Cayó la noche y nos dirigimos a nuestras habitaciones. Mañana tendría que ir al instituto y ponerme al corriente. Más que nada iba porque mi abuelo me pidió que fuera y esa razón era de cierta manera suficiente.
— Brenna, duérmete. Hasta acá puedo escuchar tus pensamientos.
Le lanzo una almohada y me doy vuelta dándole la espalda. Está lloviendo y con ese sonido me arrullo para dormir.
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La alarma suena 6:00 a.m Grisel ya se encuentra lista, solo está cepillando su cabello.
Yo me dirijo al baño y hago todo lo necesario para estar aseada. Tomo una muda de ropa: vaqueros, blusa negra, botas y lo único que agrego es una bufanda de lana color café.Ambas bajamos las escaleras, mi abuelo sigue dormido, así que optamos por dejarlo descansar. Bebemos una taza de leche caliente acompañada de un trozo de panqué de moras. Al terminar, sujetamos nuestras mochilas e impermeables y salimos por la puerta principal.
Grisel va unos pasos adelante de mí y no intentó alcanzarla. Caminamos por aproximadamente quince minutos hasta llegar a los muros que rodean el instituto.
El gran edificio, como muchos de nosotros lo llamamos por su evidente tamaño.Cada grado de estudios tiene su propia área, claro que con restricciones de no ir a otras zonas. Grisel, me da un último saludo y entra al suyo. Camino un poco más dirigiéndome hacia mi zona.
Me detengo en la escalerilla.
¿Qué tal si el abuelo necesita algo?
Justo estoy retrocediendo para salir de ahí, cuando choco con el guardián de nuestro edificio.
Ernest Bullard.
— Señorita Caufield, ¿qué nos trae su visita?
— He tenido algunos pendientes, pero ya estoy devuelta — contesto.
— Claro pendientes. — Me indica con su mano que entre —. Por favor ingrese a su aula y más tarde venga a verme.
Asiento y me dirijo por los pasillos.
Las paredes son grises al igual que los casilleros y los pisos de un azulejo blanco, todo alrededor es muy triste. Los alumnos se apresuran a sus aulas, otros se encuentran en sus casilleros y es a donde hago mi camino.
Abro mi casillero y saco algunos libros para guardar en mi mochila"Historia de Luviana" y"Repúblicas vecinas"yotromás "Luviana como era mortal."A eso se refieren con la lluvia, Luviana tiene un antes y un después, eso es lo que quieren mostrar a las nuevas generaciones.
Miedo.
Miedo a romper las reglas.
Miedo a ser escuchado.
Miedo a la lluvia.
Miedo a vivir en Luviana.
Pero a lo único que no debes temer es a la fuerza militar, ellos son tus "salvadores."
Nunca han dicho como inicio todo, no lo saben o eso quieren hacernos creer. Solo lo explican cómo algo climático. En parte creo que es real, solo en parte.
Entro al salón y me siento en la primera butaca que veo vacía, me recuesto en ella hasta que el profesor entre. Estoy absorta en mis pensamientos, hasta que veo a aquel chico cruzar la puerta y sentarse a un lado mío.
Es él.
No el mentiroso, sino el chico que corrió como cabra loca. Puedo jurar que es él, por el mismo gorro color gris. No creo que alguien tenga el mismo gorro viejo.
¿Pero si no es el mismo chico?
No, estoy segura que es él.
— Dagan. — una voz grita desde atrás.
Él chico voltea y se quita el gorro, dejándolo sobre su butaca mientras se dirime a la chica. Veo la oportunidad y cojo el gorro guardándolo en mi mochila.
Ya lo había visto. Tengo algunas clases con él, pero, ¿cómo es que no me reconoció?
Vuelve a su asiento y comienza a buscar el gorro debajo de la butaca a su alrededor pero no lo encuentra.
Entra el profesor, y todos toman asiento. Miro una vez más hacia Dagan, quien lleva puesta una camisa de cuadros color azul a juego con vaqueros y tenis, su cabello es de un color pardo y sus ojos son de un color verde claro.
Pero una de las pocas cosas que me doy cuenta es que no es tan pálido como la mayoría de nosotros.Decido olvidarme de eso y centro mi atención al frente.
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El timbre suena, guardo mis libros pero antes de que Dagan se levante lo tomo de la parte de abajo de su camisa, ahora él es el sorprendido.
— ¿Se te perdió algo? — le muestro su gorro —. Ahora págame el costal de yucas.
— ¿De qué costal hablas?, no sé a qué te refieres — se excusa intentando quitarme el gorro.
—Tú y tu amiguito se lo llevaron, mientras uno me distraía y el otro corría. Tú corrías — le apuntó su pecho aún aferrándome a la parte baja de su camisa.
— ¿Eres tú la que no dejabas de mirar a River?
— ¿Qué? — me atraganto —. Estaba arriba de mí, era imposible no verlo — en realidad no era para tanto ¿O sí? —. Vaya mentiroso.
— Bueno él no mentía cuando dijo que eras muy pecosa.
— Son unos idiotas — reniego —. Debes pagarme ahora mismo.
— No tengo dinero, además no las comimos, las bebimos.
Tuerzo los ojos, además de todo era un cínico.
Le aviento su gorro a la cara liberándolo de su camiseta. Tomo mi mochila y me encaminó hacia la salida cuando me coge por el codo.
— Suéltame, ¿qué es lo me vas a robar ahora? — suelta una carcajada.
— No pienso robarte nada, pero tengo una forma de pagarte.
— ¿Con las cosas de alguien más? — pregunto de golpe.
— No soy un ladrón, pero debo admitir que ese día nos caíste del cielo — sonríe —. En mi casa tengo algunas unas cosas que me pertenecen, puedo darte algunas a cambio de lo que nos llevamos.
Miro hacia otro lado, pero de alguna manera tengo que llevar algo a casa, no pienso en mí primero, sino en mi familia, ellos son mi prioridad.
— ¿Y dónde vives?
Lanza una sonrisa —:Te veo al final de las clases.
Sujeta su mochila y sale del aula.
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Transcurrió el día, y voy con dirección a la oficina del señor Bullard, más que nada para explicarle la situación.
O eso intentaría.
— Créame que la única razón es porque le ayudo a mi abuelo, él ya es de edad avanzada y tengo que hacer cosas por él.
— Lo entiendo, pero no puedo permitir que te ausentes demasiado. Los militares, se están poniendo estrictos en cuanto alumnos.
Resoplo.
— Intentaré no faltar, no tan a menudo — dijo eso último por lo bajo—. Me pondré al corriente con todo.
— Sé que Amelie, falleció hace años y tu familia quedo a cargo de tu abuelo y tal vez ahora de ti, pero Brenna, también debes ver por ti.
En primer lugar no corrijo lo de mi madre, porque tal vez esté en lo cierto. Otra cosa en la que se equivoca es que sí veo por mí, pero mi abuelo y hermana son primero. Tal vez yo nunca ocupe el lugar de mi madre, pero quiero ser un escudo para mi familia.
Quiero que todas las cosas malas reboten en mí para protegerlos.Así que solo digo una última cosa —: Ellos primero, yo después.
Con eso, salgo de su oficina dirigiéndome al área de Grisel, quien se encuentra de espaldas hacia mí. Puedo ver que se encuentra acompañada, enseguida se gira y ya se encuentra saludándome.
— ¿Nos vamos? — pregunta ajustando su mochila.
— Tengo que ir recoger algo primero, adelántate a casa y come con el abuelo, no tardaré mucho.
Grisel frunce el ceño, pero no pregunta más y termina yéndose con un grupo de compañeros.
Vuelvo a la entrada del edificio y ahí se encuentra Dagan con una boba sonrisa.
— Vamos chica, es hora de ir a recoger tu pago.
Caminamos por el bosque, y a mí parecer llevamos caminando alrededor de veinte minutos, no entiendo porqué no fuimos a la zona habitada, solo nos seguimos adentrando en el bosque. — ¿Por qué me llevas a lo más recóndito? — Ahí se encuentra mi casa, vamos no te quejes, ya estamos por llegar. Mi respiración es agitada, pero aun así no me doy por vencida, mis piernas resisten un poco más. Levanto la mirada de la tierra, y veo una pequeña cabaña. Pensé que estaría totalmente silencioso y solitario, pero como muchas otras veces me equivoqué. Hay jóvenes por todos lados hay al menos unos treinta, logro reconocer a unos cuantos pero la mayoría no tengo idea. Así que me quedo pasmada y solo observo en como entran y salen de la cabañ
Me encuentro sentada en piso con Grisel jugando cartas. El abuelo está acostado en el sillón cubierto con una manta. Pareciera que estuviera dormido, pero en realidad está muy atento al juego que Grisel y yo tenemos.— ¡Sí, te volví a ganar! — exclama.Se levanta de un brinco, poniendo sus manos en frente moviéndolos circularmente.— ¿Qué te pasa hija?, has estado muy distraída — Reynald pone su mano sobre mi hombro.— No es nada, creo que la suerte hoy está de parte de Grisel. — muestro lo más parecido a una sonrisa.— El abuelo tiene razón, sé q
Antes de llegar al gran edificio me desvío con dirección al río. Mi abuelo solía traernos cuando éramos pequeñas, nos gustaba que el agua cubriera nuestros pies y sentir las rocas resbalosas bajo ellos. No había sol, ni siquiera unos cuantos rayos, mi madre decía que era como tener tu calor propio, como si un fuego te inundará por completo. Amelie solía viajar con mi padre y abuelos; tras uno de sus viajes, fueron a Solonio y dijo que era lo más cálido y acogedor que había sentido, sin ninguna necesidad de cubrirse.El imaginarme lo que se sentiría al tocar mi piel mojada y sumándole el aire, sé que no existirían las palabras para describirlo. Me quedo sentada observando el río, no hundo mis pies, ni siquiera con la punta de mis dedos.
Dagan aun no a vuelto.La noche a transcurrido de una manera muy lenta o eso me hace sentir la presencia de River a un lado.— ¿Qué te hizo venir a la reunión? — pregunta de repente.— Mi hermana, vine por ella.— Creí que querías verme, Dagan solo me ilusiona — lo dice tomándose el pecho como si estuviera herido.Lo miro de reojo y lleva puesto unos vaqueros que parecen ser oscuros, con una sudadera negra con capucha.Tiene metidas las manos en los bolsillos de la sudadera y sin pensarlo pregunto —: ¿Cómo está Helena?— Ella está bien, gracias por preguntar &mdash
— La clase de hoy estuvo demasiado aburrida — dice Dagan mientras abre la puerta de la cabaña.— Ni que lo digas, no paraba de bostezar.Estamos por entrar cuando unamini jeepcolor café con la pintura algo botada a consecuencia de la lluvia, se detiene en la entrada.Helena baja de la camioneta con maleta en mano, Dagan rápidamente baja las escaleras para ayudarle.— ¿Y River?— Adentro, supongo. Vamos llegando.— Hola — la saludo, pero ella simplemente me mira de reojo.— ¿Por qué la maleta? — pregunta Dagan metiéndola a la cabaña.
La puerta se abre.— En serio lo siento Brenna, pero Helena no se decidía en... ¿Por qué está tan oscuro aquí?Me hago a un lado apartándome de River y enseguida entra Helena.— ¿Y la luz? — busca a River en la habitación — ¿Dónde estabas?— Tenia que hacer unas cosas — contesta levantándose del suelo.— ¿Acabas de llegar? — Helena me mira disimuladamente al igual que todo lo de al rededor.Di que sí por favor, ruego.Bajo la mirada hacia mis pies; no sé porque lo hago, nunca he sido del
Después de clases, Dagan y yo decidimos ir a despejarnos al bosque. Grisel no se enojó, solo nos miro a ambos y sonrío como si hubiera descubierto algo.— Lo mío no es tanto el salir a caminar.— ¿Qué tal correr?— Eso es mucho mejor.— Me di cuenta de eso hace mucho, créeme.Dagan acaricia su estómago.— Tengo hambre, ojalá River haya preparado la comida.— No hables de comida en este momento. — pido.Vamos aún caminando cuando mi tripa comienza a rugir, inmediatamente cub
Pasaron alrededor de tres semanas a partir de la fiesta que termino mal. Dagan y yo pasamos la mayor parte de los días juntos. Su personalidad y carisma hizo que una parte de mi confiara en él.Le conté de la desaparición de mi madre y como lidie con eso; él me habló sobre su familia y del como era vivir en Solonio. Pocos días para sentirte cómoda,pensé. Llegue a ir a unas reuniones más, acompañada de Grisel, yo iba solo por ella y ahora también por Dagan. Intentaba evitar a River, nunca entendí el porqué de mis acciones hacia él, pero de cierta forma me sentí confusa y fuera de órbita cuando estuvo cerca de mí. Al verlo ahora, y actuar normal como si no hubiera pasado nada, me hace pensar que me estaba evitando o simplemente había olvidado aquella noche. E