Después de clases, Dagan y yo decidimos ir a despejarnos al bosque. Grisel no se enojó, solo nos miro a ambos y sonrío como si hubiera descubierto algo.
— Lo mío no es tanto el salir a caminar.
— ¿Qué tal correr?
— Eso es mucho mejor.
— Me di cuenta de eso hace mucho, créeme.
Dagan acaricia su estómago.
— Tengo hambre, ojalá River haya preparado la comida.
— No hables de comida en este momento. — pido.
Vamos aún caminando cuando mi tripa comienza a rugir, inmediatamente cub
Pasaron alrededor de tres semanas a partir de la fiesta que termino mal. Dagan y yo pasamos la mayor parte de los días juntos. Su personalidad y carisma hizo que una parte de mi confiara en él.Le conté de la desaparición de mi madre y como lidie con eso; él me habló sobre su familia y del como era vivir en Solonio. Pocos días para sentirte cómoda,pensé. Llegue a ir a unas reuniones más, acompañada de Grisel, yo iba solo por ella y ahora también por Dagan. Intentaba evitar a River, nunca entendí el porqué de mis acciones hacia él, pero de cierta forma me sentí confusa y fuera de órbita cuando estuvo cerca de mí. Al verlo ahora, y actuar normal como si no hubiera pasado nada, me hace pensar que me estaba evitando o simplemente había olvidado aquella noche. E
River sigue mi mirada y al darse cuenta de quien se trata, se levanta rápidamente. — Está lloviendo como vil demonio — farfulla sacudiendo su impermeable. River se encuentra de pie cuando Helena se gira, por lo que ella se arroja abrazarlo y después directamente a besarlo. Helena ni siquiera nota mi presencia. ¿Tan insignificante soy para ella? River carraspea apartándose, hasta dirigir su mirada hacia de nuevo mí. — Disculpa no te había visto. Sí, parece que si lo soy. — Hola, no te preocupes — le doy una falsa sonrisa.
Escucho murmullos y eso me hace abrir los ojos. Dagan está a mi lado aún perdido en su sueño con uno de sus brazos a mi alrededor. Lo retiro delicadamente sin querer despertarlo y me levanto de la cama con dirección al balcón. Hay reunión. Tapo a Dagan con una de las mantas y salgo del cuarto. Bajo las escaleras y hago mi camino hacia la cocina por un vaso de agua. Nunca había sentido mi garganta tan seca y pastosa. Las personas entran y salen, me pongo de puntillas para tomar un vaso de la vitrina y una mano lo toma antes que yo. — Hola novia de Dagan — dice Foss entregándome el vaso — ¿Por cierto donde está él? — Está arriba dormido — contesto, pero él ya me está lanzan
— ¿Entonces dices que tú mamá podría estar viva? Asiento. Dagan se rasca la nuca —: Pero las posibilidades son mínimas, a pasado mucho tiempo. — Lo sé, pero al menos quiero saber cuál fue la razón de que se la llevaran. Seguimos caminando a través del bosque, Dagan sigue empujando la carretilla, mientras yo levanto trozos de madera. — Tienes que ayudarme, es mi mamá. Suelta un largo suspiro lo asimila por un momento pero al final responde —: ¿Por dónde empezamos? Le cojo por el antebrazo y le sonrio. — En verdad
— ¿Por que no habíamos visto estas fotos antes abuelo? — pregunta Grisel.Estamos los tres sentados en la mesa con un montón de fotos esparcidas. Hay fotos desde mis abuelos, mis padres y nosotras de pequeñas. Son tantos momentos que ya había olvidado que volver a recordarlos hace que mi corazón se estruje.— Mira Brenna, aquí estás toda llena de tierra.Grisel me pasa la foto y yo río al verme, desde mi ropa hasta mi cara con el ceño fruncidome encuentro toda cubierta de lodo.Recuerdo que ese día perseguíamos una rana y termine escondiéndome en un tronco.Aún lo recuerdo.— Recuerdo ese día.— ¿Sí? — dice con tono de duda.Asiento orgullosamente.Mi abuelo sigue sacando fotos hasta que se detiene en una donde ambas estamos con mamá en el jardín que solía ser verde. No digo nada, solo cojo su mano dándole un apretón y él me
De pequeña mi abuelo y yo solíamos cazar pequeñas lagartijas, incluso pajaritos, pero eso nunca me agrado mucho.— Tienes que sujetarla así, y poner el dedo de esta forma.Apuntaba la resortera hacia un ave que se encontraba en la rama de un árbol. La piedra salió disparada al igual que el ave, esta callo y corrí rápidamente hacia donde cayó . Mi abuelo se acercó y coloco el ave entre mis manos.— ¿Qué sucede hija?— Jamás podrá volver a volar — conteste con lágrimas en los ojos.— Estará bien — la sujetó entre sus manos —. Tiene el ala rota, pero si la cuidamos podrá volar de nuevo.Fuimos a casa apresuradamente, Reynald vendo el ala, e incluso me dejó alimentarla.—¿Qué tipo de ave es?— Un cuervo — acaricia la cima de su cabeza —. Tienes un noble corazón, Brenna.— Si yo fuera un ave, no me gustaría q
La lluvia comenzó a caer, todo cruje alrededor; sin embargo, no se filtra el agua. Estamos sentados, aunque el espacio es reducido logramos adaptarnos.— De todos modos, ¿qué hacías afuera sin impermeable o paraguas? — pregunta con el ceño fruncido.— Solo buscaba flores — contestó tímidamente.Sé que me arriesgo por algo que puede parecer tonto en Luviana. Pero, no me cuestiona. Recargo mi barbilla sobre mis rodillas y suelto un suspiro.— Tranquila, la lluvia se detendrá y podremos irnos.— ¿Y si no lo hace?— Pues nos quedaremos aquí, tienes suerte de que supiera de este lugar.— Yo también lo sabía. De niña tuve que esconderme aquí — corrijo —, en realidad fue por culpa de un niño.Se ve dirigir mis palabras y me mira con una mirada,¿sorprendida?No estoy muy segura.— Detente, deja de mira
No puedo decir cuánto tiempo llevo aquí contando sus pestañas, pude haberlo sabido si la puerta no se hubiera abierto. — ¿Qué haces aquí Brenna? Rápidamente me levanto. — Y-o... yo solo, ya estaba por irme — digo nerviosa yendo por mis cosas. Dagan recorre media habitación hasta sentarse en el sillón vacío. Se queda observando el suelo con toallas hasta detenerse en River. — Lo sabes verdad — me detengo guardando mis cosas en la mochila. No, tú lo sabes. — Tú no pensabas decírmelo. — respondo. — Brenna... tenía miedo. — ¿Miedo? ¿Miedo de qué? — De que te fueras — me mira —. A nosotros nos quieren, tal vez muertos. No somos alguien con quienes deberías estar. — ¿Crees que eso será suficiente para alejarme? Dagan no contesta, solo baja la cabeza y suelta la respiración que parecía tener contenida. Dejo la mochila y me siento a un lado de él. — No me iré, soy