Me levanto de un salto y corro directamente hacia él, lo primero que noto es que trae puesto un pasamontañas.
— ¡Ese costal no es tuyo! — grito, corro y me aferro al costal, pero se resiste a soltarlo, jalo más fuerte.
Al ver que no cede, me arrojo hacia él, y el forcejear provoca que ambos caigamos.
Yo encima de él.
¡Olvida la vergüenza, este delincuente tiene tu costal!
— Quítate de encima — dice con voz ahogada.
— No puedes llegar y tomar lo que no es tuyo.
— No lo tomaba, solo lo iba a dejar en su lugar.
— ¡Ajá, claro! — exclamo —. Y yo soy ciega.
— Lo eres, solo lo estaba levantando.
Aún estoy encima de él y sin dudarlo le quito el pasamontañas para ver de quién se trata.
No es que no haya visto a chicos de mi edad, pero sin duda él es apuesto. Cabello castaño al punto de ser negro, sus ojos color azul como se supondría que fuera el cielo y tiene pequeñas cicatrices en algunos lados de su cara, logrando que se vea aun más atractivo... y
¿Familiar?
Pero este chico no va al instituto estoy segura.
— ¿Ya me viste lo suficiente? — susurra.
Doy un respingo, pero en menos de lo que me doy cuenta, hace un movimiento dejándonos en posición contraria.
Él encima de mí.
— ¿Qu- qué es lo que haces? — balbuceo empujándolo, pero de inmediato toma mis manos sobre mi cabeza.
— Es mi turno de observarte. — Se inclina más sobre mi cara, y por instinto la giro hacia un lado.
Toma mis manos poniéndolas sobre mi cabeza.
— Mira cuántas pecas tienes, son como pequeñas gotas sobre tu nariz. — dice inspeccionando mi rostro, hasta que se detiene en mis ojos.
Nos quedamos viendo y lo único que viene a mi mente es el color azul. Todo esto es extraño porqué, ¿quién se le quedaría viendo a un desconocido por lo que parece ser un largo tiempo?
La carreta cae y ambos nos volvemos hacia ella. Intento levantarme cuando veo que hay otro chico, este trae un gorro gris impidiéndome ver su cara por completo.
Vaya suerte la tuya, Brenna.
Intento zafarme para correr tras él, pero aún sigo debajo de este chico.
— Idiota— grito — . Dijiste que no intentabas robarlo, él venía contigo.
— Te dije que lo había levantado, pero se me olvido decirte que mi amigo el idiota lo había tirado.
— Eres un mentiroso — siseo.
— Nunca dije que no lo fuera.
— Ya quítate de encima, ya han tomado lo que querían.
— En realidad no era mi plan robarte, yo solo te estaba observando — rasca su barbilla sin algún rastro de barba.
Lo miro una vez más y lo empujo tan fuerte que no sé de dónde adquiero tanta fuerza, que incluso puedo ver su cara de sorpresa.
— ¡Mierda! — suelta —. Y tan pequeña que te ves.
Pongo los ojos en blanco y me pongo de pie dirigiéndome hacia la carreta que se encuentra volteada, la levanto y comienzo a caminar fuera del bosque para ir a casa, solo que por última vez doy una mirada hacia atrás, pero él ya se ha ido.
❃❁❃❁❃❁❃
Estoy a mitad de camino y la gente ya comienza a correr para refugiarse de la lluvia, subo mi capucha y apresuro el paso.
Llego a la entrada y en un rincón dejó la carreta, subo rápidamente las escalerillas y entro por lo puerta.
— Hija, ¿cómo te ha ido? — pregunta mi abuelo.
Olvidé por completo lo que iba decirle, no sabía cómo explicarle de qué no había vendido las yucas, más aparte explicarle que me habían robado.
Genial.
Si decía eso último, estaba dado por hecho que jamás me volvería a dejar hacer el trueque.
— Todo ha ido bien abuelo, no te preocupes.
— ¿Y qué te han dado a cambio?
¿Qué me han dado a cambio?
Molestias y más molestias.
— Oh, lo olvide en la mercería me dieron... eran dos bolsas de lentejas y fruta seca — miento.
Mi abuelo sonríe y dice —:Si no fueras tan olvidadiza no serías mi Brenna.
Se dirige a la cocina y empiezo a escuchar ruido de ollas.
Me siento peor que antes, odie al mentiroso que me encontré y justo ahora soy una. Camino con dirección a la cocina para encontrarme con mi abuelo y empiezo a picar verdura para la sopa. Lo único que sé hacer bien.
Mientras está lista la comida, le digo a mi abuelo que suba a descansar y para mi sorpresa fue una de las pocas veces que me hizo caso.
Tal vez estaba más cansado de lo usual.
Pico, agrego, y pruebo, cuando la puerta de la entrada se abre.
— Familia, he llegado — anuncia Grisel.
Pensé que llegaría gritando o azotando todo después de la discusión de esta mañana. Pero no es así, no por ahora.
— Estoy en la cocina — grito.
— Huele bien, ¿sopa?
Asiento.
— Fue un día tan cansado — rezonga dejando caer la cabeza hacia atrás —. Por cierto, ¿Cuándo piensas ir al gran edificio?
— En estos días iré, no debes preocuparte por eso.
Me gusta la escuela, por supuesto, pero me gusta más ir a hacer los cambios o cuidar de Reynald. Para mí en estos tiempos el instituto no es importante.
— Hoy los militares estuvieron en el edificio, llevándose a unos cuantos compañeros — dice antes de morder un trozo de zanahoria.
— ¿Por qué harían eso? — frunzo el ceño.
— No lo sé, tal vez sean elegidos para entrar en sus filas.
— No creo que cualquiera pueda ser parte de ellos.
Y lo creía en serio, para ser militar tendrías que tener influencias y ser muy cruel para hacer el tipo de cosas que ellos hacen. Se supone que ellos tienen que cuidarte, pero son los primeros en lanzarte a la boca del lobo.
No sé qué tipo de militar fue mi padre, pero ruego al cielo que no fuera como el que todos tenemos en mente.— Da igual. — se encoge de hombros —. Con que a nosotras no nos hagan nada, pueden llevarse a los que quieran
Niego con la cabeza.
— Ve a hablarle a Reynald, esta lista la comida.
Grisel sale de la cocina y sube las escaleras dirigiéndose a la habitación del abuelo. Me quedo recargada en la encimera.
¿Por qué los militares irían por los estudiantes? ¿Qué querrían de ellos?
Escucho a mi abuelo y a Grisel bajar por las escaleras y me apresuro a servir la sopa en sus tazones.
Por último, tomo el mío, y me siento con ellos en la mesa escuchando la lluvia como melodía.❃❁❃❁❃❁❃
Transcurre la tarde y Grisel se pone en la mesita de la sala hacer sus apuntes del instituto. Mi abuelo se encuentra sentado en el sillón y yo solo estoy recostada del otro lado viendo hacia la ventana. Estamos con el tocadiscos encendido escuchando, "Have you ever seen the rain?"
Es la canción favorita de mi abuelito y de cierta forma también es la mía desde que era pequeña. Canto la canción en mi cabeza y sin darme cuenta estoy cantando nuestra realidad y lo sé, por la manera en como me hace sentir cuando canta:
¿Alguna vez has visto la lluvia en un día soleado?
Canta que los días anteriores al sol han sido fríos y la lluvia siempre ha sido fuerte, todos los días a partir de ese ayer.
Una adaptación. Un ciclo.
Esperando que la lluvia se detenga, que las nubes se aparten y a través de ellas los rayos del sol aparezcan en un cielo azul, transformando esas gotas de lluvia en un arco iris.
¿Tan siquiera existían?
La calma viene después de la tormenta, decía mamá.
Entonces viene a mi mente el chico de cabello revuelto.
"Son como pequeñas gotas sobre tu nariz."
¡¿Por qué piensas en él?!
Pero la curiosidad mato al gato y entonces me inclino hacia Grisel y musito en su oído —: ¿Crees que tengo muchas pecas?
Grisel voltea y me observa entrecerrando sus ojos.
— Como pequeñas gotas — contesta sonriendo.
Cayó la noche y nos dirigimos a nuestras habitaciones. Mañana tendría que ir al instituto y ponerme al corriente. Más que nada iba porque mi abuelo me pidió que fuera y esa razón era de cierta manera suficiente.— Brenna, duérmete. Hasta acá puedo escuchar tus pensamientos.Le lanzo una almohada y me doy vuelta dándole la espalda. Está lloviendo y con ese sonido me arrullo para dormir. ❃❁❃❁❃❁❃La alar
Caminamos por el bosque, y a mí parecer llevamos caminando alrededor de veinte minutos, no entiendo porqué no fuimos a la zona habitada, solo nos seguimos adentrando en el bosque. — ¿Por qué me llevas a lo más recóndito? — Ahí se encuentra mi casa, vamos no te quejes, ya estamos por llegar. Mi respiración es agitada, pero aun así no me doy por vencida, mis piernas resisten un poco más. Levanto la mirada de la tierra, y veo una pequeña cabaña. Pensé que estaría totalmente silencioso y solitario, pero como muchas otras veces me equivoqué. Hay jóvenes por todos lados hay al menos unos treinta, logro reconocer a unos cuantos pero la mayoría no tengo idea. Así que me quedo pasmada y solo observo en como entran y salen de la cabañ
Me encuentro sentada en piso con Grisel jugando cartas. El abuelo está acostado en el sillón cubierto con una manta. Pareciera que estuviera dormido, pero en realidad está muy atento al juego que Grisel y yo tenemos.— ¡Sí, te volví a ganar! — exclama.Se levanta de un brinco, poniendo sus manos en frente moviéndolos circularmente.— ¿Qué te pasa hija?, has estado muy distraída — Reynald pone su mano sobre mi hombro.— No es nada, creo que la suerte hoy está de parte de Grisel. — muestro lo más parecido a una sonrisa.— El abuelo tiene razón, sé q
Antes de llegar al gran edificio me desvío con dirección al río. Mi abuelo solía traernos cuando éramos pequeñas, nos gustaba que el agua cubriera nuestros pies y sentir las rocas resbalosas bajo ellos. No había sol, ni siquiera unos cuantos rayos, mi madre decía que era como tener tu calor propio, como si un fuego te inundará por completo. Amelie solía viajar con mi padre y abuelos; tras uno de sus viajes, fueron a Solonio y dijo que era lo más cálido y acogedor que había sentido, sin ninguna necesidad de cubrirse.El imaginarme lo que se sentiría al tocar mi piel mojada y sumándole el aire, sé que no existirían las palabras para describirlo. Me quedo sentada observando el río, no hundo mis pies, ni siquiera con la punta de mis dedos.
Dagan aun no a vuelto.La noche a transcurrido de una manera muy lenta o eso me hace sentir la presencia de River a un lado.— ¿Qué te hizo venir a la reunión? — pregunta de repente.— Mi hermana, vine por ella.— Creí que querías verme, Dagan solo me ilusiona — lo dice tomándose el pecho como si estuviera herido.Lo miro de reojo y lleva puesto unos vaqueros que parecen ser oscuros, con una sudadera negra con capucha.Tiene metidas las manos en los bolsillos de la sudadera y sin pensarlo pregunto —: ¿Cómo está Helena?— Ella está bien, gracias por preguntar &mdash
— La clase de hoy estuvo demasiado aburrida — dice Dagan mientras abre la puerta de la cabaña.— Ni que lo digas, no paraba de bostezar.Estamos por entrar cuando unamini jeepcolor café con la pintura algo botada a consecuencia de la lluvia, se detiene en la entrada.Helena baja de la camioneta con maleta en mano, Dagan rápidamente baja las escaleras para ayudarle.— ¿Y River?— Adentro, supongo. Vamos llegando.— Hola — la saludo, pero ella simplemente me mira de reojo.— ¿Por qué la maleta? — pregunta Dagan metiéndola a la cabaña.
La puerta se abre.— En serio lo siento Brenna, pero Helena no se decidía en... ¿Por qué está tan oscuro aquí?Me hago a un lado apartándome de River y enseguida entra Helena.— ¿Y la luz? — busca a River en la habitación — ¿Dónde estabas?— Tenia que hacer unas cosas — contesta levantándose del suelo.— ¿Acabas de llegar? — Helena me mira disimuladamente al igual que todo lo de al rededor.Di que sí por favor, ruego.Bajo la mirada hacia mis pies; no sé porque lo hago, nunca he sido del
Después de clases, Dagan y yo decidimos ir a despejarnos al bosque. Grisel no se enojó, solo nos miro a ambos y sonrío como si hubiera descubierto algo.— Lo mío no es tanto el salir a caminar.— ¿Qué tal correr?— Eso es mucho mejor.— Me di cuenta de eso hace mucho, créeme.Dagan acaricia su estómago.— Tengo hambre, ojalá River haya preparado la comida.— No hables de comida en este momento. — pido.Vamos aún caminando cuando mi tripa comienza a rugir, inmediatamente cub