El problema es que mis planes se vienen abajo, pues al ponerme de pie y alzar la vista, me encuentro con Tristán quien llega apresurado acompañado de Dana. Al verme, Tristán sonríe triunfante. En cambio, mi mejor amiga solo tiene pinta de querer abandonar ese lugar. Ni siquiera me mira de frente, le parece muy interesante el suelo.Como si no fuera suficiente, de pronto llega Pavel, se asoma por el enorme ventanal que da a la calle. Al verme a través del vidrio, sus diminutos ojos se abren y alza una mano para llamar la atención.¿Qué chingados?―Disculpen la demora. Papá, Bertha ―saluda Tristán, su voz me hace temblar―. Ella es Dinora, la estarán viendo seguido.Dana abre la boca como en un intento de corregir su nombre, pero al final se encoge y toma asiento.Volteo a ver a Juan Pablo, él también me lanza una mirada. Está tan sorprendido como yo.Tanto el hombre como la mujer intercambian una fugaz mirada de impresión, el papá mira con la ceja arqueada y un brillo de respeto a Trist
No sé cuanto tiempo ha pasado, pero cuando regreso a la mesa, ya hay copas servidas con vino tinto. Me muero de la pena, pero alzo la cabeza y sonrío como si nada. Perdí la dignidad, pero tengo que aparentar que no. Los lugares han cambiado ahora, Tristán se halla junto a Juan Pablo mientras que Dana está junto a Ventura. A mí me toca junto al señor y tengo que admitir que me dan ganas de correr hacia otro lado.―Es de la reserva privada ―Ventura dice mientras acerca la copa a su boca―. Es de lo mejor.Y no lo dudo, pero el ver el líquido rojizo me provoca un retortijón en el estómago. Veo como Juan Pablo da un buen trago y entonces vuelan a mi mente imágenes terroríficas. Ramiro me mira desde la tina, sus ojos azules, sin brillo, me reprochan. El agua rojiza se desborda y cae sobre el suelo. En la cocina, la chica con la que Sebastián casi se acuesta tiene una herida en el pecho, la sangre borbotea ferviente, como si se tratara de una fuente.Trago saliva, mi pulso se dispara, pero h
Invito a pasar a Dana, después de todo, es mi amiga y si vino hasta acá solo para cerciorarse de que estoy bien, lo vale. Amigas como esas no abundan. Le doy un tour rápido por la habitación, no dura más de diez segundos, pues no hay mucho que mostrar. Finalmente, nos sentamos en la cama y durante unos minutos nos quedamos en silencio. Nunca tuve un solo momento incómodo con mi mejor amiga, estuviéramos en silencio, charlando animadamente, bebiendo como si nuestro hígado fuera de acero o viendo alguna película, siempre parecía adecuado.Hoy no. En este preciso momento siento que un abismo nos separa y la única forma de cerrarlo es confesar todo, desde el principio hasta el final.He ocultado información tanto a Juan Pablo como a Dana, algunos datos que no son relevantes porque esa etapa de mi vida fue borrada. El suceso quedó atrás y todos coincidimos en que lo mejor era fingir que nunca ocurrió. Pero el acosador lo sabe. Tiene una fotografía, tal vez no sabe el contexto. O pudiera s
Lo que me tranquiliza es que Dalia y yo llegamos después de la una a la residencia y por un milagro, la tarjeta nos dio acceso. No sé qué tan frecuente sea eso, pero si llego tarde, espero correr con la misma suerte.A mitad del camino, el chofer suelta una maldición, pierde un poco el control del volante, pero rápidamente lo retoma. Sin embargo, el rin comienza a golpear contra el suelo y sé que se ha ponchado una llanta. Me asomo por la ventana y veo que detrás de nosotros hay una tabla con varios clavos sobresaliendo, eso se debió clavar. Maldita sea, sí vida, ya me quedó claro que no te agrado.―No traigo refacción ―explica el chofer cuando vuelve al auto―. Pediré ayuda al seguro.¿Qué clase de conductor no lleva llanta de refacción? Chingada madre, es básico. Es justo para evitarse estos desastres y más cuando casi va a dar la medianoche. Voy a quejarme, esto no puede ser posible. Anoto el número para levantar mi sugerencia de llevar refacción en todo momento.―Se va a tardar, se
Giuli está dormida cuando llego a la habitación. Dalia es tan buena persona como para acompañarme hasta la puerta. Después del susto que me llevé hoy, no podría recorrer el camino sola. Tomo captura del mensaje y lo envío al grupo que tengo con los chicos, ninguno responde, supongo que están dormidos. Dalia comenta, antes de desearme las buenas noches, que mañana que veamos al hacker podremos obtener mínimo una respuesta.Apenas logro dormir un par de horas, pues Giuli, con su característica frescura, se levanta temprano y se alista para sus clases. Una parte de mí estaba decidida a volarse la primera clase, sin embargo, después de tanto ruido y la música de mi compañera, es imposible dormir de nuevo. Cuando vives con alguien, hay que tener cierto respeto por el compañero, yo no bombardeo a Giuliana con mis problemas, no me desahogo con ella y tampoco le exijo que me acompañe a las mierda-aventuras que vivo con los otros chicos. He sido sumamente paciente con ella porque vaya, la chic
El interior está sorprendentemente limpio, hay un olor que no logro identificar, pero no es desagradable. La cocina está solitaria, hay un plato sucio en la mesa del comedor y el baño tiene la luz encendida. Más al fondo hay una puerta entreabierta, me acerco lentamente y me aventuro a asomarme, es un estudio, hay una computadora de escritorio y una portátil, alguien está sentado frente a la de escritorio, en la pantalla puedo ver varios códigos que no comprendo.Tal como imaginé, el tipo tiene unos audífonos enormes en las orejas, por eso no escuchó cuando llegamos ¿En serio? Joder, me acerco en un arranque de irritación hacia la persona. Este tipo de gente me desespera, por seguridad hay que estar siempre atentos.Tomo al tipo del hombro, este se desestabiliza y cae hacia un lado.Escucho el grito de terror de Dalia cuando el tipo cae boca arriba y notamos la sonrisa roja que adorna su cuello. La sangre es fresca, roja y mana de la herida como si se tratara de un arroyo tranquilo, l
Si la presencia de Dana aquí tuvo una explicación lógica, el hecho de que Dalia esté a punto de tener sexo con el hombre al que Ventura fue a visitar el día del secuestro de Sebastián, también puede estar coherentemente justificado.Mi cabeza genera teoría tras teoría, cada una más descabellada que la anterior y en todas, Dalia es partícipe de la masacre a la que sobrevivimos. Excepto, que su reacción al ver el rostro del hombre fue genuina, me pareció real; como si verdaderamente estuviera sorprendida. Pensé que su pánico se debía a Ventura, pero todo fue más allá. Aún guardo la sospecha de que el tipo es el supuesto cuarto Diener. Si es verdad que tienen un cuarto hermano que no aparece en las fotos y que esconden como si se tratara de un criminal, puede ser ese hombre; excepto que no se parecen físicamente y no tendría sentido que luchen tanto por esconderlo y que al final resulte que es profesor en la universidad. La mejor forma de esconder algo, es a la vista de todos. Es que nad
Pavel niega mientras muerde el interior de su mejilla. Dalia nos mira, intercaladamente, a través de sus lentes enormes. Por más que intento buscar una excusa para tumbar la teoría, no la encuentro. Y es que los suicidas dejan cartas, notas, esa carta puede ser la respuesta a todo.―Necesitamos conseguirla.Asentimos en acuerdo, nos quedamos en silencio. De alguna forma, he llegado a tensarme demasiado, mis hombros pesan, duelen, necesito dormir, recostarme, no sé, algo.―¿Conocer a quién? ―cuestiona Dalia―. ¿Quién lo convenció de matar?Es lo que me temía, esa maldita pregunta. Pavel y Sebastián contestan al unísono.―Los Diener.No voy a negar, que pueden tener razón. En momentos como este, no descarto nada y ellos han sido los principales sospechosos, desde el inicio. Los únicos sospechosos.―No podemos acusar sin evidencia.―No me digas que te enamoraste de Ventura ―explota Sebastián―. Desde el principio te dije...dijimos que podían ser ellos.―No me enamoré ―siseo, se va a ganar