Octubre, 2010.El chico de las galletas no volvió al taller. Un día simplemente no asistió y dejé de verlo. Algo en él siempre me cautivó, mi primer encuentro con él fue agradable, el segundo no parecía ser él mismo. Nadie de las chicas es capaz de decirme algo sobre él, algunas solo dicen que da miedo, otras que es chico y tal vez podrían besarlo.He pasado los últimos meses intentando encontrarme de nuevo con el extraño personaje que me habló a través de la reja, pero cada vez que vengo a este lugar, me encuentro con el vacío.Y ahora no es diferente, pues del otro lado solo veo una especie de área verde. Ninguna persona.Me estoy quedando dormida cuando escucho una voz.—Hey, no te duermas o te castigarán.Lentamente muevo la cabeza para encontrarme con un par de ojos cafés. Lo reconozco, es el chico de las galletas.—¿Ya no te dan palizas?Eso me obliga a levantarme. Es él, él fue quien vio cuando la chica que se suicidó casi me mata a golpes.—Eres tú, ¿por qué no me dijiste cuan
Noviembre, 2010.Heber no es exactamente un chico muy listo. O tal vez es que Joan verdaderamente es inteligente, posiblemente un poco más que el promedio. Solo he visto a Joan dos veces, cuando me trató mal un día en taller de repostería y hoy.—Va, otro acertijo...—No, son idiotas, o tu eres idiota —dice desde su posición recostado en el pasto.Y es por eso qué, ahora me doy cuenta de que prefiero mil veces a Heber.—Si tanto te molesta, ¿para qué viniste? —pregunto impaciente—. De haber sabido que eras tú, me iba antes.Suelta una carcajada burlona, su mirada es dura, como si analizara qué tanto daño me podría hacer con las palabras. Sé que está herido, siento que está herido, sigue sangrando y solo busca una manera de cerrar la herida aun cuando la forma le cause un desgarro peor.—El llorica le dijo a él —explica despreocupado—. Él no se dio cuenta de que era yo cuando lo vi hoy. Su primera pregunta fue: ¿Y cómo está ella? Y pensé que se refería a que alguien más estaba con noso
Enero, 2011.El año comienza con dos buenas noticias: Al fin estoy curada de mi fractura de brazo y ya no hay un solo rastro de las heridas que yo sola me hice. Mi caso fue bastante sonado, pero no tanto como el caso de otra chica que se suicidó.Su nombre lo ignoro, pero sé que se tiró desde el cuarto piso de celdas. Simplemente se subió al barandal y se dejó caer. Por suerte no vi eso, si no, habría quedado traumada de por vida. O tal vez no.—¿Cómo te sientes? —me pregunta el doctor de aspecto agradable.—Bien, me ha servido el medicamento del dolor —sonrío y muevo el brazo con facilidad—. Y puedo moverme bien. Ya no me duele.—Tuviste una fisura, no es tan grave como una fractura expuesta, pero tenemos que cerciorarnos de que ya está totalmente soldada.En el reformatorio no hay una unidad de rayos X, así que me sorprendo cuando veo que trae una máquina rara y me pide que extienda el brazo.—Es portátil —anuncia—. Las maravillas de la tecnología.Una vez que vemos que mi brazo se
—Tal vez también tengo una enfermedad mental —eso tendría mucho sentido—. Me pregunto si necesito ver a un psiquiatra.—Podría recomendarte al mío, pero es muy especial, no acepta a cualquiera.Eso es incluso gracioso, como si pudiera simplemente darme una tarjeta y yo hablara preguntando cuándo tienen cita libre.—Mi mamá tiene depresión, las enfermedades son hereditarias o eso me dijeron.—Podría ser... Oye, si tu sientes lo que los demás, ¿ellos podrían sentir lo que tú?Esa es una pregunta que no me habría plantado ni en un millón de años.Me encojo de hombros y lo miro como si no me importar, aunque definitivamente es interesante.—Vamos, inténtalo —dice animado—. Intenta que yo sienta algo.Lo hago solo para probarle que no funcionará. Cierro los ojos para imaginar lo que se siente ser feliz, es ver a una persona que quieres, es estar conforme con uno mismo, es ver que haz logrado por lo que tanto haz luchado, es saber que las personas a las que más quieres están bien. Cuando ab
Diciembre 2011Mi vida se convierte en un vacío. Tengo la sensación de haber perdido algo de suma importancia. Algo que me pertenecía y que me fue arrebatado.Asisto a clases, leo en la biblioteca, cumplo con hacer actividad física y voy a repostería. Algo en el taller me causa nostalgia, pero no logro entender qué. Me siento vacía. Cuando duermo todo es negro, todo está en silencio.Mi tiempo en este lugar está llegando a su fin. Mi tía vino a visitarme el fin de semana anterior, comentó que mi madre está mucho mejor, que para mi regreso ella estará como antes, como cuando era feliz.Estando en mi celda, meditando sobre lo que haré al volver a casa, una guardia me llama. La sigo por los pasillos mientras algunas chicas me miran curiosas, otras solo parecen querer asesinarme. Llego al pabellón del hospital y me congelo. ¿Qué me van a hacer? Yo estoy bien de salud. Esto debe ser una mala señal.Asustada, retrocedo, pero la guardia me empuja hasta meterme en un cubículo que parece una e
No, no más muerte. Recuerdo a Heber y su dolor por su familia, a la chica con estrés post traumático a mi mamá sufriendo debido a mi papá. Sí, voy a ayudar, este don es una maldición, pero si lo tengo lo usaré para que la gente no sufra más. La transferencia de emociones tiene sentido, solo así podremos asegurarnos de que no hagan más daño. Quien pueda vivir así, que lo haga y quien no, se suicidará.Y tengo fe, mucha fe. Porque somos más los buenos.—¿Y qué dices, Kendra? Te unirás a mí para mejorar el mundo.Me ofrece su mano, puedo sentirla. Me ofrece un nuevo comienzo, un nuevo mundo. Ayudar, curar.Tomo su mano y entonces logro llegar a sus pacientes a través de él. Heber, la chica abandonada en la carretera, una chica violada en su casa, un chico cuya madre fue víctima de las drogas, la chica maltratada y casi molida a golpes. Y uno que me llama, uno que puedo sentir casi como si estuviera aquí: El hijo que ha sufrido agresión por su padre, que perdió a su madre debido a su herm
A nuestro alrededor, todo es un caos, todo mundo pelea con todo el mundo, hay gritos, sangre y un zumbido de sierra eléctrica, pero en este momento, todo se reduce a Uriel.—Cuando no pudiste, le dijo a Gibrán que debía matarte, le dije que yo lo haría y no lo hice. Heber estaba impaciente, esperaba que lo recordaras, que lo quisieras. Nadie entendía por qué no nos recordabas. La sudadera era de Heber, pero no podías tenerla por si ibas a la policía, así que Gibrán la robó y me enfrentó. No podía permitir que les dijera a todos que Dana ordenó matarte, así que peleamos y entre empujones él cayó del edificio. Kendra, todo lo que pasó fue solo la pelea entre Dana y yo, ella queriendo matarte y yo tratando de salvarte mientras esperaba que recordaras.—¿Heber es Joan? El saber que yo no recordaba lo hizo estresarse, ¿cierto? Por mi culpa Joan volvió a salir.—Heber no podría hacerte daño, Dana convenció a Joan —murmura Uriel—. No he podido hacer que salga.—¿Ya los conocías? A Heber y Gi
Siempre he pensado que la vida trata de hacer lo que mejor sabes hacer, estando lo mejor posible con la persona que mejor es para ti. Como mi novio quien es lo que siempre soñé. Aunque, siendo sincera, nunca me había puesto a pensar en lo que buscaba en un hombre, pero estoy tan a gusto con él que mis expectativas son él. Y está bien porque Juan Pablo es el tipo de chico que estarías feliz de presentar a tu familia; cálido, formal, caballeroso, con metas bien dispuestas en su vida y con un futuro profesional decente, siempre encaja a la perfección en cualquier situación.Sabe adaptarse y sabe cómo hacer que uno pudiera adaptarse más fácilmente.Y para mí nuestra relación iba bien, pensaba que éramos esa pareja estable entre el montón de relaciones tóxicas o que iban en picada o que ya eran historia. Sin embargo, el hecho de que llevara tres días sin responder mis mensajes y uno ignorando mis llamadas me decía todo lo contrario.Al principio atribuí su distancia a los preparativos que