Me intimidaba verlo sin camisa. Los nervios me recorrían como una corriente incontrolable. Intenté desviar la mirada hacia cualquier otro punto, algo que disipara aquella sensación ardiente que me consumía… pero fue inútil.Mis ojos, atrapados en un trance involuntario, se negaban a apartarse de él. Gabriel sostenía al halcón con la misma solemnidad con la que un dios cargaría su emblema. En su pecho desnudo, una imagen me robó el aliento: un lobo pintado, sin pelaje, delineado en grises, parecía formar parte de su carne. No era sólo un tatuaje. Era como si esa criatura se hubiera fundido con su cuerpo, en una danza simbiótica y poderosa. Aquella dualidad entre hombre y bestia despertaba en mí una fascinación difícil de explicar.El lobo, con los ojos abiertos —del mismo color que los de Gabriel—, aullaba hacia una luna invisible. Aquella imagen, recostada sobre su torso, realzaba su atractivo de manera desquiciante. Si ya era imposible negar que Gabriel era un hombre hermoso, con ese
Todo se estaba saliendo de control. Laura no había ido sola: dos mujeres más la acompañaban, y todas parecían recién salidas de un ritual de venganza.—¡¿Esa pelirroja es tu nueva golfa?! —bramó Laura como una posesa, señalando a Verónica con los ojos inyectados de rabia.—No te debo ninguna explicación —le espetó Javier con el rostro endurecido—. Esta relación se quebró hace tiempo. Así que lárgate. No quiero verte ni un segundo más.—¡No me iré hasta sacarle los ojos a esa desgraciada roba novios!—¡Acércate, que yo no te temo, despechada! —le respondió Verónica desde más atrás, desafiante, sin vacilar.—¡¿Qué está sucediendo aquí?! ¡No permitiré escándalos frente a mi casa! ¡Se van inmediatamente o llamo a la policía! —intervino Nancy, alarmada al ver el espectáculo que se formaba en su jardín.—¡Usted debe ser la mamá del alcahuete de Gabriel! ¡Él es el culpable de que Javier me dejara! —Laura parecía poseída por una fuerza que la devoraba desde adentro.Giré hacia Gabriel. Él obs
3:40 p.m.Anastasia había permanecido en silencio casi todo el día. Matilde, atenta desde su rincón, la observaba con preocupación. No quería suponer que doña Amelia había empeorado, pero conocía bien esa quietud cargada de tormenta. Suspiró. Si algo sabía Matilde era reconocer el dolor de una mujer, incluso cuando se ocultaba bajo pretensiones y falsas sonrisas.—Ana… ¿Te tomas un café conmigo? —le propuso con dulzura.—Gracias, Matilde, pero aún no termino.—Has pulido esa mesa tres veces en lo que va del día. Más brillo no vas a sacarle —le respondió con una media sonrisa, mientras le tomaba la mano con firmeza y le quitaba el paño de limpieza—. Vamos, sé que lo necesitas.Anastasia no encontró una excusa convincente. Sin más defensa, aceptó la invitación de su amiga.Ya en uno de los cafetines de la empresa, Matilde la abordó sin rodeos.—Ahora sí, Ana… ¿qué te sucede? Esta mañana eras la viva imagen de una muerta en vida. ¿Está bien tu madre?—Está estable, gracias a Dios.—Ajá…
¿Creen en las premoniciones? ¿Les ha sucedido que sueñan y ese sueño de cierta manera se vuelve realidad?, aunque no de forma "literal". Lo que trato de afirmar es que nuestro subconsciente nos proporciona señales que a veces no sabemos identificar. Por ende, para evitar que la historia sea tan compleja, con mis explicaciones (que en vez de aclarar oscurecen), aquí les relato mi sueño y saquen ustedes mismos sus propias conclusiones.Desde pequeña siempre he tenido una utopía repetitiva donde la escena se centra en una mansión. En esa residencia se encuentra un balcón; oigo que de ese lugar provienen gritos desesperados de un hombre, quien me llama por mi nombre.Ese extraño que me llama, me pide ayuda, puedo ver su figura en cuclillas dándome la espalda. A continuación, aparece una escalera en forma de caracol. ¡No comprendo cómo puedo contemplar todo lo que está ocurriendo arriba cuando estoy en la planta baja!, supongo que es el poder de los sueños que hacen de lo imposible lo posi
Hoy es un día cualquiera, o mejor dicho un día más donde me las ingenio para lograr que me alcance los ingresos. Me levanto muy temprano junto a mi mamá, lo primero que hago es darme una ducha fría, luego prepararme un café cargado para terminar de espantar el sueño. Me observo al espejo y me detallo. Mis ojeras parecen estar en una revolución conmigo, por lo que procuro mi corrector de ojera. Me evaluó y me detalló nuevamente; para ser sincera, soy el ejemplo perfecto del famoso dicho que cita lo siguiente: "No soy hermosa, pero tampoco fea que asusta", a mi favor podía señalar que soy llamativa y aceptable a mi juicio, y no lo digo solo yo, tengo fuentes que lo confirman. No puedo evitar reírme mientras lo pienso. Me dicen que soy «llamativa», pero creo que esto se debe a mi forma de ser. Me considero sumamente polifacética y adoro diversas técnicas musicales, y señalan que mi voz es excepcional. También puedo añadir a mi lista de dones, que soy muy brillante, con las matemáticas y
Mi madre y mi abuelo habían pasado la noche junto a la abuela, mi tío Gilberto, el único hermano de mi mamá, ya estaba en camino al hospital; él vivía en otra ciudad y no le era fácil llegar con la prontitud requerida, así que tardaría un poco. En consecuencia, no pude asistir a la universidad, debía hacer la suplencia a mi madre; a mi favor, tenía el privilegio de contar con mi mejor amiga Verónica, ella me proporcionaría los apuntes y grabaría la clase para que pudiera observarla, una preocupación menos.El insomnio había sido intenso, y durante toda la noche no tuve la oportunidad de ponerme en pie, reflexionando acerca de mi abuela y suplicando a Dios y a los santos que se tratara de un simple desmayo debido a la carencia de vitaminas o el exceso de cansancio asociado a su edad. Hace dos meses había cumplido 73 años de edad, sin embargo, a pesar de su prolongada edad, mi abuela se veía rozagante, una mujer fuerte que desbordaba energía, pero ayer al verla tan pálida y arrastrada e
¿Cómo se puede reaccionar ante un diagnóstico tan perjudicial? ¿Qué palabras o acciones tomar cuando tu alma parece que te abandona? En aquel instante, todos los recuerdos de los momentos felices llegaron a mí como una revisión de todo lo vivido junto a mi abuela. Mi admirada y amada dama, Amelia, siempre ha sido mi refugio. Durante todo este tiempo, su entereza y su amor me han brindado un soporte invaluable. Mi corazón se había desvanecido al oír la noticia.—¿Estás bien? —me preguntó Matilde. Al momento no pude articular palabras, mi mente se había sumido en una oscuridad flotante. Sentí la mano de Matilde tomar la mía, una lágrima se había desbordado sin percatarme.—No importa el diagnóstico, todo estará bien, muchacha. Debes tener fe en Dios, él no abandonará tu camino.—Tiene Parkinson —al decirlo, el llanto empezó a brotar y Matilde me abrazó.Lloré en su hombro hasta que las lágrimas se secaron, me había hecho bien. Matilde me condujo de la mano hasta el cubículo del personal
Tiempo… Esa palabra y lo que significa ha estado en guerra conmigo. Tenía muchas cosas que hacer y poco tiempo para hacerlas."Necesitó un clon", exclamé mientras me abalanzó a la cama, exhausta de la ansiedad. Después de un momento, ya más tranquila, me dedico a mi abuelo. Él estaba muy triste y preocupado como los demás miembros de la familia.—Amelia la han dejado en el hospital con el fin de ser examinada durante tres días más —me explicó.—¿Cenaste?—No tengo hambre, hija mía.—No voy a permitir que te enfermes también. Acompáñame y cenemos juntos. Voy a preparar algo para ambos. Mi mamá está con la abuela, y mañana iré yo, así que animo porque de esto salimos —mis palabras firmes lograron que mi abuelo se sintiera mejor, y le apeteciera probar bocados.Minutos más tardes.Recogimos la mesa y dejamos todo limpio y ordenado, ya eran las 8:00 de la noche, me aseguré de que mi abuelo descansara, después fui a mi habitación y encendí la computadora. Sentí una preocupación menos cuand