Treinta y ocho.2

Una vez que entra, le extiendo el libro para que lo hojeé en lo que termino de alistarme. De paso también le cuento la forma en que llegó a mis manos.

―¿El encapuchado atacó al quinto sobreviviente? ―Dalia pasa páginas sin leerlas―. Entonces es mujer ―hace un sonido extraño―. Kendra, tal vez los dos fueron a buscarte para fines distintos y se encontraron entre ellos.

Solo recordar los sollozos me da escalofríos.

―¿Por qué no solo me buscó?

Cierra el libro de golpe y me mira profundamente.

―No sé ―aprieta los labios―. Sebastián sabrá ―suspira―. ¿Por qué no te llevaste la mochila entera?

No tengo respuesta, desde que encontramos los cadáveres en la casa he tomado acciones que después de meditarlas me parecen tontas, pero que en el momento fue lo único que se me ocurrió. Una persona normal, sin un pasado raro, habría hablado con la policía en primer lugar. Pensé en hacer eso al principio, hasta que medité las consecuencias. Pero nunca imaginé que todo se iría tan a la mierda.

―No pensé ―
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