí — le respondió y le preguntó. — ¿Qué haces aquí? ¿Y dónde está Tina? —.
— Ella... ella pues… —.
— ¿Sabes lo que estás haciendo? Me sorprende que te prestes para este tipo de cosas — Blas no necesitaba una respuesta para comprender por qué Milena se hacía pasar por su alumna.
— Si no lo hiciera, Tina reprobaría la universidad — se justificó ella.
— ¡Tina ya está reprobada! — sentenció.
— ¡Por favor, Blas! No le digas a nadie — pidió en tono suplicante.
— Dime algo, Milena. ¿Crees que a ella le importan sus estudios? Llega tarde, tiene ausencias, me debe trabajos y sus calificaciones son lo peor que he visto en mi vida —.
— Sé que está mal, pero su abuela está muriendo y quería ayudarla —.
— Sigues siendo muy amable, pero no puedo apoyar tal comportamiento —.
— ¡Por favor, Blas!, no... — Milena se detuvo de suplicar; él no tenía que hacerla meditar sobre sus actos, ella sabía que nunca fue lo correcto. — Tienes razón, nunca debí venir, pero no quiero que Tina se meta en problemas — le explicó con temor.
— ¡Ya está en problemas! La van a expulsar. No podrá ingresar a otra universidad, y tú tendrás el mismo problema — le informó con voz enojada.
— Y yo... ¿Por qué tendría el mismo problema? —.
— Nunca pensaste que esto te traería consecuencias, ¿verdad? La Zane Winters es la mejor universidad del país. Una mala referencia de aquí y tendrás que salir a estudiar a otro lado. Además, tengo pruebas de que te hiciste pasar por ella hoy —.
— ¡Por favor, Blas! No quiero problemas. Me iré inmediatamente — dijo ella, juntando las manos en súplica. — Acabo de hacer los exámenes de ingreso y sabes lo difíciles que son. No quiero perder esta oportunidad —.
— ¡Debiste pensar en tus estudios primero! —, le recriminó.
— ¡Yo solo quería ayudarla! — los ojos de Milena se aguaron; su futuro estaba arruinado. El silencio era horripilante y ya se estaba haciendo la idea de que tendría que volver bajo el control de su hermano mayor. Su cabeza se inclinó hacia abajo. Había pensado en las consecuencias, pero su prima le había asegurado que no sería descubierta. Ellas eran idénticas, parecían hermanas gemelas, y el recuerdo de que su abuela estaba por morir ayudó a que aceptara esta loca propuesta.
— Está bien, no diré nada — dijo él luego de unos largos minutos de silencio. Milena parpadeó varias veces antes de mirar a su ex compañero del instituto. Al encontrarse con los ojos de Blas, un sentimiento de alivio mezclado con duda se apoderó de ella. ¿Realmente él no la delataría?
— Gracias, Blas... — le habló pausadamente. ¿Será que sus súplicas habían dado resultado? — Te prometo que no la reemplazaré más — mencionó ella, mirando su rostro. Milena se ruborizó al quedarse embobada viendo el rostro tan varonil que tenía. Su hermoso cabello chocolate combinaba perfectamente con sus ojos azules, y su barba lo hacía ver extremadamente apuesto.
Después de unos segundos, el rostro de Milena se llenó de dudas. “¿Por qué está sonriendo?” se preguntó al ver cómo él la miraba con malicia.
— ¡Blas, me retiro! ¡Te prometo que no volveré a tomar su lugar! — dijo rápidamente, tomando sus pertenencias y dirigiéndose hacia la puerta.
— No irás a ningún lado — dijo él mientras la veía pasar a su lado. Giró rápidamente, la sujetó y la atrajo hacia él, depositando sus labios en los de ella.
Asombro, temor y nerviosismo eran las emociones que invaden el cuerpo de Milena mientras observaba el rostro del hombre frente a ella. Nunca había imaginado que él llegaría a mirarla de esa manera, pero de alguna manera pudo intuir las intenciones de Blas. Cuando él la sujetó por los brazos, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y, al unir sus labios a los de ella, su cuerpo se paralizó automáticamente. Milena sintió la urgencia de empujarlo y salir corriendo por la puerta, pero su cuerpo no respondía.Blas separó sus labios de los de ella y contempló su rostro enrojecido y sus ojos bien abiertos. Él sonrió atrayéndola más hacia él. Milena salió de sus pensamientos nerviosos al sentir sus manos enredándose entre su cintura. Sin quitar su mirada de ella, Blas comenzó a caminar, y Milena, desconociendo lo que había detrás de ella, se dejó guiar, dando pequeños pasos lentos y torpes.Las pantorrillas de Milena hicieron contacto con algo acolchado y su atacante la arrojó salvajemente sobr
Aquella mañana fue la misma rutina de siempre: ejercitarse, desayunar, actualizar el sistema. Blas tecleaba rápido y revisaba los pendientes de su compañía “Prever” que él y su mentor fundaron años atrás. Su éxito fue gracias a un sistema de seguridad muy avanzado que habían desarrollado llamado Nullsystem. En poco tiempo extendieron su imperio complementándolo con tecnología sofisticada de todo tipo, creación de software, robótica y especialmente nanotecnología.A Blas no le agradaba la idea de ser profesor universitario; ya tenía muchas responsabilidades en su compañía; sin embargo, aceptó impartir clases por un buen amigo que lo había ayudado en el pasado. Calificar a más de 200 estudiantes era muy agotador, pero encontró la manera de hacerlo creando un sistema de calificación inmediata. Él se había negado a recibir el salario; sin embargo, su buen amigo le hacía llegar su pago puntual todos los meses.Esa mañana en particular se encontraba muy distraído. En varias ocasiones detuvo
Ese día Milena regresaba a casa de la universidad, sin saber qué hacer. Tina tenía tantas asignaciones atrasadas y horas antes un profesor la regañó al final de una clase.— No es justo, no sabía del trabajo — dijo Milena. — ¡Te cobraré más, cada vez que me regañen por ti, Tina! —, espetó con enojo.Estaba molesta con su prima y consigo misma. Si no se hubiera dejado convencer, Blas, no la hubiera reconocido, ya no estuviera asistiendo a la universidad por Tina y ahora su ingreso a facultad dependía ciegamente de excompañero del instituto.Para relajarse después de un pesado día de estudios, decidió darse un baño y después se recostó en su cama.— Hoy no lo vi — dijo Milena, recordando todo lo sucedido el día anterior y sonrojándose al pensar que esto volvería a pasar. Tocó sus labios y su cuello, evocando los besos de Blas y esas sensaciones que había experimentado por primera vez. Cerró los ojos, rememorando sus caricias en la piel de su cuerpo. — ¿Por qué me gustó tanto? — se pregu
El sábado por la mañana, Milena nuevamente despertó tarde. Se había quedado hasta altas horas de la noche pasando todos los trabajos que Blas le había dado, memorizando las fórmulas y las pruebas de esa semana. Se duchó rápidamente, buscó sus pantalones y el suéter que él le había conseguido, y salió corriendo de la casa sin desayunar nuevamente.Blas se encontraba impaciente dentro del autobús en el estacionamiento de la Universidad. Miraba la hora con ansiedad, faltando poco para partir, y Milena aún no aparecía. Todos los alumnos comenzaron a ubicarse en sus asientos, y Blas se sintió cada vez más preocupado. Decidió que le pediría su número de teléfono para poder comunicarse con ella la próxima vez y así inventar algo hasta que llegara. Faltando cinco minutos para la partida, informó al conductor que debían partir.Mientras el autobús comenzaba a moverse, Blas suspiró enojado. Le había advertido a Milena que debía estar antes de la hora de partida, pero ella no había llegado. Sin
Blas, al sentir las muñecas de Milena dejar de resistirse, las soltó, pero el gesto no fue de compasión. Apoyó las manos en el suelo a ambos lados de sus hombros y contempló su hermoso cuerpo con una mezcla de deseo y dominación. Su respiración acelerada revelaba su ansiedad, resultado de días de fantasías reprimidas por las veces que la vio en su oficina sin poder tocarla.Milena, con evidente pánico, observó los ojos de Blas recorriendo su cuerpo. Mordió sus labios, intentando controlar el temblor que los recuerdos de lo sucedido en la oficina, porque sabía que se iba a repetir esa terrible tortura. Se sentía segura con las prendas que llevaba puestas, pero eso no iba a detener a su excompañero del instituto. Blas, sin poder resistir más, se inclinó y la besó con una pasión que rayaba en lo agresivo. Milena se sintió atrapada y asustada, incapaz de luchar contra el control que él ejercía. Blas succionaba sus labios, introduciendo su lengua profundamente en su boca, mientras una de
Blas, por otro lado, no se había percatado de que se encontraba perdido en esas emociones. Tomó las manos de Milena y las llevó sobre sus hombros, deseando que ella le correspondiera. La mirada de Milena hacia él en ese momento era diferente: el temor en sus ojos había desaparecido y la vergüenza se había desvanecido.Ahora era Blas quien ante este relajado rostro de Milena, rememoraba los bellos momentos que vivieron juntos mientras estudiaban en el instituto. Ambos siguieron contemplándose, pero esta vez fue Milena quien lentamente acercó sus labios hacia él, desatando un gran sentimiento olvidado. Cuando sus labios se tocaron, quedaron perdidos en una profunda pasión.Aquel beso estaba cargado de muchos recuerdos, sentimientos guardados y olvidados. Milena comenzó a acariciar y tocar el cuerpo de Blas con mucha confianza.La dureza entre sus piernas era ya tan fuerte que Blas instintivamente comenzó a chocar su evidente erección contra Milena. El cuerpo de Milena se movía hacia arr
En la universidad, Blas observó a la distancia a los alumnos retirarse y buscó con la mirada a Milena entre todos hasta hallarla. Ella estaba escribiendo un mensaje. Desde su teléfono, Blas leyó lo que ella escribía a Tina, solicitando el pago del dinero que habían acordado.Milena, sin recibir alguna respuesta y con evidente enojo, escribió otro mensaje indicando que ya no seguiría con el acuerdo, ya que Tina no había cumplido con su parte del trato. Esto hizo que el corazón de Blas se estremeciera por el temor de no verla nuevamente.Pocos momentos después, Milena recibió una transferencia en su cuenta bancaria, que a duras penas podía cubrir los gastos de la semana siguiente. También recibió un corto mensaje de Tina, quien decía que haría un pago total la próxima semana, ya que su abuela estaba muy mal y había gastado dinero en sus medicamentos.Blas vio que Milena comenzó a teclear rápidamente, pero antes de enviar el mensaje, lo borró y guardó su dispositivo móvil en su bolso, so
El domingo por la mañana, Blas se encontraba revisando y completando varios informes en su oficina. Había trabajado hasta altas horas de la noche, ya que había dejado acumular mucho trabajo por estar distraído pensando en Milena. El día anterior, había estado pendiente del recorrido y no había avanzado en sus responsabilidades.Mientras se mantenía concentrado en sus deberes, la puerta de su oficina se abrió. Blas continuó tecleando, comprendiendo de quién se trataba. Solo una persona con un cierto código especial podía abrir cualquier puerta de todas las instalaciones, ya que él mismo lo había configurado de esa manera.— Buen día, Blas — saludó el recién llegado.— Doctor J — respondió Blas, levantándose inmediatamente de su asiento e inclinándose en señal de respeto.— Deja las formalidades, hijo; me tratas como si fuéramos desconocidos — dijo el hombre de cabellos plateados, apoyado en un bastón. Su lento andar y su espalda encorvada indican su avanzada edad. — ¿Qué haces? — pregu