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Capítulo 1.

Corrían de un lado para otro, yo me encontraba sentada en la hierba de lo agotada que estaba.

El viento hacia mover la copa de los árboles, y con ellos los pájaros volaban en el cielo gris.

Sin embargo, mi hermanita Grisel, parecía no agotar su energía; corría tanto, que su gorro color rojo se le bajaba cubriéndole los ojos. Lea, era nuestra vecina y mejor amiga de Grisel, siempre traía un pasador de nube que hacia juego con sus ojos claros. Ambas parecían tener una energía impresionante y solo eran dos años más jóvenes.

Sus respiraciones eran agitadas, podría jurar que sus corazones se escuchaban. Al poco rato, se tendieron en la hierba y comenzaron a jugar con tierra.

Yo solo observe.

Como un zorro.

Mi abuelo me había contado que ellos tenían la habilidad de observar lo que otros pasaba por inadvertido. Si eso fuera un superpoder, sería la mejor en ello.

Por ejemplo, la cicatriz que tiene la Señora Rita en su barbilla, le pregunte a mamá si la había notado y ella simplemente dijo —: ¿Acaso tiene una cicatriz?

Tal vez sea pequeña, pero logre verla. Pero, cuando le pregunté a la Señora Rita el como le había ocurrido, solo abrió mucho los ojos.

— ¿Lo has notado? Creí que el maquillaje era suficiente. No digas nada pequeña.

Solo asentí avergonzada.

Así es como supe que algunas veces es mejor no decir todo lo que ves, lo mejor es solo guardarlo porque no debió ser visto.

                                                                        ❃❁❃❁❃❁❃

Después de que Grisel y Lea se despidieran, lo cual tardo mucho. Nos fuimos a casa.

Mamá, se encontraba sentada con una manta entre sus piernas y Grisel envuelta en ella. El abuelo veía televisión, pero era claro que se estaba durmiendo.

Yo terminaba la tarea, pero para ser sincera, la película en blanco y negro del abuelo me lo impedía.

Cuando termine, guarde mis cosas en la mochila. Mi abuelo, me ayudó a poner mi uniforme; que consistía en una falda color gris, camisa de cuello blanca y un suéter gris con franjas color vino y el escudo de Luviana.

— ¿Tengo que ir a la escuela mañana? — rezongo.

— Brenna, ya hablamos de eso, no puedes estar faltando y menos por una tontería — dice mi madre acomodando la colcha a mi alrededor.

— Pero es que en verdad necesito cortar más flores, pronto se irán.

Se irían.

Las flores eran muy escasas, y por alguna razón mi instinto era cortarlas antes de que se fueran.

— Te prometo que yo las cortare para ti.

— ¿En serio lo harás? — pregunto entusiasmada.

— Lo haré, lo prometo.

Me da un beso en la mejilla y sale de la habitación. Estoy por cerrar los ojos cuando escucho golpear la ventana.

Una vez, y otra.

Está lloviendo.

Salgo de la cama evitando despertar a Grisel, que se encuentra dormida al otro lado del cuarto.

Me pongo de pie y salgo de la habitación con dirección a la sala de estar. Estoy por abrir la puerta cuando veo a mi abuelo sentado en el sillón.

— ¿A dónde crees que vas jovencita?

— Pensé que todos dormían — tartamudeo.

— Tú madre cerró la puerta y se llevó la llave, esta vez no podrás salir — dirijo mi mirada a la cerradura y efectivamente, la llave no está.

Por poco lo logro.

— ¿Cómo no querías que te descubriera? si siempre dejas la ropa tira toda empapada —. Dice sonriendo, por lo que yo solo bajo la mirada a mis pies ya listos con sus botas de lluvia.

— Por suerte. — Mi abuelo mete las manos a su bolsillo —. Tengo mis propias llaves.

Corro hacía él envolviéndolo con mis brazos.

— Gracias, abuelito.

— Demonos prisa antes de que tu mamá nos escuche.

Asiento rápidamente.

Ambos salimos, y ahí está. Me quedo observando cómo cae fluidamente, y con eso, no me resisto de poder tocarla. Salgo corriendo y el abuelo me ve desde la entrada con una gran sonrisa en su rostro. Me sigue y me sostiene en sus brazos haciéndome  girar bajo la lluvia.

Y es cuando entiendo que todo lo que percibimos no es para decirlo. Momentos como este son para guardarlos uno mismo.

                                                                        ❃❁❃❁❃❁❃

Me levanto a la escuela de mala gana, pero más tarde cambio mi humor cuando mi abuelo nos llevó al instituto. Mi abuelo Reynald, contaba historias sobre cómo había sido trabajar en la fuerza militar, en ningún momento me aburría. Era como escuchar la vida de los héroes.

El abuelo me deja en la puerta del edificio depositando un beso en mi cabeza, pocos segundos después se marcha haciendo su camino al edificio de Grisel.

Pisoteando me dirijo a mi aula, donde las paredes están cubiertas de mapas e imágenes de la república.

Me siento en mi pupitre, y puedo ver a todos motivados. Hay muchos grupitos de niños y niñas, todos se saludan entre sí, pero no a mí.

Suelto un suspiro.

Dirijo mi mirada hacia la ventana, donde nuestro cielo gris avisa que esta apunto de llover, cae la primera gota.  Creo que puedo resistir, y lo hago hasta el final de las clases.

                                                                          ❃❁❃❁❃❁❃

Mamá salió a trabajar, es asistente es las oficinas del Comité de Protección de Luviana (CPL), entro ahí cuando mi papá falleció. Fue el momento que decidió buscar un empleo, no sólo viviríamos de la pensión de mi padre y mi abuelito.

Es alrededor de medio día, por lo tanto Lea, no tardara en llegar. Ella suele venir mucho a nuestra casa, podría decirse que es como una hermana más para nosotras.

— Brenna, ¿podemos salir a jugar? —pregunta Lea.

— No lo creo. — niego, mientras acomodo pequeñas flores dentro de las cajas que he recolectado.

— ¡Por favor, Brenna! dentro del bosque siempre hay más ranas.

— Nuestro abuelito, ya no está por tardar, tal vez él pueda acompañarlas.

Ambas me miran con ojos de cachorro.

— ¡Por favor! solo será un ratito —sueltan ambas.

Tuerzo los ojos y termino accediendo. Termino por acomodar mis cajas, y me dirijo por los impermeables para ponérselos a cada una; ambos de color azul marino y el mío de un color verde.

Antes de salir, le dejo una nota a Reynald en la mesita de centro.

No se enojara, él prefiere vernos afuera jugando que adentro encerradas.

Salimos por la puerta trasera con dirección al bosque.

                                                                        ❃❁❃❁❃❁❃

Grisel y Lea, se encuentran dando saltos alrededor de una rana, yo preferí quedarme sentada, como la mayor parte del tiempo. Entrecierro mis ojos.

— ¡No,no atrápala! — escucho gritar a Lea.

— ¡Brenna!

Abro mis ojos rápidamente y corro hacia ellas.

— ¿Qué sucede?

— Se escapó, no la sostuve bien.

— Tenemos que encontrarla, le tendrá miedo a la oscuridad — contesta Lea angustiada.

— Ella estará bien, este su hogar.

— Nuestra casa es mejor, tenemos que encontrarla.

Con eso último, ambas corren entre los árboles. Yo solo suelto un quejido.

¿Qué tiene de especial esa rana?

Decido ayudarlas, mientras más rápido mejor. Mamá, estaba por llegar a casa y cuando no nos vea, dará el grito en el cielo. Me adentro más entre los árboles y cuando me giro para ver a las niñas, estas ya se entretuvieron con otra cosa.

Me dejaron buscando sola.

Decido seguir buscando, aunque tal vez ya se les olvido; pero sé que más tarde estarán llorando por ella, prefiero  evitarlo.

Camino y camino, hasta que escucho el croar de la rana que se encuentra dentro de un árbol, es un tronco abierto, que bien podría ser un escondite. Al principio dudo meterme, pero lo hago. 

La rana está justamente ahí en el fondo, rodeada por hojas y tierra. Me agacho por ella, pero mi visión se topa con unos pies.

Mi pulso se acelera.

Estoy por gritar, cuando una mano me jala y otra me cubre la boca.

— Guarda silencio, me encontrarán — susurra contra mi cabello.

Veo por encima de mi hombro y puedo ver que es un niño, tal vez de mi edad. Le muerdo la mano, este casi grita pero rápidamente cubro su boca cuando veo pasar a dos niños más.

— Debe de estar por aquí, busca rápido — escucho decir a uno de los niños que trae puesta una gorra.

Cuando creo que ya se alejaron, me giro de nuevo hacia el niño, quien se encuentra observándome.

Quito mis manos de él.

Le mantengo la mirada que es muy bonita y azul.

Y es...

Agito la cabeza eliminado ese pensamiento. Lo mejor es  irme, pero su pregunta me detiene —: ¿Qué es eso sobre tu nariz?

¿Ah?

Me toco instintivamente, pero no siento nada, así que lo ignoro y ahora es mi turno.

— ¿Por qué te estabas escondiendo de ellos?

— Me refiero a estas — señala con su dedo en mi nariz.

— Pecas, ¿acaso no las conocías?

— Nunca había visto tantas — dice sonriendo.

— Pues deja de verme.

Se encoge de hombros, y con eso sé que es mejor salir de aquí, antes de que las niñas empiecen a llorar.

— Debo irme. — contesto.

— Gracias por no gritar.

— Lo hubiera hecho si no me hubieras tapado la boca.

— Me alegra haberla tapado — dice sonriendo.

Le tuerzo los ojos, y me agacho para tomar la rana. Hago camino por donde llegue, y ahí parado se queda el niño extraño viéndome marchar.

                                                                        ❃❁❃❁❃❁❃

Cuando llegamos a casa, mi mamá pego un grito al vernos todas llenas de tierra, pero grito aun más fuerte cuando vio a la rana. Todos reímos de su reacción, incluso mamá lo hizo después. No dejo que nos quedáramos con ella, dijo que lo mejor era dejarla libre y eso fue lo decidimos que haríamos.

Nos dirigimos a la parte trasera de la casa, y ambas niñas liberan a la rana gritando y saltando de emoción.Yo solo la observo irse saltando, hasta adentrarse en el bosque. En ese momento pienso que tal vez al niño también le gusta observar.

Vio mis pecas.

Lo que me molesta es que yo no pude ver cada detalle de él, no cuando se supone que ese es mi superpoder.

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