232. ¡Hay que encontrarlo!
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Julieta forcejeaba contra las esposas que la ataban a la cama. Su muñeca comenzaba a doler, pero no dejaba de insistir:

—Suéltame, Marcelo. Te lo pido por enésima vez en… cinco minutos —Julieta mira el reloj en la pared cansada— al menos quítame esto

Marcelo, imperturbable, le dejó una bandeja con comida y agua sobre la mesita al lado de la cama. Su rostro estaba tenso, pero evitaba el contacto visual con Julieta.

—No puedo hacerlo. Estoy esperando a que él me avise.

No hacía falta preguntar quién era “él”. Maximiliano Hawks. Siempre Maximiliano. Julieta apretó los dientes, furiosa. Había pasado la línea. Esta vez, no pensaba perdonarlo.

—¡Esto no es normal, Marcelo! —exclamó, con la voz quebrada por la desesperación—. Escúchame, por favor. Llama a alguien, mándalo a buscarlo… pero necesito saber que está bien.

Marcelo dudó por primera vez. Su mirada vaciló antes de que lograra componer su fachada tranquila.

—Mejor mira una película. Te ayudará a relajarte —opina Ma
Dehy Rodríguez

¡Feliz Navidad mis amores hermosos!

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