Hoy es un día cualquiera, o mejor dicho un día más donde me las ingenio para lograr que me alcance los ingresos. Me levanto muy temprano junto a mi mamá, lo primero que hago es darme una ducha fría, luego prepararme un café cargado para terminar de espantar el sueño. Me observo al espejo y me detallo. Mis ojeras parecen estar en una revolución conmigo, por lo que procuro mi corrector de ojera. Me evaluó y me detalló nuevamente; para ser sincera, soy el ejemplo perfecto del famoso dicho que cita lo siguiente: "No soy hermosa, pero tampoco fea que asusta", a mi favor podía señalar que soy llamativa y aceptable a mi juicio, y no lo digo solo yo, tengo fuentes que lo confirman. No puedo evitar reírme mientras lo pienso. Me dicen que soy «llamativa», pero creo que esto se debe a mi forma de ser. Me considero sumamente polifacética y adoro diversas técnicas musicales, y señalan que mi voz es excepcional. También puedo añadir a mi lista de dones, que soy muy brillante, con las matemáticas y encantadora de escuchar y aconsejar a mis amigas, por supuesto, no todo en mí es asombroso, también poseo mis sombras como todo ser humano.
A lo largo de mi vida he luchado por superarme, una tarea que, al igual que a la mayoría, no ha sido sencilla. Cuando vienes de una familia humilde donde no existe una figura paterna, en mi caso solo la de mi abuelo; ya que mi padre biológico le dio por desaparecer cuando supo de mi existencia, te das a la tarea de madurar con mayor rapidez. A esto debo añadir que mi madre tenía 17 años cuando quedó embarazada de mí.
Mi padre era ocho años mayor que ella, debido a que mi madre era menor de edad, mis abuelos presentaron una denuncia contra mi progenitor para exigirle la manutención. No obstante, eso fue perder el tiempo, ya que a la final, ese ser «invisible» que me hizo el favor de colocarme en el vientre de mi madre nunca cumplió con sus deberes. Mi madre era una joven inexperta que aún creía en cuentos de hadas, en pocas palabras "una niña criando a otra niña". Debido a esto, mis abuelos se dedicaron a ayudarla con mis cuidados y educación, pero eso sí, con el paso del tiempo, mi amada madre se convirtió en una experta guerrera.
Luego de salir de clases en la universidad donde estudiaba Matemáticas puras, me iba directamente al trabajo de medio tiempo en una pequeña cafetería, también resolvías guías de ejercicios de matemáticas a alumnos de secundaria y de amigos universitarios, todo era válido para obtener cada entrada monetaria. Cuando los recursos son limitados, no puedes dedicarte solamente a estudiar. Debes incluir en esos planes un trabajo de medio tiempo para aportar a la familia y comprar las cosas necesarias para uso personal. No obstante, las limitaciones no me impedían soñar, y mis metas siempre han sido grandes.
Tras finalizar mi faena, espero a mi madre. Ella trabaja en la compañía CDT de los Duarte León (Compañía de tecnología de León) en el área de limpieza. Aquí debo hacer un paréntesis para hablar de los Duarte de León. En las noches, cuando no estoy tan ocupada, subo al techo de mi casa y apoyada bajo el manto del cielo nocturno, escuchando música con mis audífonos y con un sinfín de mundos asombrosos donde las almas gemelas se reencuentran. Cierro los ojos y aspiro el aire, los abro y a las lejanías puedo observar las luces que iluminan una de las propiedades de la familia Duarte de León. Se trata de una familia poderosa y bastante peculiar, no todos han visto a sus miembros… En una de sus compañías es donde trabaja mi madre, pero no nos anticipemos y prosigamos con lo que dejé a medias. Entre mi madre y yo sustentamos el hogar, mis abuelos, a pesar de su edad avanzada, hornean pan en un horno antiguo de barro, panecillos que son muy populares en la comunidad por el olor a leña con los que salen impregnados.
—¡Estos pies terminarán con mi existencia! —exclamó mi madre al llegar, retirándose los zapatos y alejándolos de ella.
—Veo que tu día no ha sido fácil —dije con una sonrisa, seguidamente me acerqué para darle un masaje en la espalda.
—Qué mala madre soy, yo quejándome de mi fascitis plantar y no te he preguntado cómo te fue a ti hoy en la universidad y el trabajo. ¿Saliste bien en el examen de álgebra lineal? ¡Estuve pegada rezándoles a los santos! —sonreí debido a lo dramática que podía ser mi madre.
—No te preocupes, engendraste a una mujer inteligente que se le hace fácil analizar cualquier estructura matemática.
—No lo abras heredado, mi nota mayor en matemáticas de bachillerato fue una «D» y ayudada —negué con los ojos. —En resumen, cambiemos de tema. Lo esencial es que saliste bien mi amor. Sabes Lucia, tú eres mi orgullo —sus palabras me llenaban el alma y me instaban a seguir.
—Creo que una buena taza de té nos caerá bien para celebrar —propuso mi abuela que ya venía con la bandeja. Mi sonrisa se borró cuando me percate de que sus pasos se volvían pesados, su rostro palideció, me levante rápidamente para sostenerla, advertí que colapsaría; había sido tarde mi maniobra, mi abuela cayó al suelo, desmayada; las tazas se quebraron al entrar en contacto con el suelo dejando el té esparcido por el suelo.
—¡Mamá! —gritó mi madre. Mi abuelo que percibió el alboroto arribó con rapidez hasta la cocina, y al observar a mi abuela inconsciente en el suelo, se unió al pánico colectivo.
—¡Qué le sucedió a Amelia! —gritó alterado.
—Abuelo, mejor vamos a levantarla —sugerí sin perder tiempo.
Tomamos a mi abuela y la depositamos en el sofá. Salí a buscar a una de las vecinas que era enfermera. Yadira era su nombre. Agradecí que llegara rápidamente al ver mi angustia. Sin dar largas palabras al asunto, procedió a atenderla.
—Es preferible que la traslademos al hospital —dijo Yadira con preocupación.—Puedo decirle a mi esposo que maneje, usted don Andrés no puede manejar así de nervioso como esta —mi abuelo asintió.
—Voy a llamar al trabajo, no voy a poder asistir, no puedo dejar a mi madre así como está ¡Me necesita más que nunca! —manifestó mi madre con determinación.
—Yo te haré el remplazo, no podemos permitir que te descuenten el día —ella me sonrió con lágrimas en los ojos y agradecida por ser su poyo en momentos difíciles.
Levante el teléfono para llamar al jefe directo de mi madre y explicar la situación, el señor Gutiérrez lo entendió y aceptó que yo hiciera la suplencia de mi mamá. En aquel instante no tenía idea de en qué me estaba involucrando, para ese momento mi mente estaba concentrada en la salud de mi abuela.
Esto había sido el comienzo de todo… El principio de mi historia con los Duartes de León.
Mi madre y mi abuelo habían pasado la noche junto a la abuela, mi tío Gilberto, el único hermano de mi mamá, ya estaba en camino al hospital; él vivía en otra ciudad y no le era fácil llegar con la prontitud requerida, así que tardaría un poco. En consecuencia, no pude asistir a la universidad, debía hacer la suplencia a mi madre; a mi favor, tenía el privilegio de contar con mi mejor amiga Verónica, ella me proporcionaría los apuntes y grabaría la clase para que pudiera observarla, una preocupación menos.El insomnio había sido intenso, y durante toda la noche no tuve la oportunidad de ponerme en pie, reflexionando acerca de mi abuela y suplicando a Dios y a los santos que se tratara de un simple desmayo debido a la carencia de vitaminas o el exceso de cansancio asociado a su edad. Hace dos meses había cumplido 73 años de edad, sin embargo, a pesar de su prolongada edad, mi abuela se veía rozagante, una mujer fuerte que desbordaba energía, pero ayer al verla tan pálida y arrastrada e
¿Cómo se puede reaccionar ante un diagnóstico tan perjudicial? ¿Qué palabras o acciones tomar cuando tu alma parece que te abandona? En aquel instante, todos los recuerdos de los momentos felices llegaron a mí como una revisión de todo lo vivido junto a mi abuela. Mi admirada y amada dama, Amelia, siempre ha sido mi refugio. Durante todo este tiempo, su entereza y su amor me han brindado un soporte invaluable. Mi corazón se había desvanecido al oír la noticia.—¿Estás bien? —me preguntó Matilde. Al momento no pude articular palabras, mi mente se había sumido en una oscuridad flotante. Sentí la mano de Matilde tomar la mía, una lágrima se había desbordado sin percatarme.—No importa el diagnóstico, todo estará bien, muchacha. Debes tener fe en Dios, él no abandonará tu camino.—Tiene Parkinson —al decirlo, el llanto empezó a brotar y Matilde me abrazó.Lloré en su hombro hasta que las lágrimas se secaron, me había hecho bien. Matilde me condujo de la mano hasta el cubículo del personal
Tiempo… Esa palabra y lo que significa ha estado en guerra conmigo. Tenía muchas cosas que hacer y poco tiempo para hacerlas."Necesitó un clon", exclamé mientras me abalanzó a la cama, exhausta de la ansiedad. Después de un momento, ya más tranquila, me dedico a mi abuelo. Él estaba muy triste y preocupado como los demás miembros de la familia.—Amelia la han dejado en el hospital con el fin de ser examinada durante tres días más —me explicó.—¿Cenaste?—No tengo hambre, hija mía.—No voy a permitir que te enfermes también. Acompáñame y cenemos juntos. Voy a preparar algo para ambos. Mi mamá está con la abuela, y mañana iré yo, así que animo porque de esto salimos —mis palabras firmes lograron que mi abuelo se sintiera mejor, y le apeteciera probar bocados.Minutos más tardes.Recogimos la mesa y dejamos todo limpio y ordenado, ya eran las 8:00 de la noche, me aseguré de que mi abuelo descansara, después fui a mi habitación y encendí la computadora. Sentí una preocupación menos cuand
Cada dispositivo de limpieza ya se encontraba en los dos carritos de servicios. Vi a Raquel limpiarse de la frente, el sudor, a pesar de que el aire estaba encendido, no era suficiente para que nuestras almas no se sintieran exhaustas y deprimidas. El salón era espacioso y no se debía dejar ni un solo tramo sin limpiar.—Gracias a Dios, terminamos con este espacio… es el lugar más agotador —manifestó Geraldine con un suspiro.—Vayan a nuestro cubículo a refrescarse, yo debo ver cómo van las otras chicas con lo de los pedidos. ¡Dios has que Jennifer vuelva pronto! —se quejó Matilde.—¿Quién es Jennifer? —le pregunté a Raquel.—Se trata de la secretaria del jefe, mejor dicho "Asistente", porque odia que le digan "secretaria". Es una chica estirada que se encarga de hacer todos estos pedidos y es bastante presumida. Ella está de permiso, pero su permiso se ha alargado de dos semanas a un mes. Ah, pero ya veremos cuando vea el nuevo presidente ejecutivo, te aseguro que no va a faltar nunc
Matilde, una mujer luchadora y con un sentido común muy fuerte, pensó que no debía dejar mucho tiempo sola a Lucía. Si algo tenía muy claro era la jauría de lobos que habitaban en la empresa, tal vez doña Hilda no iba mucho por las instalaciones, no obstante, tenía ojos y oídos por todos los recovecos de CDT. Anastasia era su mejor amiga. Sabía muy bien cuánto necesitaba el trabajo. Lucía era una joven inteligente y brillante, lamentablemente en la compañía de tecnología de León, se debía tener más que inteligencia e ingenio, lo que te aseguraba la supervivencia era tener garras y dientes bien afilados.—Sigan en sus tareas, voy a dar un paseo para observar cómo avanza todo.—Ya sabía yo que no ibas a soportar la curiosidad —manifestó Raquel en forma de burla. Matilde giró a verla.—¿Cuánto tiempo llevas usted aquí, Raquel? ¿De 4 a 5 años?—¿Por qué la pregunta?—A veces me das la impresión de que no conoces las tierras movedizas en las que nos desenvolvemos. Admito que el sueldo es b
Las lágrimas surgieron rápidamente de mis ojos cuando vi a mi abuela de nuevo con nosotros. Se encontraba cómodamente tumbada en su cama, se había acomodado semi-sentada sobre unos cojines para disfrutar de la televisión, tenía los ojos cerrados, los abrió al percibir mi presencia. Me hizo un gesto para aproximarme y, sin dudarlo, lo hice.—No puedes imaginar el miedo que sentí al verte desvanecida en el suelo —mi voz ya eran sollozos. Ella extendió la mano sobre mis cabellos.—Nos encontramos bien —sus palabras eran pausadas y suaves—. En un rincón de mi cerebro aún me queda cordura para darte todo el amor que necesites… Aun cuando sienta que estoy parada al borde de un abismo.Agarré su mano con la fuerza de mil rayos.—Puedo hacerlo mi niña, aún puedo valerme por mí misma y no convertirte en mi muleta —bromeo para bajar mi ansiedad.Me despegué de ella y la tomé de la mano.—¿Estás bien? ¿No te duele nada?—Más de lo que puedo pedir, hija mía… No experimento dolor, verte a ti y a m
Anastasia se puso en pie temprano, ya se sentía reincida; el cansancio ya no estaba presente. Lo primero que hizo al levantarse fue darle una vuelta a su madre; se alegró de confirmar que dormía tranquilamente. Al abandonar la habitación de su madre, observó a su hija. Lucia ya estaba arreglada para irse a la universidad, Anastasia le dio la bendición y le ofreció una taza de café el cual tomaron juntas en silencio, el tema de Noah Duarte de León no se mencionó aquella mañana.Eran las 7:00 am cuando Anastasia se presentó en la compañía de los Duarte de León, caminaba hacia la entrada principal cuando el sonido de un vehículo último modelo llamó su atención. La déspota Hilda Duarte de León bajó de su coche, un modelo lujoso que acababa de adquirir. El presidente ejecutivo la saludó con una atención especial que no formaba parte de sus habituales interacciones.El coche costoso había sido aparcado junto al puesto del presidente ejecutivo, que aunque tenía un coche también caro, no era
Yo estaba nerviosa. No sabía qué hacer ni cómo sentirme al respecto. Mientras estaba sentada en el asiento del copiloto del coche de Noah, mirándole fijamente con una sonrisa tonta en la cara, podía percibir que los nervios me retumbaban por todos los poros de mi cuerpo. Él se percató de que le observaba fijamente y me devolvió la sonrisa, una sonrisa que parecía indicar que le estaba gustando cada instante de este viaje conmigo.No hablamos mucho durante el trayecto, pero me di cuenta de que él también lo estaba disfrutando. Me vino a la mente la reflexión de Matilde: “Al parecer, si existía un sentimiento mutuo entre ambos… Mis afectos eran correspondidos.”Mi emoción fue recíproca. Podría perder mi corazón esta noche irremediablemente. Me sonrojé, pero no pude evitarlo. Noah tenía una forma de hacerme sentir la mujer más hermosa del mundo.Me miraba con una tierna sonrisa mientras conducía por la calle. No podía dejar de creer que había algo entre nosotros, algo que no podía explic