Cincuenta y ocho

No, no más muerte. Recuerdo a Heber y su dolor por su familia, a la chica con estrés post traumático a mi mamá sufriendo debido a mi papá. Sí, voy a ayudar, este don es una maldición, pero si lo tengo lo usaré para que la gente no sufra más. La transferencia de emociones tiene sentido, solo así podremos asegurarnos de que no hagan más daño. Quien pueda vivir así, que lo haga y quien no, se suicidará.

Y tengo fe, mucha fe. Porque somos más los buenos.

—¿Y qué dices, Kendra? Te unirás a mí para mejorar el mundo.

Me ofrece su mano, puedo sentirla. Me ofrece un nuevo comienzo, un nuevo mundo. Ayudar, curar.

Tomo su mano y entonces logro llegar a sus pacientes a través de él. Heber, la chica abandonada en la carretera, una chica violada en su casa, un chico cuya madre fue víctima de las drogas, la chica maltratada y casi molida a golpes. Y uno que me llama, uno que puedo sentir casi como si estuviera aquí: El hijo que ha sufrido agresión por su padre, que perdió a su madre debido a su herm
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