221. ¡Siempre serás un Belikov!

221

Maximiliano y Tomás se detuvieron en seco al abrir la puerta de la habitación de Julieta. Sus corazones latían con fuerza, anticipando lo peor, pero lo que encontraron fue una escena tranquila: Julieta dormía plácidamente, su respiración acompasada y su rostro sereno.

Ambos hombres intercambiaron una mirada, sus expresiones aún tensas y pálidas. Fue entonces cuando una enfermera entró al cuarto, observando sus rostros llenos de preocupación.

—¿Qué sucede? —preguntó con suavidad, percibiendo su evidente angustia.

Tomás, quien parecía estar buscando su voz, finalmente habló.

—Escuchamos un código rojo… —dijo con voz ahogada.

La enfermera asintió de inmediato, comprendiendo la confusión.

—Oh —respondió, acompañando sus palabras con una sonrisa conciliadora—. Fue en la habitación de al lado.

Maximiliano cerró los ojos y soltó un largo suspiro, mientras Tomás apoyaba una mano en la pared, tratando de calmarse.

—¿Está… está todo bien con Julieta? —preguntó Maxi
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