Recibo regaños por parte de todos por la mañana. Dalia me echa en cara que debí haber hecho algo por evitar que Ventura me viera con Tristán, argumenta que la infidelidad generalmente termina en desastre. Pavel se lamenta porque quería verme con los dos más populares y calientes del lugar, aunque él jamás lo admitiría en público. Sebastián es otro caso, su enojo proviene de la realidad de ya no contar con invitación para colarme en la fiesta y ayudar a Dalia a recabar información.―Ni siquiera quería ir ―es la verdad―. Es lo mejor, así no tendré distracciones.―Era para vigilar, no para enamorarte.―Pero seguía siendo una distracción ―me cruzo de brazos―. Tampoco es como que mi presencia resolviera el misterio.Sinceramente, dudo que una fiesta nos brinde un poco más de información de la que ya tenemos. No es como que llegue a preguntarle a Jaco si acaso vivió una situación traumática, o a Ulruir si acaso se lleva muy bien con Rolán Diener. Casi río al imaginarme preguntándole a Marle
―Te quiero en mi cama.Esas palabras son suficientes para detenerme de hacer una idiotez. Si no estuviera tan impactada, reiría, de todo lo que pensé que pudo haber dicho, eso no estaba en las opciones. ¿En su cama? No negaré que un hormigueo nace en mi estómago, que el calor amenaza con subir a mi rostro y que una parte de mí se siente triunfante.―¿Estás demente? ―siseo―. Ideaste un plan para que tu hermano nos viera.―No impediste que te besara.Porque me urgía un maldito cabello, entré en pánico y no se me ocurrió nada. Fue mala idea, pero en el momento fue lo mejor. Además, hijo de perra, no niega que fue su plan.―Sabes, Tristán ―digo ecuánime―. Eres la persona más incoherente que he conocido, no sé qué clase de juego estás jugando, pero no me interesa ―estoy dentro de un juego más grande y peligroso―. Anda a hacer tus tríos con chicas que se visten igual ―suspiro―. Yo solo vine por la compañía y porque quiero conocer a...Como desconozco el nombre del hombre de negocios, simple
―¿Cómo es Ventura en la cama?Hija de perra. Tiene que parecer real, ni modo que te pregunte algo tan simple como cuántos años tienes. Si mi hermano fuera uno de los implicados, me sentiría incómoda, pero Marlene solo ríe y alza su shot como en señal de salud. Ulruir parece interesado y Andrés más bien aburrido. Como es de esperarse, Joan se ríe.―No...nunca lo he hecho con él.Las expresiones de incredulidad e incluso burla de algunos me causa cierto conflicto. No fue tu culpa, siempre los interrumpían y el día que lo iban a hacer él estaba raro. Y después yo lo corté.―Te deberían dar una medalla.Renata me guiña el ojo. Lejos de sentirme orgullosa, me siento incómoda. Culpable es la palabra que buscas.La siguiente mano la gana Regina, ella ha bebido mucho en las últimas rondas, así que no me sorprende cuando su voz se arrastra.―¿Qué era Neli?Para empezar, Marlene se salió desde la primera ronda, así que no debe responder, pero Regina definitivamente le habla a ella.―Me salí del
―¡Tranquila! ―se acerca y me tapa la boca por lo que me remuevo en un intento por escapar―. Por favor, cálmate. Está bien, no te haré daño.Es parecido a Ventura, incluso cuando sus manos tocan mi piel desnuda lo siento tan familiar, pero algo me grita que debo correr, nadie encierra a un hijo en el sótano por ser inocente. Lucho con fuerza, intento morderlo, pero me toma con fuerza, escucho sus quejidos cuando lo golpeo, pero su agarre no decrece. Debiste quedarte en la orgía.No debí venir, punto. Una jodida caja, tal vez solo pude pedirla.―Me vas a meter en un problema si te escuchan ―dice con esfuerzo―. En serio, no te haré nada.Su tono de voz logra tocar alguna fibra sensible desconocida que me incita a hacerle caso, de haberme querido matar, tal vez ya lo habría hecho. O es que le gusta deleitarse con el sufrimiento ajeno. Es tan fuerte, que luchando no lograré ganarle, debo usar la cabeza. Poco a poco, mis movimientos cesan y mis respiraciones agitadas se vuelven más profunda
Tal vez no debería, pero es imposible evitar sentir compasión. Uriel habla en voz baja, detonando dolor. No me imagino ser renegado por tu padre, que te obligue a esconderte y vivir sin carencias materiales, pero no tener las experiencias de una persona normal. Le echo un rápido vistazo de reojo, parece nostálgico, incluso herido. Imagino a un Uriel pequeño, de tal vez 12 años encerrado en su habitación, viendo a sus hermanos ir y volver de la escuela, hacer tarea, hablar de sus amigos. Imagino a Ventura contándole lo que aprendió en matemáticas, a Tristán mostrándole lo que vio en ciencias naturales y a Marlene dibujándole como luce su salón de clases. Debe ser muy triste necesitar escuchar fiestas para sentir que las estás viviendo.En el accidente murió alguien, tal vez ni siquiera estuvo en un accidente. Además, dijo que no salía y acaba de decir que llegó de afuera.―Si no te dejan salir, ¿qué hacías afuera?Lejos de parecer apenado por ser atrapado en la mentira, hay un tenue br
¿La policía? No puedo creer que los interrogaran, pero tiene todo el sentido del mundo. Claro que debieron haber investigado algo. Uriel maldice en otro idioma y después se levanta, enfadado. A regañadientes me da la mano para ayudarme a levantar, su tacto es frío, envía una corriente eléctrica por mi brazo. Me suelta rápidamente y camina de vuelta a las escaleras.―Yo nunca dije que tus hermanos fueran los asesinos, creo que soy la única que cree que son buenos.Se detiene en seco, de espaldas parece mucho más imponente, cuando me mira de nuevo, veo cierta desconfianza, como si quisiera creerme, pero su instinto le dijera que no se puede confiar en una extraña.―Gracias, pero debes irte ―esquiva un objeto en el suelo―. Te agradecería infinitamente si no dijeras que me viste, de verdad me metería en un problema enorme.Se da la vuelta para subir las escaleras y pega la oreja en la escotilla para escuchar. Mi teléfono se ilumina y vibra en el suelo. Rayos, olvidé recogerlo cuando caí,
La realidad es que mi risa, si la dejo salir, sería histérica. La razón la desconozco. Observo a Giuli, se nota tan angustiada, tan ansiosa, como si hacer beso de tres fuera malo. Cada quien tiene derecho a vivir su sexualidad como mejor le plazca siempre y cuando no dañe a otros.Tampoco soy partidaria de que Sebastián necesite tanto el sadomasoquismo porque ciertamente es un trastorno, pero vamos, tampoco lo voy a obligar a ir a terapia. Si alguien va a cambiar tiene que ser por iniciativa propia.―Está bien ―pongo una mano sobre su hombro para reconfortarla―. Haz lo que te plazca, somos jóvenes y no debemos perdernos de nada.―No entiendes ―se aleja de mí―. Él tuvo una novia, le hizo algo tan grave como para que ella quisiera irse de aquí. Jaco habla maravillas de él, pero sé que no es buena persona.Si Giuli supiera que la chica estuvo a punto de matarse frente a nosotros, seguramente el asunto iría peor.―No hay que juzgar si no se conoce la historia completa ―me encojo de hombro
―¿El enemigo? ―ya no puedo más―. ¿Te has puesto a pensar que tal vez el único malo es Rolán? Te encanta juzgar a todos por la primera impresión, te casas con una teoría y te olvidas de todo lo demás.―Es que no hay otra teoría, dime la tuya.―Rolán es el malo. Mira, Uriel se refería únicamente a Rolán como padre, a Bertha simplemente le decía Bertha. Significa que tal vez no es su mamá. Rolán asesinó a su esposa, llevó a cabo la terapia y Uriel de alguna forma se enteró y para evitar que dijera algo lo encerró.No le planteé la idea a Uriel porque me pareció fuera de lugar soltarle todo en nuestro primer encuentro, además, ni siquiera sé si mi teoría es cierta porque me la acabo de inventar. Aunque tiene un poco de sentido.―A veces me pregunto de qué lado estás.―¿En serio? ¡Puta mierda, Sebastián! ―manoteo y me acerco a él, enfadada―. Yo quería ir a la policía desde el inicio, pero confié en ustedes y mira como terminamos. Por ir a salvarlos terminé enterrada viva, les conté lo de R