Cuarenta y uno.3

Ah, eso. Me muerdo el labio, nerviosa. No sé ni qué contestar, se supone que lo corté porque debía resolver el tema sola, pero lejos de resolverlo ha empeorado. Todo bien, creo que estamos por descubrir a tu otro hermano.

―La verdad...podría estar peor―podría estar muerta.

Instintivamente bajo la mirada hacia su dedo anular, busco un anillo que no hay. Si un Diener usar un anillo seguramente sería de oro o plata, no una baratija de madera improvisada.

―Kendra ―si dice mi nombre, es difícil resistirse―, me he preocupado por ti ―da otro paso y apenas respiro―. No quiero que te ocurra algo.

―¿No has estado con Joanna?

En cuanto las palabras salen de mi boca me arrepiento. Tampoco quise sonar tan brusca, además, se supone que yo no conozco a Joanna. Mierda, sabrá que he estado revisando Instagram. La cara se me ha caído de vergüenza y no pienso recogerla. Que la recoja quien quiera. Además, estoy siendo hipócrita si me encelo porque él está con la chica bonita cuando yo he besado a su her
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