Capítulo XVIII

—¿Qué ocurre? —preguntó Antonio con los ojos heridos por la bombilla encendida. Cuando se acostumbró al brillo, vio a Estefanía con una pijama similar a la de Marcela, un camisón que transparentaba su desnudez y no alcanzaba a ocultar el relieve de sus pezones. 

—Sebastián quiso pasarse conmigo. Le dije que no y cuando vio que me iba a cambiar de habitación, se me quiso lanzar encima. Mejor nos vamos. Este paseo fue una estupidez.

—¿Dónde está ahora?

—No sé, Antonio, creo que se quedó en el cuarto, pero eso no importa, está como loco. Vámonos, ¿si?

Marcela nunca se había sentido tan molesta en su vida. Seguía acostada y así planeaba quedarse, así viese a Sebastián raptando a su amiga.

—¿Y cómo planeas que nos vayamos? El único carro es el de &

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