Una vez que llega Dalia y concluimos con las formalidades de saludo, les muestro las fotografías tomadas.―¿Cómo supo el acosador que irías a la feria de miniaturas?―No sabía, su intención no era que yo lo viera ―el acosador es inteligente, pero no adivino―. Hace un año hizo una de casa embrujada ―no he visto las fotos de esa maqueta―. Creo que es sobre la masacre. Es como el típico asesino que deja pistas al azar a ver si alguien las encuentra. Supongo que es su forma de desahogarse. No puede decir lo que planea, pero lo expresa con...arte.El asesinato no es arte, pero la cerámica lo es.―Apuesto a que se sintió satisfecho cuando el año pasado dejó en claro sus planes de matar y nadie lo previó ―Pavel rasca su nariz―. Es un cabrón orgulloso.―¿Estos seríamos nosotros?Dalia observa atentamente las fotografías del laberinto. Acomoda sus lentes graciosamente y frunce la nariz. Observo la misma foto que ella, es de un chico de cabello un poco claro, tiene un libro en las manos, más ad
El trayecto hasta la habitación de Sebastián es un suplicio para ellos, para mí se reduce en un intento por llegar a una puerta imaginaria porque tengo conocimiento de un suceso que nadie puede saber o al menos eso dice la voz: "Sabes el secreto, no puedes vivir". Una risa macabra capaz de helarme la sangre me obliga a centrar mi objetivo en escapar. Por momentos escucho las palabras de Dalia, los bufidos de Sebastián y la respiración de Pavel, pero una parte de mí está muy lejos de ahí, se aferra a quedarse en una pesadilla.Muy por lo bajo, escucho la melodía familiar que me acompaña desde hace un tiempo, los tonos graves y suaves me arrullan, me anclan a la realidad. Quisiera hacer mía ese tarareo, hundirme en el sonido, embargarme de la tranquilidad que transmite; es tan hermosa, sé que puedo confiar.Hay algo que no cuadra en la maqueta y es que, si el acosador la hizo, ¿cómo iba a saber que uno de los cinco se separaría? La figura de cristal del centro parecía tranquila, como si
―¡Cállense!Se hace el silencio, al fin.―¿Mi ex les ofreció algún trago?Los tres me miran como si fuera una idiota.―Infinidad de personas me ofrecieron tragos ―Pavel voltea los ojos―. Porristas, de americano, unos de básquetbol...―No sé ―Dalia me mira derrotada―. Andrés me dejó plantada y estaba triste, bebí de todo.Sebastián alza la cabeza de golpe.―¿Él te invitó? ―Dalia asiente―. Si no te hubiera invitado, ¿habrías ido? ―niega―. Puta madre, seguro no se presentó porque quería que bebieras sin límite ―los ojos enormes de Dalia reflejan puro dolor―. ¿Qué excusa te dio?―Que una familiar tuvo un accidente y debió ir a ayudarla ―traga saliva―. Perdió el teléfono y no pudo avisarme. Estuvo todo el fin de semana afuera.Es increíble como uno puede creer mentiras cuando está enamorado. No soy quién para juzgar, pues organicé mi vida con base en las aspiraciones de mi novio, pero eso me abrió los ojos para darme cuenta de que a veces nos mandan señales y no las vemos porque no queremo
Escucho risas a lo lejos o tal vez se tratan de risas externadas en susurro, no podría decirlo, pues siento los párpados pesados, tengo un dolor en el codo y mi corazón martillea con fuerza, así que mi concentración está por los suelos. Trago saliva con pesar, al tener la boca tan seca, no hay mucho con que lubricar. Quisiera decir algo, preguntar qué causa tanta gracia, pero la lengua me pesa tanto, que no puedo.Conforme me espabilo, me doy cuenta de varias cosas, primero noto el frío, el viento golpea como cuchillas diminutas mis brazos y mis mejillas, después me doy cuenta de que algo me arrastra, pues se me clava algo en la espalda. El tacto duro de unos dedos, en mis pantorrillas, presionan cada vez más fuerte como si sostenerme le resultara cada vez más difícil.―Pobre tonta ―dice una voz de chica―. Eso le pasa por hablar como niña consentida ―Esto último lo dice imitando una voz chillona.―Deja eso ―interfiere una voz de chico, casi como de niño―. Me hizo quedar como imbécil.
Una vez que entra, le extiendo el libro para que lo hojeé en lo que termino de alistarme. De paso también le cuento la forma en que llegó a mis manos.―¿El encapuchado atacó al quinto sobreviviente? ―Dalia pasa páginas sin leerlas―. Entonces es mujer ―hace un sonido extraño―. Kendra, tal vez los dos fueron a buscarte para fines distintos y se encontraron entre ellos.Solo recordar los sollozos me da escalofríos.―¿Por qué no solo me buscó?Cierra el libro de golpe y me mira profundamente.―No sé ―aprieta los labios―. Sebastián sabrá ―suspira―. ¿Por qué no te llevaste la mochila entera?No tengo respuesta, desde que encontramos los cadáveres en la casa he tomado acciones que después de meditarlas me parecen tontas, pero que en el momento fue lo único que se me ocurrió. Una persona normal, sin un pasado raro, habría hablado con la policía en primer lugar. Pensé en hacer eso al principio, hasta que medité las consecuencias. Pero nunca imaginé que todo se iría tan a la mierda.―No pensé ―
―Su puta madre ―la exclamación de Pavel me hace girar la cabeza―. "Con el fin de que el paciente pueda superar el suceso; una vez que esté en trance, el suceso traumático debe reproducirse con la mayor fidelidad. Eso incluye aromas, objetos, palabras y sonidos. El propósito es que el paciente ejerza ahora el papel del atacante, de forma que, si antes no pudieron hacer frente, ahora lo hagan. Sin embargo, el otro sujeto que fungiría como su atacante original, debe ser alguien que cumpla las características del atacante original, si no, no servirá de nada, pues el paciente no podrá sentir la culpa en el atacante y no podrá desahogarse. Además, no estaría deshaciéndose de lo que le aterra, de lo que le hizo daño, de lo que le impide dormir a diario.La palabra desahogarse no me gustó. Pavel espera una respuesta de nuestra parte, algún tipo de reacción, pero no entiendo, se supone que eso ya lo sabíamos sin tantos detalles.―¿No lo ven? ―Pavel se muerde el labio―. ¿Cómo sabría que si el a
No entiendo la razón por la que mis compañeros parecen tan tranquilos con respecto al hecho de que una chica se quiso matar frente a nosotros. Discuten sobre las posibles cosas terribles que Tristán pudo haberle hecho. Desde haberla violado hasta someterla a tanta presión como para volverla "loca".Debería traerme sin cuidado que hablen tan mal de Tristán, pero la realidad es que en parte me duele. Es una sensación tan rara e incomprensible que provoca irritación dirigida hacia mis compañeros. Una cosa es pensar que tal vez Tristán la abandonó cuando se dio cuenta de que la chica era depresiva y otra muy diferente es...―Seguro se enteró de que Tristán mató al que le hizo la novatada y la torturó para que no dijera nada.Llegaron a mi límite.―Arrestaron a alguien por ese crimen ―espeto hacia Sebastián― ¿Cuál es tu afán de mierda de culpar a esa familia?Su risa burlona y su bufido irritado están por sacarme de quicio.―Antes desconfiaba de ti cada que los defendías ―replica apretando
―Bien.Me mira como si esperara algo más, pero la verdad no tengo más que decir.―No te pongas en esa actitud.―De acuerdo, Sebastián, te perdono ―suspiro irritada―. Agradezco profundamente tus disculpas.―Vale, entonces ven con nosotros ―echa un vistazo hacia atrás―. Te ahorro el tener que convivir con la niña obsesiva.―Es mi compañera de habitación ―replico, ofendida―. Y me cae bien, es mi amiga.Me mira como si estuviera bromeando. Genial, acaba de pedir disculpas y la acaba de cagar otra vez.―Debe ser una broma ―dice al comprender que hablo en serio―. A todos en Economía nos desespera, habla más que Dalia. Además...cae mal, solo mírala.Giuli se esmera en acomodar su comida en el plato, no es nuevo para mí, ya que la he visto comer en la cocineta, es parte de su TOC. Ni siquiera es tan grave, he visto personas que necesitan contar sus pasos y si pierden la cuenta, volver a donde empezaron o mirar hacia atrás constantemente porque si no algo malo podría pasar (según ellos). O cos