La tarde siguiente después de la escuela decidí salir a caminar al bosque, el aire era fresco y la lluvia no se veía cercana.
No al menos por ahora.
El andar sola me relajaba, aunque mi mamá y abuelo no estaban de acuerdo por los animales que habitaban en la zona. Algunas veces era peligroso, ya que los zorros o algunos otros rondaban cerca. Pero nunca me dio miedo encontrarme con alguno de ellos.
Si estaba en lo correcto los zorros eran mi animal favorito; valientes, persistentes, pero, lo que más me gustaba era que se les consideraba como el proyector de la familia.
Yo quería ser así en cualquiera de los dos momentos que la vida nos presenta, buenos y malos.
Me detengo cuando llego al árbol con un agujero en su tronco. Me agacho en busca de algo o alguien, específicamente.
Pero está vacío.
No está.
Una ramita cruje y me giro.
— ¿Me estabas buscando?
Su pelo está revuelto casi cubriéndole sus ojos, mis mejillas se sonrojan, y no entiendo el porqué.
— Y-yo no lo hacía.
— Ya veo. — sonríe y un hoyuelo aparece en su mejilla izquierda.
Se da la vuelta y empieza a caminar.
— ¿A dónde vas? — pregunto curiosa
— Al río, ¿quieres venir?
No respondo y solo lo sigo.
❃❁❃❁❃❁❃
Hay gente sentada alrededor del río, niños corren de allá para acá y un grupo de ancianos pescan charlando entre ellos. Nosotros sólo nos sentamos sobre unas rocas cerca del río.
Estando aquí me doy cuenta que nunca había venido con un extraño, lo digo porque ni siquiera sé su nombre.
Me olvido de ese pensamiento, cuando veo que se quita sus botas, calcetines y sumerge sus pies en el agua. Con mucha confianza, como si ver los pies de un desconocido fuera tan normal. A mí me avergüenza que vean mis pies, no sé si sea por mi color pálido o el simple hecho de que se arrugan con el agua, será eso.
Así que para distraerme pregunto algo que debí saber antes de haber venido hasta aquí.
— ¿Cómo te llamas?
— ¿Tú cómo te llamas?
— Te hice la pregunta yo primero — espeto.
— Yo después, así que dime.
No se lo diré, él primero.
Dirijo mi mirada hacia el río y me concentro en la corriente que fluye.
— Me gusta estar aquí — dice en voz baja.
Escucho su voz y creo que es sincero, no finge solo por quedar bien. Intento olvidar un poco mi pena y me quito las botas y los calcetines. Sumerjo un pie y después el otro hasta que el agua transita a través de ellos.
—También me gusta.
Se inclina sobre el río y hace un movimiento rápido con su mano provocando que me salpique agua en la cara.
— ¡Oye! — grito.
Sin pensarlo me levanto y comienzo a salpicarle también. Él brinca hacia adelante a por mí, y no tardamos mucho en empezar a corretearnos. Así, como si fuéramos conocidos.
❃❁❃❁❃❁❃
Poco después, caminamos para que el aire nos seque, ya que aquí el sol es inexistente. Hacemos el camino hacia las casas, pero se detiene en seco.
— ¿Qué ocurre? — me giro a verlo.
Se queda con la mirada fija, sin responder, solo levanta su mano dedo para que guarde silencio.
Sigo su mirada y ahí entre colores verdes, el color rojo se hace presente. Ahí parado esta un gran zorro, sus ojos ámbar nos miran fijamente y su cola la mueve de un lado a otro.Es precioso.
Me quedo admirándolo. Podría jurar que es un sueño, pero sé que es real, porque el niño me tiene sujetada de la mano.
El zorro da media vuelta y se va corriendo a través de los árboles. No me di cuenta que manteníamos la respiración, no hasta que ambos soltamos un suspiro de alivio.
— Eso fue...
— Increíble. — termino por decir.
— ¿Qué dices?
— ¡Jamás había visto uno tan cerca! — respondo entusiasmada.
— Pensé que nos atacaría.
— No, no lo haría.
— ¿Cómo estás tan segura?
— Solo lo sé.
Bajo la mirada y veo que aún está tomando mi mano.
—Mhm... — sigue mi mirada.
—Solo era por si teníamos que correr — suelta mi mano y mete las suyas en sus bolsillos.
Volvemos hacia nuestro camino.
— Los zorros son rápidos y hábiles en observar, nos alcanzaría en caso de correr — afirmo.
— Me parece que a alguien le gustan.
— ¿A ti no?
Me mira dudoso.
— Podrían gustarme.
El cielo cruje y siento una gota caer en mi frente, ambos miramos con dirección al cielo y corremos.
Las pájaros vuelan sobre las copas de los árboles buscando refugio, charcos comienzan a formarse y mi corazón se siente feliz.Mis botas están repletas de tierra. Estamos por llegar al pueblo, pero cuando me giro para despedirme, el niño extraño ya no está. Ni siquiera note cuando ya no estaba a mi lado.
Olvide decirle que me divertí, pero lo que más me decepciona es el no haberle dicho mi nombre. Me giro de nuevo con dirección a los árboles.
— ¡Brenna! — grito —. Mi nombre es Brenna.
Eso ultimo sonó más bien como un susurro, pero espero que el viento se lo lleve para que él pueda saber mi nombre.
En Luviana la lluvia era de lo más normal, estábamos acostumbrados a los cielos grises; a gente fuera con sus sombrillas, niños jugando entre los charcos y el olor a tierra mojada.Pero simplemente una tarde todo cambio y el cielo gris se enfureció. ❃❁❃❁❃❁❃— ¡Brenna! — Grita mi madre desde la cocina —. Ve por Grisel ahora, comenzará a llover y no quiero que atrape un resfriado.— Ya casi termino, solo corto un par de flores e iré por ella — chil
Cuando tenía ocho años, creía que todos necesitaban de la lluvia, al parecer estaba equivocada. Ahora era temida por todos. Ha pasado una década desde que todo sucedió y puedo asegurar que aún puedo escuchar los gritos de Lea cuando era tocada por la lluvia. Mi madre desapareció tiempo después del suceso que había comenzado. Una tarde salió a su trabajo y no regreso, la buscamos por años, pero los militares aseguraron que pudo haber muerto a causa de la lluvia.No encontramos su cuerpo, ni mucho menos restos, pero aún así no nos damos por vencidos de encontrarla o al menos mi familia. Grisel, ha crecido. Es muy parecida a mamá con su cabello color oscuro, solo que es es más corto, lacio y fino; que perfectamente hace juego con
Me levanto de un salto y corro directamente hacia él, lo primero que noto es que trae puesto un pasamontañas.— ¡Ese costal no es tuyo! — grito, corro y me aferro al costal, pero se resiste a soltarlo, jalo más fuerte.Al ver que no cede, me arrojo hacia él, y el forcejear provoca que ambos caigamos.Yo encima de él.¡Olvida la vergüenza, estedelincuente tiene tu costal!— Quítate de encima — dice con voz ahogada.— No puedes llegar y tomar lo que no es tuyo.— No
Cayó la noche y nos dirigimos a nuestras habitaciones. Mañana tendría que ir al instituto y ponerme al corriente. Más que nada iba porque mi abuelo me pidió que fuera y esa razón era de cierta manera suficiente.— Brenna, duérmete. Hasta acá puedo escuchar tus pensamientos.Le lanzo una almohada y me doy vuelta dándole la espalda. Está lloviendo y con ese sonido me arrullo para dormir. ❃❁❃❁❃❁❃La alar
Caminamos por el bosque, y a mí parecer llevamos caminando alrededor de veinte minutos, no entiendo porqué no fuimos a la zona habitada, solo nos seguimos adentrando en el bosque. — ¿Por qué me llevas a lo más recóndito? — Ahí se encuentra mi casa, vamos no te quejes, ya estamos por llegar. Mi respiración es agitada, pero aun así no me doy por vencida, mis piernas resisten un poco más. Levanto la mirada de la tierra, y veo una pequeña cabaña. Pensé que estaría totalmente silencioso y solitario, pero como muchas otras veces me equivoqué. Hay jóvenes por todos lados hay al menos unos treinta, logro reconocer a unos cuantos pero la mayoría no tengo idea. Así que me quedo pasmada y solo observo en como entran y salen de la cabañ
Me encuentro sentada en piso con Grisel jugando cartas. El abuelo está acostado en el sillón cubierto con una manta. Pareciera que estuviera dormido, pero en realidad está muy atento al juego que Grisel y yo tenemos.— ¡Sí, te volví a ganar! — exclama.Se levanta de un brinco, poniendo sus manos en frente moviéndolos circularmente.— ¿Qué te pasa hija?, has estado muy distraída — Reynald pone su mano sobre mi hombro.— No es nada, creo que la suerte hoy está de parte de Grisel. — muestro lo más parecido a una sonrisa.— El abuelo tiene razón, sé q
Antes de llegar al gran edificio me desvío con dirección al río. Mi abuelo solía traernos cuando éramos pequeñas, nos gustaba que el agua cubriera nuestros pies y sentir las rocas resbalosas bajo ellos. No había sol, ni siquiera unos cuantos rayos, mi madre decía que era como tener tu calor propio, como si un fuego te inundará por completo. Amelie solía viajar con mi padre y abuelos; tras uno de sus viajes, fueron a Solonio y dijo que era lo más cálido y acogedor que había sentido, sin ninguna necesidad de cubrirse.El imaginarme lo que se sentiría al tocar mi piel mojada y sumándole el aire, sé que no existirían las palabras para describirlo. Me quedo sentada observando el río, no hundo mis pies, ni siquiera con la punta de mis dedos.
Dagan aun no a vuelto.La noche a transcurrido de una manera muy lenta o eso me hace sentir la presencia de River a un lado.— ¿Qué te hizo venir a la reunión? — pregunta de repente.— Mi hermana, vine por ella.— Creí que querías verme, Dagan solo me ilusiona — lo dice tomándose el pecho como si estuviera herido.Lo miro de reojo y lleva puesto unos vaqueros que parecen ser oscuros, con una sudadera negra con capucha.Tiene metidas las manos en los bolsillos de la sudadera y sin pensarlo pregunto —: ¿Cómo está Helena?— Ella está bien, gracias por preguntar &mdash