Capítulo 4.

Tiempo… Esa palabra y lo que significa ha estado en guerra conmigo. Tenía muchas cosas que hacer y poco tiempo para hacerlas.

"Necesitó un clon", exclamé mientras me abalanzó a la cama, exhausta de la ansiedad. Después de un momento, ya más tranquila, me dedico a mi abuelo. Él estaba muy triste y preocupado como los demás miembros de la familia.

—Amelia la han dejado en el hospital con el fin de ser examinada durante tres días más —me explicó.

—¿Cenaste?

—No tengo hambre, hija mía.

—No voy a permitir que te enfermes también. Acompáñame y cenemos juntos. Voy a preparar algo para ambos. Mi mamá está con la abuela, y mañana iré yo, así que animo porque de esto salimos —mis palabras firmes lograron que mi abuelo se sintiera mejor, y le apeteciera probar bocados.

Minutos más tardes.

Recogimos la mesa y dejamos todo limpio y ordenado, ya eran las 8:00 de la noche, me aseguré de que mi abuelo descansara, después fui a mi habitación y encendí la computadora. Sentí una preocupación menos cuando entre a mi bandeja de entrada, y vi que tenía un nuevo correo de Verónica. Ella me ha adjuntado la nueva guía de ejercicios con toda la información requerida para el examen, así como el vídeo de la clase.

—¡Amo a esta mujer! —dije y me estiré en la silla.

El sonido de una llamada a través de mi teléfono celular me alejó de mis tareas, era mi madre, atendí con rapidez.

—¿Está todo en orden? —fue lo primero que tuve en cuenta.

—Si cariño… Tu abuela duerme, ya en tres días padre llevármela a casa, pero debemos hacerle más estudios con un especialista —mi mamá se escuchaba cansada y soñolienta.

—¿Quieres que vaya en este momento? Puedo conseguir quién me lleve.

—No, Lucía, te necesito allí con mi padre. Lo que sí voy a hacer muy a mi pesar es pedirte otro favor.

—Lo que desees.

—Hace unos instantes llamé directamente a mi jefe, lo puse al corriente de los detalles de nuestra situación. Sé que tienes un examen de la universidad encima y debes estudiar, pero necesito que estos tres días que estaré aquí en el hospital me sigas haciendo la suplencia—. Me mantuve un instante en silencio al oír su solicitud; no estaba en mis planes volver a esa empresa, y ver a Hilda Duarte de León mucho menos.

—Mamá, ocurrió algo en tu trabajo que no deseaba compartir contigo con el fin de evitar estresarte.

—Matilde me puso al tanto, conociste a la malvada Hilda… Esa señora es una amargada solterona, claro, con esto no quiero decir que hay que bajar la guardia porque es una mujer muy inteligente y perspicaz. Si no fuera a causa de esta situación, no te lo solicitaría.

—No te preocupes, mamá, cuenta conmigo.

—Gracias, mi amor, te prometo que te lo retribuiré.

Luego de colgar, reorganicé mi horario de actividades, ordené todo para el día siguiente y resolví varios ejercicios de la guía. A continuación, llamé a Verónica, necesitaba desahogar mi huracán de emociones.

—¡Cuéntame amiga cómo estás! Estoy sumamente preocupada por doña Amelia—respondió Vero al escuchar mi voz.

—Mi abuela está estable, pero permanece en observación.

—Gracias a Dios está estable… Lucía, te extrañé mucho en la universidad, ir al cafetín a tomar café sin ti no es lo mismo, en la mañana libre fuimos a la sala de música y tocamos unas cuantas canciones; sin embargo, nadie toca la guitarra ni canta tan hermoso como tú.

—Lamento no haber estado ahí… Si te contara Verónica lo que me ha pasado.

—Mi oído es totalmente audible ¡Habla!

—No volveré a la universidad durante estos tres días, debo hacerle la suplencia a mi madre —Verónica expresó pesar, aunque también me brindó su ayuda.

—Siempre existirán los fines de semana para estudiar.

—No podía esperar menos de ti.

—¿Cuál fue tu experiencia en la empresa?

—Pasaron muchos problemas… —murmuré y Noah regresó a mi mente —. Podemos ponerlo en esta manera: Aunque no estuve con ustedes en la sala de música, tuve un concierto privado para mí.

—Sé menos enigmática porque no te estoy comprendiendo.

—Te lo resumo: Me tocó limpiar el área del último piso, donde se ubican las salas importantes de conferencia. Mientras lo hacía, oí que alguien tocaba la guitarra y cantaba… Seguí la canción — suspiré —Vero… esa canción me guio directo a conocer las puertas del paraíso, por primera vez vi un Ángel —mi historia, captó rápidamente la atención de Verónica que dejaba ver su furor al otro lado del auricular.

—No puedo creer que hayas escuchado algo tan hermoso en ese lugar. ¡Por favor, sigue, no me dejes en ascuas! ¿Quién es ese Ángel?

—Noah Duarte de León, el nuevo líder ejecutivo de la compañía CDT (Compañía de Tecnología de León). ¡Amiga, si lo hubieras visto de cerca, al igual que yo! Ese individuo no puede pertenecer a este mundo… Es joven, inteligente, pero al mismo tiempo tan indescifrable; no es sencillo interpretar su lenguaje corporal.

—Puedo imaginarlo.

—No, no puedes… Noah es una revelación interminable.

—Un misterio que, por lo que veo, te encuentras a punto de descubrir, ¡me sorprendes! Me impacta escucharte hablar de esa manera. Lucía, la centrada, la que no se descontrola, resulta que perdiste el control y estás deslumbrada hasta los huesos por un hombre desconocido… debo admitir que la vida da sorpresas; no pares y dime ¿Eso fue todo? ¿Él no sospechó que lo espiabas?—sonreí por su comentario.

—Si lo detectó, mi asedio no fue discreto… No puedo explicar qué me ocurría, mi mente me tragó una mala pasada, no podía detener mi andar hasta quedar a unos cuantos pasos de él.

—¡Qué nervios! ¿Qué sucedió luego? ¡Qué sentiste!

—En ese instante, amiga, yo me dejé llevar por las sensaciones que este hombre despertaba en mi interior. Sentí que mis manos tenían más vida y que mis pies se derrumbaban en el suelo; lo único que podía apreciar era a Noah y su expresión perfecta, no quería reflexionar en nada más. En una palabra, era una divinidad. Se dice que la belleza se encuentra en los ojos de aquellos que observan, y te aseguro que el impacto que tuvo sobre mí no me permitía contemplar nada más: aquel hombre, su voz, su forma de vestir, sus movimientos; eran la representación de la perfección. Nunca me sentí libre y, al mismo tiempo, egoísta por liberarme de aquella tristeza y melancolía que horas atrás había sentido en mi interior. En ese momento, amiga, no sé si lo que experimenté era amor o simplemente un deseo que Noah estaba despertando en mi corazón. No sé dónde iba ni cómo debía actuar. Por supuesto, él, al verme tan desorientada o idiotizada, me abordó, ¡De seguro mi rostro era un poema de idiotez! Le dije que conocía esa canción y conversamos un poco sobre la letra, él permaneció en silencio escuchando cada fragmento que yo explicaba.

—¡Felicidades, Lucia! Ese hombre te hizo sentir profundamente impactada.

—Más de lo que puedas concebir, y debo regresar mañana.

—Y mañana yo estaré a la expectativa con ese enigmático CEO… ¡En este momento lo investigo!—Colgamos el teléfono y me dispuse a dormir.

Mi primer encuentro con Noah realmente había movido algo profundamente en mi interior. Quedé profundamente dormida, me percaté de que estaba soñando, y él estaba presente, tan vivo y real que sentí miedo, podía ver sus manos, el suave tacto de su piel. En ese momento, me sentí muy feliz porque me estaba sucediendo algo increíble. "Esto no es habitual", pensé mientras me levantaba llena de sudor. Durante aquel momento, supe que mi vida se volvió distinta en todos los aspectos: es casi como si nos conociéramos de antes.

Me levanté de la cama y fui a la cocina para preparar un té de manzanilla. Me senté cerca de la ventana para pensar. Evoqué cada detalle de cómo fue mi primer encuentro con Noah, lo miré y él me miró, supe desde ese momento que yo estaba conociendo el amor a primera vista, suspiré y sentí la necesidad de que ese recién llegado me abrazara. Noah era un sentimiento diferente, como si fuera alguien que había conocido de vidas pasadas, pero ahora estaba dispuesto a mostrarme todo lo que él era.

Su recuerdo me mantuvo en silencio hasta la medianoche. "El amor es, lo que el amor crea" —susurré—. Te encontrabas allí, siempre lo estuviste, dije en desvaríos, dejándome superar por el sueño de nuevo.

Al día siguiente.

Cuando desperté eran las 5:00 am, me sentía llena de calor y una sonrisa graciosa se escapaba por mis labios. Me levanté con un poco de dificultad, pero no me importó, estaba extrañamente plácida. Me arreglé y fui a la cocina para prepararme una taza de café y dejar todo en orden para mi abuelo. Entré a su habitación, ya estaba despierto. Lo besé en la frente y me despedí. A las 6:00 am salí a la parada de buses. El aire fresco me sentía bien, comí una manzana camino al trabajo, comencé a morderlas para saciarme, pero tras probar un poco de fruta, mi mente volvió a traerlo a él.

"¡Estás muy intensa Lucía, pareces una psicópata!", me dije a mí misma. Tomé un buen respiro, bajé del autobús y caminé hasta la entrada de la compañía. Al llegar, saludé y cumplí el protocolo (que consistía en la revisión de tus pertenencias) y luego te dejaban entrar. Sin perder tiempo fui directamente al área de servicios generales y entré al cubículo de mis compañeras de servicios. Raquel fue la primera en darme la bienvenida, me brindó una sonrisa, y me extendió una taza de café.

—Estimada, joven, ¿está preparada para una batalla más?

—Siempre —respondí, devolviéndole la sonrisa.

—Hoy no estará la vieja Hilda, así que tú relajada —me dijo con ánimo mientras llevaba la taza de café a sus labios. En ese momento llegó Matilde.

—Buenos días, Lucia, ¿cómo estás?

—Bien, gracias por preguntar.

—Me alegra ver que estás bien, hoy tendremos un día movido, debemos limpiar el salón de recepción, al parecer en la tarde vienen unos inversionistas y mandaron a preparar unos aperitivos para la pequeña recepción. Iremos Geraldine, Raquel, tú y yo. Tu mamá me pidió encarecidamente que no me separara de ti, también que te dé la llave de su casilla. Úsalo, allí se encuentra su uniforme, son casi de la misma contextura.

Me sorprendió la buena comunicación que tenía mi mamá con Matilde. Ella me había mandado su llave con mi abuelo, de los nervios del correr de un lado a otro se le había olvidado dármela, y a mí pedírsela.

Saque la llave de mi bolso e hice lo que Matilde me pidió. Caminé hacia el casillero de mi madre y tomé su uniforme. Nos dirigimos al salón con calma, iba cabizbaja, no quería observar a los lados, tenía la sensación de que si regresara a ver a Noah sería infartada.

Calmé mi mente y ansiedad detallando a Raquel. Ella era una chica agradable, también la más joven del grupo de mi madre, y junto a mi llegada como suplente conformábamos el grupo "decreciente", como mentalmente lo bauticé, siendo yo la más cría.

Matilde era la líder y quien asignaba a las mujeres las tareas que desempeñaban, a los otros subgrupos Matilde los había destinado a otras áreas del edificio, ella se ocupaba del grupo femenino, y el líder de servicios generales se ocupaba del grupo masculino.

En el salón, cada una empezó a hacer su parte, ya con mi asignación me coloqué los audífonos y comencé a limpiar y ordenar. Me concentré en mi trabajo y no me di cuenta de que Matilde me llamaba. Lo descubrí cuando Raquel me tocó por el hombro. Me giré para verla y me hizo señal de que me quitara los audífonos, luego me hizo señales con su boca de que mirara a la puerta del salón. Gire lentamente con temor. Mi pobre corazón casi deja de latir cuando por segunda vez vi a Noah. "¿Se puede ser tan perfecto en la vida?" Pensé.

Noah conversaba con Matilde dando unas instrucciones, luego Matilde me hizo señal de que me acercara, en ese momento mis piernas parecían haberse desvanecido quedándose pegadas del suelo, agradecí que Raquel me brindara un impulso para recuperar la movilidad.

—Ella es Lucia, señor Duarte de León; es hija de Anastasia. Está como suplente asistiendo a su mamá, que se tuvo que ausentar unos días por problemas familiares —le explicó Matilde. Noah me examinaba fijamente. Mi corazón permanecía en esa puerta mientras lo contemplaba en silencio. Mi alma lo anhelaba, les pronunciaba todas mis emociones sin que él pudiera escucharlas.

—Cuando terminé de limpiar el área, señorita Lucia, por favor vaya a mi oficina. Quiero dirigirle unas palabras — mis nervios se elevaron al infinito y más allá. ¡No me sentía capaz de estar siquiera un segundo sola con ese hombre sin que me tiemblen las piernas! Matilde puso una expresión de asombro y a la vez de inquietud, no comprendía que quería conversar el nuevo presidente ejecutivo conmigo cuando ya ella había explicado mi presencia en esa compañía, sin mencionar que las de servicio de limpieza éramos invisibles para ellos.

—Ya sabe cuál es la localización de mi oficina —me recordó haciendo alusión a mi interrupción cuando él tocaba la guitarra, seguidamente giró a ver a Matilde y le dijo: Por favor, asegúrese de que vaya, estaré esperando.

—Como usted diga, señor.

Me congelé, mientras Noah salía de la sala.

—Muy bien, ya oíste Lucia, termina para que vayas a ver que se le ofrece al jefe.

—Apenas hoy es tu segundo día y ya estás en problemas —manifestó Raquel entre bromas, y a su vez extrayendo un cigarro para encenderlo, hecho que no pudo hacer porque Matilde se lo arrancó de la mano.

—Esos comentarios negativos están de más, mejor dejemos que Lucia vaya y lo averigüe, ya luego nos contara.

—Algo importante ha de ser para que nuestro presidente ejecutivo haya venido en persona hasta sus súbditos —opinó Geraldine.

—Lo único que tengo en cuenta, es que nuestro nuevo y joven "presidente ejecutivo" es sumamente atractivo —manifestó Raquel con entusiasmo.

—Ojalá esto no tenga nada que ver con aquella señora Hilda —dije entre dientes. Yo era un manojo de nervios y tribulaciones.

—Muchacha, quédate tranquila, y no pienses más de la cuenta. No considero que se trata de una situación grave, no he observado ningún gesto que me permitiera obtener tal conclusión, no obstante, me confieso culpable de la curiosidad. Lucia, independientemente de la razón que desee conversar contigo, yo estaré a tu lado. No sabemos a ciencia cierta cómo es el primogénito del dueño a la hora de abordar problemas con los empleados, lleva muy poco tiempo al frente de la empresa y no ha habido actos que nos alarmen, todo lo contrario.

—Él desafió a su tía Hilda cuando me ofendió en la reunión, por llegar tarde con el agua y llevar la camisa amarrada en la cintura.—Todas pusieron caras de asombro, Raquel soltó una risotada.

—¡Lo que fuera dado yo por ver la cara de esa vieja estirada cuando su sobrino la mando a callar! Ella será muy millonaria y todo lo que desee, pero le falta un tornillo, a veces llama a su sobrino "Ethan" en vez de Noah, que es su verdadero nombre.

—Bueno, fue educado al pedírselo en la reunión; y en torno a lo otro, ¿por qué motivo lo hace? —quise saber.

—Porque así se llamaba el abuelo de Noah, y él se le parece mucho cuando el señor estaba joven, desde pequeño le decían Ethan en lugar de Noah. Verás el cuadro de Ethan Duarte de León cuando vayas a la oficina y entenderás, ahora ¡Basta de pláticas y a trabajar! —sentenció Matilde. Solamente me restaba terminar de limpiar aquel salón que de un momento a otro se me había vuelto interminable, para poder ir a descubrir qué quería Noah Duarte de León. No obstante, no podía fingir que no me asustaba lo que estaba por venir en todos los aspectos de mi vida.

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