Capítulo Doce.2

―Vale, es un cabrón, pero no dejemos de lado que su nombre fue mencionado cuando me subieron a esa furgoneta vieja ―Sebastián espeta mientras se acomoda en el asiento―. No vi el color, ya estaba medio ido, recuerdo la puerta corrediza y el escape chirriante. Y entonces nada.

En contra de mi voluntad, me tranquiliza que no se lo llevaran en un automóvil deportivo porque de esa forma, Ventura no fue el responsable del secuestro. Pero sí queda la interrogante de qué hacía en una dirección misteriosa ¿Quién era el hombre de la casa? No se me hizo conocido.

―¿Te entregó algo? Dijo que quien fuera tendría lo que quería.

Sebastián niega y suelta una carcajada amarga.

―El cabrón que me llevó mintió, no debimos confiar en el acosador... Mierda.

Comienza a inquietarse mientras busca desesperadamente en sus bolsillos.

―¡Se llevó la pluma y la memoria! ―se pasa a la cajuela por la abertura del asiento trasero y vuelve a maldecir―. La computadora, se llevó la computadora.

―¿Por qué te trajiste la
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