196El despertar de IsabelCuando el doctor se marchó, el silencio volvió a reinar en el pasillo. Cada segundo de espera se sentía como una eternidad, pero Julieta sabía que Isabel los necesitaba, y no podía permitirse flaquear ahora.Pasaron largas horas. Max, que había estado organizando todo, logró que les prestaran una habitación pequeña para que pudieran descansar. También había comprado ropa para cada uno. Sabía que Julieta estaba desgarrada por no poder regresar con su hija, pero también entendía que su prioridad en ese momento era saber que Callum e Isabel estaban bien.Julieta se sentó en la pequeña cama de la habitación, sosteniendo en sus manos la prenda que Max había conseguido para ella. Aunque estaba agradecida, su mente no podía apartarse del miedo que la invadía. Cerró los ojos un momento, deseando con todas sus fuerzas que todo volviera a la normalidad.Al otro lado de la habitación, Tomás apoyó una mano en su hombro.—Van a estar bien. Tenemos que creerlo —pone f
197La noticia de CallumIsabel seguía mirando a la enfermera, su mente luchando por procesar lo que acababa de escuchar. Había despertado rodeada de caras conocidas, pero las palabras que ahora resonaban en la habitación la atravesaron como un cuchillo.Julieta fue la primera en hablar, ya que Isabel parecía incapaz de articular palabra. Con una mezcla de nervios y esperanza—¿Qué pasa con Callum? —Julieta preguntó.La enfermera, con una sonrisa triste y profesional, miró primero a Isabel y luego a Julieta antes de responder.—Está estable, pero... está en coma. Los doctores dicen que es normal después de lo que pasó. Es una respuesta del cuerpo para protegerse mientras se recupera —dice con pesar.Isabel sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sus manos temblaban mientras trataba de encontrar su voz, pero al principio todo lo que salió de su garganta fue un leve jadeo. Finalmente, logró hablar:—¿Lo van a traer aquí? ¿Pueden hacer eso? —preguntó, su tono cargado de ansiedad
198Brenda Rutland estaba de pie en la entrada del cuarto de Isabel en el hospital, su figura proyectando una sombra imponente. Sus ojos fulminaban a Isabel, y sus labios estaban apretados en una fina línea de desprecio.—Dime, niña tonta —soltó Brenda con una voz cargada de veneno—. ¿Qué hiciste esta vez?Isabel levantó la vista lentamente desde su cama. A pesar de sentirse débil, no iba a dejarse intimidar.—Señora, cálmese. Todo fue por… —titubeó un momento, buscando las palabras correctas—. Unos maleantes cuando salimos del desfile de Tomás Weaver.—¡No te creo! —la interrumpió Brenda, dando un paso al frente con indignación—. Tú quieres matar a mi hijo para quedarte con todo.Isabel parpadeó, incrédula. Su respiración se aceleró mientras trataba de procesar la acusación.—¿Qué dice? —exclamó, sorprendida por la osadía de Brenda—. No quiero su cochino dinero, señora. Pero tampoco me iré del lado de Callum.Brenda soltó un sollozo dramático, llevándose una mano al pecho como
199—¿Está embarazada? —susurró Arabella, apretando el brazo de Brenda.Brenda entrecerró los ojos, llena de furia contenida.—Ahora todo tiene sentido. Esa mujer quiere atrapar a Callum con un hijo. Esto no puede continuar —se molesta.Arabella, siempre calculadora, esbozó una sonrisa maliciosa.—Esto puede jugar a nuestro favor. Callum está vulnerable ahora. Si actuamos rápido, podemos asegurarnos de que nunca más confíe en ella —asegura Arabella.Brenda asintió, su mente ya trabajando en un plan.—Hablaré con los médicos y con Jonathan. Isabel no puede seguir cerca de mi hijo. Lo que haya pasado fue culpa suya, y este escándalo no puede salir a la luz —traza su plan para los codiciosos oídos de Arabella.Mientras tanto, Isabel, ajena a las conspiraciones, salió de la consulta con una receta en la mano. Estaba cansada, pero determinada a mantenerse fuerte por su hijo y por Callum. Sin embargo, no podía ignorar la sensación de que las cosas estaban a punto de complicarse aún m
200Max y Julieta estaban con Maxime, su hijita en un parque cerca de la casa, disfrutando de cada momento con ella. Habían estado tan cerca de la muerte que ahora valoraban más que nunca los pequeños momentos como familia. Habían estado ahí casi toda la mañana, disfrutando de un día tranquilo en familia. Después de lo vivido recientemente, ambos sentían un agradecimiento renovado por cada momento que compartían con su hija. Maximiliano miraba a Julieta con una sonrisa serena mientras ella vigilaba a la niña. Maxime, ajena a todo, reía con entusiasmo.—Quiero más hijos —dijo Max de repente, rompiendo el cómodo silencio.Julieta, que estaba tomando un poco de agua, se atragantó y escupió un poco de la bebida, sintiendo que se iba por la nariz, haciendo un desastre en cuestión de segundos. Max se rió suavemente y la ayudó a recuperarse, pasándole un pañuelo para que se limpiara.Maximiliano, divertido, se inclinó hacia ella con una risita.—¿Estás bien? —preguntó mientras le pasa
201Había pasado una semana desde que Callum Rutland cayó en coma, y la incertidumbre envolvía a todos los que lo conocían. Isabel, incapaz de ignorar el dolor que le causaba verlo en ese estado, había pedido un permiso indefinido en su trabajo. Julieta, consciente de lo que Callum significaba para Isabel, se lo otorgó sin dudarlo. —No te preocupes por nada más que Callum, tú y tu bebé —había dicho Julieta.Mientras tanto, Jonathan caminaba una línea peligrosa, desempeñándose como doble espía. A Brenda le había asegurado que alejar a Isabel fue una tarea sencilla. Pero en secreto, la escondía en una casa modesta, alejada de todo, sin lujos pero lo suficientemente cómoda como para que Isabel y su bebé estuvieran seguros. —Es necesario quedarse aquí, no es mucho, pero está limpio y es… cómodo —dijo Jonathan el día que la llevó a esa pequeña casa.Esa noche, Isabel estaba frente al espejo del pequeño baño de la casa. Vestía un traje de enfermera que había conseguido gracias a Jon
202La oscuridad comenzó a ceder, como si el velo de un sueño profundo se deslizara lentamente. Callum intentó mover los dedos primero, luego los brazos, pero una punzada de dolor lo obligó a detenerse. Abrió los ojos con dificultad, solo para encontrar su visión nublada. Instintivamente, llevó una mano temblorosa hacia su rostro, palpando la gruesa venda que cubría parte de él. Su respiración se aceleró. —¿Qué… qué está pasando? —murmuró con voz rasposa, apenas audible. Su garganta estaba seca, como si no hubiera hablado en días. —¡Callum, cariño! —exclamó una voz femenina desde su lado izquierdo. Era cálida, casi melosa, pero algo en su tono no encajaba. Callum entrecerró los ojos, intentando enfocar a la mujer que se inclinaba hacia él. Las lágrimas brillaban en sus ojos, pero no podía verla bien y estaba a punto de entrar en pánico, no sabia que estaba pasando del todo. Su mente, aún desorientada, intentaba conectar las piezas de un rompecabezas incompleto.—¿Quién…? —su
203El corazón de Isabel dio un vuelco cuando no encontró a Callum en la Unidad de Cuidados Intensivos la noche siguiente. Había ensayado su plan una y otra vez en su mente durante el día, pero ahora, frente a la cama vacía, una punzada de ansiedad la recorrió. Se atrevió a detener a una enfermera que pasaba por el pasillo, esperando que no pareciera sospechoso. —Disculpe, el paciente Callum Rutland… —comenzó, esforzándose por mantener la calma. La enfermera le dirigió una mirada curiosa antes de consultar en una tabla electrónica, al verla con su uniforme no pensó más en eso.—El señor Rutland fue trasladado esta mañana a una habitación privada. Está en el piso seis, habitación 304 —le comunica.—Gracias —respondió Isabel con una sonrisa tensa, agradecida de no haber levantado sospechas. Subió rápidamente al sexto piso, con los nervios creciendo a cada paso. La habitación 304 estaba al final del pasillo, y mientras se acercaba, sentía que su respiración se aceleraba. Cu