En su mente, el atacante volvería en cualquier momento, repetiría su acción y ella jamás encontraría paz. Intentándose todo tipo de terapia, de medicamentos, después de gritos de desesperación, ruegos por ayudar a quitar tanto terror, súplicas para lograr que se adapte de nuevo a la vida, si no se logra un avance significativo, ¿qué seguiría?".―Matar a un violador al azar y convertirse en asesino ―masculla Sebastián desde adelante.No quiero imaginar el terror que sintió la chica cuando fue atacada por el repartidor...―¿Cómo supo que era un repartidor? ―me enderezo y saco mi teléfono―. Se supone que es un caso hipotético, pero no avientas palabras al azar.Doy con la noticia en un blog viejo. La víctima se llamaba Lizbeth Roque Rodríguez, tenía doce años cuando fue atacada en su casa por un repartidor de pizza que había hecho una entrega a dos calles de distancia. Estuvo en el hospital psiquiátrico de Velaria por tres años sin mostrar mejoría, sin embargo, tres meses antes del incen
Dudo durante una milésima de segundo antes de dejar en el suelo al salvador y correr hacia Sebastián. Pavel es el primero en llegar a él, lo levanta suavemente y lo recarga en los barandales de las escaleras, pero le ordeno que lo recueste en el suelo del quiosco y lo cambia de posición. Tiene una herida bastante fea en la sien, además, una mancha de sangre adquiere tamaño en su playera verde claro. No es grande, pero la mera visión me aterra; por un instante quiero salir corriendo, después pierdo la razón y me dejo llenar por el color, por un minúsculo instante quisiera tomarla entre mis dedos.―Descubre la herida del abdomen ―digo hacia Pavel, me inclino sobre Sebastián―. Necesito ver el tamaño y qué tanto sangra.Las manos del futbolista son bruscas y sin querer golpea la herida lo que le saca un quejido a Sebastián quien abre un poco los ojos. Con muy poco tacto, aparto a Pavel de su lado y me dedico a inspeccionar la herida. Está en el flanco derecho, dado que no sale sangre a bo
Niegan. Tengo mi teléfono, fuera de eso no traje más conmigo. Tal vez solo querían hablar.―¿Nos estaban midiendo? ―Pavel se encoge de hombros―. Para ver qué tanta pelea damos.No sé, las acciones de los acosadores carecen de sentido para mí.Escuchamos que la puerta se abre y el hombre nos avisa que podemos pasar. Soy la primera en cruzar el umbral, Sebastián está sentado sobre la mesa, sin playera, puedo ver que la herida está vendada, no hay sangre visible. Me acerco a él y lo ayudo a ponerse la playera, ni siquiera me da las gracias.―¿Y?―Viviré ―se encoge de hombros como si no fuera la gran cosa―. De la cabeza también estoy bien.Escucho un quejido y un crujido, volteo y veo a Dalia con las manos en la nariz, el doctor limpia con gasas la sangre de su barbilla y nariz.―Sanará sin problemas ―Dalia le agradece al hombre en voz baja―. La cuchillada no fue profunda ―dice hacia mí, serio―. Unos centímetros más profundos y habría alcanzado alguna arteria, pero habría vivido. Lo que m
Ah, eso. Me muerdo el labio, nerviosa. No sé ni qué contestar, se supone que lo corté porque debía resolver el tema sola, pero lejos de resolverlo ha empeorado. Todo bien, creo que estamos por descubrir a tu otro hermano.―La verdad...podría estar peor―podría estar muerta.Instintivamente bajo la mirada hacia su dedo anular, busco un anillo que no hay. Si un Diener usar un anillo seguramente sería de oro o plata, no una baratija de madera improvisada.―Kendra ―si dice mi nombre, es difícil resistirse―, me he preocupado por ti ―da otro paso y apenas respiro―. No quiero que te ocurra algo.―¿No has estado con Joanna?En cuanto las palabras salen de mi boca me arrepiento. Tampoco quise sonar tan brusca, además, se supone que yo no conozco a Joanna. Mierda, sabrá que he estado revisando Instagram. La cara se me ha caído de vergüenza y no pienso recogerla. Que la recoja quien quiera. Además, estoy siendo hipócrita si me encelo porque él está con la chica bonita cuando yo he besado a su her
Recibo regaños por parte de todos por la mañana. Dalia me echa en cara que debí haber hecho algo por evitar que Ventura me viera con Tristán, argumenta que la infidelidad generalmente termina en desastre. Pavel se lamenta porque quería verme con los dos más populares y calientes del lugar, aunque él jamás lo admitiría en público. Sebastián es otro caso, su enojo proviene de la realidad de ya no contar con invitación para colarme en la fiesta y ayudar a Dalia a recabar información.―Ni siquiera quería ir ―es la verdad―. Es lo mejor, así no tendré distracciones.―Era para vigilar, no para enamorarte.―Pero seguía siendo una distracción ―me cruzo de brazos―. Tampoco es como que mi presencia resolviera el misterio.Sinceramente, dudo que una fiesta nos brinde un poco más de información de la que ya tenemos. No es como que llegue a preguntarle a Jaco si acaso vivió una situación traumática, o a Ulruir si acaso se lleva muy bien con Rolán Diener. Casi río al imaginarme preguntándole a Marle
―Te quiero en mi cama.Esas palabras son suficientes para detenerme de hacer una idiotez. Si no estuviera tan impactada, reiría, de todo lo que pensé que pudo haber dicho, eso no estaba en las opciones. ¿En su cama? No negaré que un hormigueo nace en mi estómago, que el calor amenaza con subir a mi rostro y que una parte de mí se siente triunfante.―¿Estás demente? ―siseo―. Ideaste un plan para que tu hermano nos viera.―No impediste que te besara.Porque me urgía un maldito cabello, entré en pánico y no se me ocurrió nada. Fue mala idea, pero en el momento fue lo mejor. Además, hijo de perra, no niega que fue su plan.―Sabes, Tristán ―digo ecuánime―. Eres la persona más incoherente que he conocido, no sé qué clase de juego estás jugando, pero no me interesa ―estoy dentro de un juego más grande y peligroso―. Anda a hacer tus tríos con chicas que se visten igual ―suspiro―. Yo solo vine por la compañía y porque quiero conocer a...Como desconozco el nombre del hombre de negocios, simple
―¿Cómo es Ventura en la cama?Hija de perra. Tiene que parecer real, ni modo que te pregunte algo tan simple como cuántos años tienes. Si mi hermano fuera uno de los implicados, me sentiría incómoda, pero Marlene solo ríe y alza su shot como en señal de salud. Ulruir parece interesado y Andrés más bien aburrido. Como es de esperarse, Joan se ríe.―No...nunca lo he hecho con él.Las expresiones de incredulidad e incluso burla de algunos me causa cierto conflicto. No fue tu culpa, siempre los interrumpían y el día que lo iban a hacer él estaba raro. Y después yo lo corté.―Te deberían dar una medalla.Renata me guiña el ojo. Lejos de sentirme orgullosa, me siento incómoda. Culpable es la palabra que buscas.La siguiente mano la gana Regina, ella ha bebido mucho en las últimas rondas, así que no me sorprende cuando su voz se arrastra.―¿Qué era Neli?Para empezar, Marlene se salió desde la primera ronda, así que no debe responder, pero Regina definitivamente le habla a ella.―Me salí del
―¡Tranquila! ―se acerca y me tapa la boca por lo que me remuevo en un intento por escapar―. Por favor, cálmate. Está bien, no te haré daño.Es parecido a Ventura, incluso cuando sus manos tocan mi piel desnuda lo siento tan familiar, pero algo me grita que debo correr, nadie encierra a un hijo en el sótano por ser inocente. Lucho con fuerza, intento morderlo, pero me toma con fuerza, escucho sus quejidos cuando lo golpeo, pero su agarre no decrece. Debiste quedarte en la orgía.No debí venir, punto. Una jodida caja, tal vez solo pude pedirla.―Me vas a meter en un problema si te escuchan ―dice con esfuerzo―. En serio, no te haré nada.Su tono de voz logra tocar alguna fibra sensible desconocida que me incita a hacerle caso, de haberme querido matar, tal vez ya lo habría hecho. O es que le gusta deleitarse con el sufrimiento ajeno. Es tan fuerte, que luchando no lograré ganarle, debo usar la cabeza. Poco a poco, mis movimientos cesan y mis respiraciones agitadas se vuelven más profunda