La realidad es que mi risa, si la dejo salir, sería histérica. La razón la desconozco. Observo a Giuli, se nota tan angustiada, tan ansiosa, como si hacer beso de tres fuera malo. Cada quien tiene derecho a vivir su sexualidad como mejor le plazca siempre y cuando no dañe a otros.Tampoco soy partidaria de que Sebastián necesite tanto el sadomasoquismo porque ciertamente es un trastorno, pero vamos, tampoco lo voy a obligar a ir a terapia. Si alguien va a cambiar tiene que ser por iniciativa propia.―Está bien ―pongo una mano sobre su hombro para reconfortarla―. Haz lo que te plazca, somos jóvenes y no debemos perdernos de nada.―No entiendes ―se aleja de mí―. Él tuvo una novia, le hizo algo tan grave como para que ella quisiera irse de aquí. Jaco habla maravillas de él, pero sé que no es buena persona.Si Giuli supiera que la chica estuvo a punto de matarse frente a nosotros, seguramente el asunto iría peor.―No hay que juzgar si no se conoce la historia completa ―me encojo de hombro
―¿El enemigo? ―ya no puedo más―. ¿Te has puesto a pensar que tal vez el único malo es Rolán? Te encanta juzgar a todos por la primera impresión, te casas con una teoría y te olvidas de todo lo demás.―Es que no hay otra teoría, dime la tuya.―Rolán es el malo. Mira, Uriel se refería únicamente a Rolán como padre, a Bertha simplemente le decía Bertha. Significa que tal vez no es su mamá. Rolán asesinó a su esposa, llevó a cabo la terapia y Uriel de alguna forma se enteró y para evitar que dijera algo lo encerró.No le planteé la idea a Uriel porque me pareció fuera de lugar soltarle todo en nuestro primer encuentro, además, ni siquiera sé si mi teoría es cierta porque me la acabo de inventar. Aunque tiene un poco de sentido.―A veces me pregunto de qué lado estás.―¿En serio? ¡Puta mierda, Sebastián! ―manoteo y me acerco a él, enfadada―. Yo quería ir a la policía desde el inicio, pero confié en ustedes y mira como terminamos. Por ir a salvarlos terminé enterrada viva, les conté lo de R
Al otro día me despierta la llamada de Dana a las 6 de la mañana. Antes de responder salgo de la habitación hacia el pasillo para no despertar a Giuli.―Sé que es temprano ―escuchar su voz familiar me tranquiliza―, pero ayer en la noche descubrí algo de Juan Pablo ―trago saliva, expectante―. Intenté hablar con su mamá, pero cuando me reconoció como tu amiga ya no quiso decirme nada ―de fondo se escucha el agua correr― Sus amigos tampoco fueron fáciles, simplemente me cortaron, pero ayer me contactó el chaparro de ojos claros ―se aclara la garganta―. Dijo que te preguntara si sabes algo de Juan Pablo porque lo último que supieron de él fue hace tres semanas y mencionó que planeaba quedarse más tiempo en Yesca...tipo lo que resta de la licenciatura.―Pero solo nos transferimos por un semestre ―digo en un hilo de voz―, además ¿por qué sabría algo de él? ¿No saben que cortamos?―Claro que lo saben, pero creo que están preocupados por él, me dijo que desde la primera semana fue cortante co
Todos murieron entre las 12 am y las 2 am. Eso ya me lo imaginaba.Finalmente, está el resumen del interrogatorio a los Diener. Así que es verdad que la policía los investigó. Todos ellos tienen coartada desde las 8 pm hasta las 5 am (historias de redes sociales, fotografías y testigos), la historia de todos coincide aun cuando los interrogaron por separado y debido a la falta de evidencia necesaria, no pudieron registrar su casa. Además, negaron haber tenido cualquier vínculo con las víctimas excepto Neli "amiga" de Marlene, pero se menciona que ni siquiera asistió a la fiesta (corroborado por un mensaje en el teléfono de Neli). No recuerdo haberlo visto. Me pregunto quiénes serán los testigos que afirman haberlos visto durante toda la fiesta, hasta donde sé, de la universidad no ha habido testigos. Sería imposible interrogar a todas las personas que asistieron, primero porque la mayoría estaba en estado etílico (algunos incluso drogados) y segundo porque no todos aceptarían, además,
Sebastián titubea un momento.―Mierda, sí ―frunce el ceño―. No sabía para qué los querían, lo de mis huellas dactilares lo imaginé ―chasquea la boca―. Mi abogado dijo que simplemente los diera y ya...como si supiera que no coincidirían. Dijo: Si lo que dices de ser inocente es cierto, simplemente da el calzado.―¿Quién era tu abogado? ―inquiere Dalia.―Un tipo de Andrade-Cruz ―responde dubitativo―. Mi madre quería a Cristóbal Cruz, pero estaba ocupado y mandaron a otro.Una luz se enciende en mí, Cristóbal Cruz es el abogado que llegó antes de que metiera la pata.―Miren, he sospechado de los Diener desde el inicio ―explica ansioso―, pero uno de los ayudantes del abogado era Ventura Diener. ¿Por qué estaba ahí? Quería asegurarse de que no hablara. Y ahora con lo que dijo Kendra, entiendo por qué me instaron a entregar los malditos zapatos, él sabía que no hallarían nada. La acusación me quitó amigos y oportunidades, el acosador se aseguró de afectarme lo suficiente, pero sin meterme d
Pago la consulta con anticipación. El psicoterapeuta deja salir a su paciente anterior, me pide unos minutos y después me permite entrar. Es un hombre de mediana edad, tal vez roce los 45, tiene el cabello perfectamente recortado y su expresión genera confianza.Me da a elegir en donde sentarme, hay dos sillas, un diván y un cómodo sofá. Inmediatamente me voy por la silla.―Dime, Kendra, ¿en qué puedo ayudarte?―Tengo estos sueños que no comprendo ―explico lo más segura que puedo―. Mi pasado es difícil, me cuesta mucho trabajo confiar en la gente, abrir mis sentimientos. Supongo que se debe a un incendio del que fui parte ―sus ojos me atraviesan, me pregunto si sabrá que no soy del todo sincera―. No recuerdo nada, estaba dormida y de repente ya estaba siendo revisada por paramédicos. Nunca le tomamos importancia, mi madre y yo quiero decir ―me encojo de hombros―. Pero creo que a eso se debe la distancia que creo entre la gente que me quiere y yo.―¿Y quieres trabajar con eso?―Sí, qu
Una puerta se azota con fuerza y el sonido me despierta. Sin embargo, no puedo moverme, pues estoy atada. Me remuevo con impaciencia, debo salir de aquí, debo esconderme, es lo que debo hacer siempre que llega. Lucho contra las ataduras, pero solo consigo lastimarme las muñecas y los tobillos.Mi corazón se acelera y mi respiración se convierte en jadeo, quiero irme de aquí, debo correr al armario y encerrarme hasta que todo pase. No puedo hablar, es un hecho, las palabras se atoran en mi garganta y siento un terrible dolor en las mejillas. Entonces trago saliva y toso un poco, no estoy acostada, no del todo, si no, me habría ahogado.―Así que muy putita, ¿eh? ―la voz me pega como un látigo―. Al menos sabes cuál es tu lugar.Oh, no. Ya me ha visto, debí correr, debí esconderme. ¿Dónde está mi madre? Ella siempre lo detiene, siempre me cuida y se cerciora de que no me haga daño. Pero no está. Estoy atrapada, debo escapar, ¿por qué no logro moverme?―Ahora sí, perrita, te voy a enseñar
Sebastián me observa desde el suelo, su rostro afligido impide que pueda enojarme del todo con él. ¡Te golpeó e insultó! Porque pensó que era su...sumisa. Pero está mal, es enfermo, retorcido. No, es un trastorno y si no quiere tratar lo que sea que tenga, está bien, es su decisión. Si a alguien le gusta estar con árboles, mientras no se meta y afecte a alguien, que lo haga ¡Pero se metió contigo! El acosador lo hizo.―Perdón, ¿pero qué mierda hacías ahí? ―inquiere desesperado y de pronto abre los ojos horrorizado―. ¿Tú eres...?―¡No, no soy! ―lo corto impaciente―. Fui con el terapeuta. Tengo la sospecha de que es tú terapeuta.Aparta la mirada delatadoramente.―Mira, da igual, no soy tú que empiezo a sospechar de alguien por querer mantener sus problemas íntimos ―murmuro enfadada―. Recordé, ¿vale? ―el nudo en mi garganta es como un alambre de púas―. Al menos una parte o algo así.Me recargo en la pared y me dejo caer al suelo. Al recordar ese miedo, esa convicción de que mi padre est