281Liliane creía haber ejecutado su plan a la perfección, convencida de que Brigitte Hawks estaba muerta y que su problema había desaparecido. Sin embargo, en la fría y silenciosa habitación del hospital, algo inesperado ocurrió.El cuerpo de Brigitte, que yacía inerte en la cama, de pronto dio un profundo respiro, tan fuerte que rompió el silencio de la estancia. Su pecho se alzó violentamente, y su cuerpo reaccionó de manera involuntaria, sentándose de golpe por puro reflejo. La brusquedad del movimiento hizo que su cuerpo perdiera el equilibrio y cayera pesadamente al suelo, tumbando varias cosas a su paso.El estruendo llamó la atención del guardia que estaba apostado en la puerta. Al principio, pensó que era algún ruido externo, pero cuando se dio cuenta de que provenía de la habitación, abrió la puerta con rapidez. La escena frente a él era un caos: las máquinas estaban apagadas, los cables desconectados, y Brigitte estaba tendida en el suelo, inmóvil.—¡Auxilio! —gritó con fue
282Isabel estaba recluida en su casa desde hacía semanas, pero esa mañana todo cambió. Julieta la había mandado a llamar a la oficina, y aunque la idea de salir la ponía nerviosa, se apresuró a prepararse. Mientras bajaba las escaleras, ajustando el bolso sobre su hombro, se detuvo en seco al encontrarse con una figura familiar esperándola en la entrada.—¿Jerónimo? —preguntó, confundida, con los ojos entrecerrados como si no pudiera creer lo que veía.El hombre, alto y de porte tranquilo, le devolvió una pequeña sonrisa.—Pensé que te habías olvidado de mí —dijo con un toque de humor en su voz.Isabel parpadeó, todavía procesando su presencia. Él había sido quien la ayudó a salir de la cárcel, alguien a quien no esperaba volver a ver tan pronto.—Julieta me envió para llevarte a Hawks Holding —añadió Jerónimo, notando su confusión.—Oh… No sabía —respondió Isabel, claramente nerviosa.Jerónimo inclinó ligeramente la cabeza, su expresión serena como siempre.—Si quieres, pue
283Julieta repasaba los documentos una vez más desde su escritorio. El plan estaba avanzando con precisión, y tanto ella como Maximiliano sabían que esta era su mejor oportunidad para destruir a Sebastián. Él podía ser un empresario respetado a los ojos de muchos, pero para ellos era solo un obstáculo más en su camino.—Eres maravillosa, toda esta información es perfecta para acabar con Sebastián de forma inteligente sin meterse en muchos problemas —Dijo Max, orgulloso de Julieta.—Fue idea de Marcelo yo solo pensé en llevarlo un poco más allá y arruinarlo por completo —se encogió de hombros.—Nada de eso, eres un genio. Mira esto: Esta empresa de tecnología se puede comprar con facilidad luego del golpe que daremos —dijo Maximiliano mientras analizaba los documentos que tenía en las manos.—Tiene grandes ganancias. Comprar sus acciones será un gran beneficio para nosotros —opinó Julieta, señalando las cifras en un reporte detallado que le había dado a Max.Maximiliano silbó po
284Isabel había asumido su papel como vocera de la compañía con determinación, aunque los nervios iniciales todavía la acompañaban en cada paso. Durante las primeras dos reuniones, acompañó a Marcelo como su asistente, observando atentamente cómo se desenvolvía en las negociaciones y aprendiendo todo lo que podía de su manera precisa y directa de manejar los negocios. Pero cuando llegó el momento de enfrentarse sola a varias entrevistas y presentaciones, Isabel supo que era su oportunidad de demostrar su valía.Jerónimo, fiel a su palabra, no se separaba de ella. Se había convertido en su sombra constante, asegurándose de que no le faltara agua ni comida durante las largas jornadas. Era casi como un reloj, recordándole las horas exactas en las que debía tomar descansos, mientras permanecía alerta a su alrededor, siempre en modo protector.Por su parte, Marcelo se había adaptado rápidamente al cambio. Isabel no solo demostraba ser eficiente, sino que también había organizado su agen
La lluvia golpeaba suavemente el ventanal, cada gota deslizándose con lentitud por el cristal. Callum Rutland estaba sentado en su sillón favorito, con la mirada perdida en el paisaje gris. Su mente, sin embargo, estaba lejos de la tormenta.Había recuperado la memoria.Las primeras semanas habían sido confusas, con recuerdos fragmentados que llegaban como ráfagas sueltas. Pero con el tiempo, todo encajó. Ahora lo sabía: su mano derecha lo había traicionado, Arabella trataba a su hijo con la frialdad de un extraño, y su madre aprovechaba su estado para manipular la empresa a su conveniencia.Pero no había dicho nada. Ni siquiera a Terrence. No quería que su pequeño se convirtiera en una herramienta de presión.La voz de su padre lo sacó de sus pensamientos.—Hijo —su voz más suave de lo normal.Callum no se giró de inmediato.—¿Qué quieres? —preguntó con tono neutral.Cale Rutland se acercó con cautela, sosteniendo una carpeta en la mano.—Necesito que firmes unos documentos.
286La oficina que había alquilado en el centro de la ciudad era un espacio frío, impersonal, pero eficaz. Julieta estaba sentada frente a su computadora, revisando los últimos informes de la compra de acciones, un proceso tedioso que requería su completa atención. Maximiliano estaba cerca, hojeando varios documentos relacionados con los mismos negocios, pero había una atmósfera palpable de tensión entre ellos. El aire estaba cargado con el peso de no decir lo que ambos sabían. Dimitri ni ninguno de sus enemigos se quedarían quieto tratando de darles un golpe mortal. Sabían que, tarde o temprano, tendría que haber una confrontación.Ya había hablado con Yoon y le dije que Fernando había quedado derrotado en su cas y era justo lo que ella quería, desesperarlo y exterminar a la plaga que ayuda a sus enemigos.—Es justo lo que quiero —dije por teléfono.—Ten cuidado ahora, ese hombre ahora sin nada es más peligroso —aconseja.—Es lo que quiero —dije de forma enigmática.Las preguntas que
287Dimitri estaba enojado luego de que el abogado de Julieta se fuera.El sonido de la puerta cerrándose aún resonaba en la habitación, pero el silencio que quedó atrás era ensordecedor. Fernando caminaba de un lado a otro como un animal enjaulado, con las manos en el cabello y la respiración entrecortada.—¿De dónde sacaré el dinero?! —gritó, golpeando con el puño la mesa más cercana.Dimitri, sentado en un sillón con expresión impasible, se limitó a mirarlo con hastío.—No sé —respondió, con voz cargada de fastidio.Fernando se giró hacia él con furia.—¡Tú debes ayudarme! —bramó—. No pagué porque pensé que matarías a esos bastardos y míralos, ¡siguen vivos y bien!Cada palabra que salía de su boca era un alarido de desesperación. Pero no notó el destello asesino que cruzó la mirada de Dimitri hasta que fue demasiado tarde.—¡Cállate! —rugió Dimitri.Antes de que Fernando pudiera reaccionar, vio un destello plateado. Luego sintió un ardor abrasador en su muslo.—¡Arghh! —
288Dimitri —Tiene que vender todos los activos —dijo el abogado Johnson, con la voz tensa y los dedos tamborileando sobre la mesa.Lo observé con hastío desde mi asiento de cuero, con un cigarro apagado entre los dedos. Sus ojos se movían inquietos entre los documentos que tenía frente a él, como si buscara una solución mágica que no existía.—Sea quien sea que está detrás de mí, quiere mi cabeza —bufé, recargándome contra el respaldo con fastidio.Johnson tragó saliva.—Si no actúa rápido, los bancos congelarán sus cuentas. Sus socios ya están cortando lazos —el abogado se veía muy nervioso y yo cada vez más impaciente—. Si no liquida todo en las próximas semanas, no solo perderá los activos, sino que…—Ya sé lo que pasará, maldita sea —lo interrumpí con impaciencia.Sabía exactamente lo que pasaría. Alguien me estaba arrinconando, empujándome hacia el borde, esperando que cayera por mi cuenta. Pero yo no caía. No sin pelear.Me puse de pie de golpe, haciendo que Johnson di