Giuli está dormida cuando llego a la habitación. Dalia es tan buena persona como para acompañarme hasta la puerta. Después del susto que me llevé hoy, no podría recorrer el camino sola. Tomo captura del mensaje y lo envío al grupo que tengo con los chicos, ninguno responde, supongo que están dormidos. Dalia comenta, antes de desearme las buenas noches, que mañana que veamos al hacker podremos obtener mínimo una respuesta.Apenas logro dormir un par de horas, pues Giuli, con su característica frescura, se levanta temprano y se alista para sus clases. Una parte de mí estaba decidida a volarse la primera clase, sin embargo, después de tanto ruido y la música de mi compañera, es imposible dormir de nuevo. Cuando vives con alguien, hay que tener cierto respeto por el compañero, yo no bombardeo a Giuliana con mis problemas, no me desahogo con ella y tampoco le exijo que me acompañe a las mierda-aventuras que vivo con los otros chicos. He sido sumamente paciente con ella porque vaya, la chic
El interior está sorprendentemente limpio, hay un olor que no logro identificar, pero no es desagradable. La cocina está solitaria, hay un plato sucio en la mesa del comedor y el baño tiene la luz encendida. Más al fondo hay una puerta entreabierta, me acerco lentamente y me aventuro a asomarme, es un estudio, hay una computadora de escritorio y una portátil, alguien está sentado frente a la de escritorio, en la pantalla puedo ver varios códigos que no comprendo.Tal como imaginé, el tipo tiene unos audífonos enormes en las orejas, por eso no escuchó cuando llegamos ¿En serio? Joder, me acerco en un arranque de irritación hacia la persona. Este tipo de gente me desespera, por seguridad hay que estar siempre atentos.Tomo al tipo del hombro, este se desestabiliza y cae hacia un lado.Escucho el grito de terror de Dalia cuando el tipo cae boca arriba y notamos la sonrisa roja que adorna su cuello. La sangre es fresca, roja y mana de la herida como si se tratara de un arroyo tranquilo, l
Si la presencia de Dana aquí tuvo una explicación lógica, el hecho de que Dalia esté a punto de tener sexo con el hombre al que Ventura fue a visitar el día del secuestro de Sebastián, también puede estar coherentemente justificado.Mi cabeza genera teoría tras teoría, cada una más descabellada que la anterior y en todas, Dalia es partícipe de la masacre a la que sobrevivimos. Excepto, que su reacción al ver el rostro del hombre fue genuina, me pareció real; como si verdaderamente estuviera sorprendida. Pensé que su pánico se debía a Ventura, pero todo fue más allá. Aún guardo la sospecha de que el tipo es el supuesto cuarto Diener. Si es verdad que tienen un cuarto hermano que no aparece en las fotos y que esconden como si se tratara de un criminal, puede ser ese hombre; excepto que no se parecen físicamente y no tendría sentido que luchen tanto por esconderlo y que al final resulte que es profesor en la universidad. La mejor forma de esconder algo, es a la vista de todos. Es que nad
Pavel niega mientras muerde el interior de su mejilla. Dalia nos mira, intercaladamente, a través de sus lentes enormes. Por más que intento buscar una excusa para tumbar la teoría, no la encuentro. Y es que los suicidas dejan cartas, notas, esa carta puede ser la respuesta a todo.―Necesitamos conseguirla.Asentimos en acuerdo, nos quedamos en silencio. De alguna forma, he llegado a tensarme demasiado, mis hombros pesan, duelen, necesito dormir, recostarme, no sé, algo.―¿Conocer a quién? ―cuestiona Dalia―. ¿Quién lo convenció de matar?Es lo que me temía, esa maldita pregunta. Pavel y Sebastián contestan al unísono.―Los Diener.No voy a negar, que pueden tener razón. En momentos como este, no descarto nada y ellos han sido los principales sospechosos, desde el inicio. Los únicos sospechosos.―No podemos acusar sin evidencia.―No me digas que te enamoraste de Ventura ―explota Sebastián―. Desde el principio te dije...dijimos que podían ser ellos.―No me enamoré ―siseo, se va a ganar
La revelación de Raquel es la gota que derrama el vaso.Una vez que dejo de reír histéricamente, logro llegar hasta un sitio de taxis. El día que desperté en el baño de sangre no reaccioné como debí, traté de mantener la calma y la presencia de los demás sobrevivientes me ayudó a no entrar en pánico. Pero con cada suceso desde entonces, todo se vuelve más difícil, más ilógico, más incomprensible. Y todo el miedo, la ansiedad, la preocupación y el agobio lo he enterrado lo más hondo posible, pero ya no puedo más.Llego a la universidad, entro a mi habitación y me acuesto en la cama. Respirar me cuesta trabajo, una opresión en mi pecho me impide mover, simplemente me dejo llevar por la oleada de sentimientos. Por fuera apenas parece que estoy viva, pero por dentro estoy llorando, gritando, golpeando, suplicando. Es increíble que un simple dato como que tu amiga muerta es dealer, logre derrumbarme tanto. Porque en mi cabeza da vueltas una y otra vez los escasos días en que conviví con el
Lo único seguro es que alguien entró aquí antes que nosotros y olvidó poner el librero de nuevo. Y por suerte porque si no habríamos sido cuatro curiosos cadáveres.Al otro día, en Anatomía, hay examen sorpresa. Agradezco al cielo el haber estudiado toda la tarde de ayer. De las cinco preguntas abiertas, tuve duda en una. El acosador no tendrá que cambiar mi calificación... ¿Cómo verga supo que me iba a ir mal en el examen? Solo yo (porque era mi jodida prueba), podía saber que me fue mal. El acosador debe saber que estoy cursando Anatomía con este doctor en específico e ir a buscar mi examen para ver si me estaba yendo mal.Instintivamente, volteo el rostro hacia Tristán. Mira distraído por la ventana, su rostro se ve sereno, tranquilo. Está ausente, pues ni nota que lo estoy mirando. En esa posición no parece feroz ni imponente, se ve tan normal.―Se le perdió algo, doctora.La puta mierda. El profesor me pega un susto, maldita sea no voy a negar que me atrapó en una posición muy so
Escondo las manos detrás de mi cuerpo, no estaba haciendo nada malo, solo que no era apropiado. Sacudo la cabeza para borrar de mi mente ese par de ojos color esmeralda.―¿Qué hace este cuaderno en el suelo?Lo levanta y lo avienta hacia mi escritorio, ah, nos despertamos bravas ¿eh?―Maldita sean todos y todas ―avienta la mochila hacia su cama y abre la ventana―. ¡Jódanse!Grita hacia afuera y vuelve a cerrar la ventana. Se sienta en la silla de su escritorio y comienza a dar vueltas. Espero a que se calma, deje de dar vueltas y se cruce de hombros para preguntarle si todo está bien.―Son una mierda ―exclama―. Hernán me ha cortado estos últimos días, me dijo que soy una chica irritante mandona. Joan solo se rio y dijo que éramos más dramáticos que el teatro griego ―bufa y ríe amargamente―. Elige bien a tus amigos, Kendra, a veces no son lo que parecen.Se mete al baño y cierra de un portazo. Creí que era imposible que Giuli se enojara, siempre es tan alegre, animada, platicadora...sí
En algún momento nos parece buena idea subirnos sobre la cama y saltar para alcanzar el techo, no me gusta la idea de un techo, impone un límite cuando en realidad los límites deberían desaparecer, siempre hay llegar a más, aspirar a más no conformarse cuando alguien más te frena; no, él límite lo pones tú y de aquí a la cima nadie te debe detener. En la cima hay espacio para todos, podemos brillar juntos.―Eres increíble ―digo entre carcajadas―. Deberíamos ser amigas ―caigo a la cama, sonrío bobaliconamente―. Me haría bien tener una amiga.―Claro que sí ―Giuli me abraza―. Podemos dibujar mandalas ―sí, por supuesto, es una increíble idea―. Son los colores de tu aura, puedo verla.Yo nunca creí en esas mierdas de auras, lecturas de manos y demás, pero ahora que mi nueva amiga lo menciona creo que tiene razón, es más, si nuestros colores son parecidos significa que podemos ser mejores amigas porque los colores no mienten. Entrecierro los ojos mientras miro atentamente a Giuliana, necesi