Diez
Una vez que nos separamos, me voy a mi habitación, paso toda la tarde charlando con Giuli sobre mi pueblo. No sé por qué, pero hoy es más agradable que de costumbre; creo que es porque no están los otros chicos con ella.

Aquella noche tengo una pesadilla. Camino por un pasillo interminable, algo me incita a llegar a la puerta que está en el otro extremo, pero mientras más avanzo, más se aleja. Alguien me persigue, pero si volteo será mi perdición, escucho una respiración profunda, un murmullo grave y mi nombre que se repite una y otra vez. "No quiero". Grito, pero mi voz se pierde en el vacío "Déjame, prometo que no diré nada":

Una risa burlona y potente resuena por el lugar y entonces caigo a la nada.

Me despierto bañada en sudor y con la sensación de que alguien me observa. Giuli duerme plácidamente en la cama de al lado, ni se inmutó ante mis respiraciones forzadas y mis sollozos. Tardo un poco en volver a dormir, pero finalmente, lo hago.

El viernes por la noche quedamos en que la
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