Capítulo 5: "Entre sombras y promesas"

Kadisha caminaba por las estrechas calles del pueblo, con el corazón todavía palpitando por el encuentro en el bosque. Cada paso que daba, el mundo parecía distorsionarse a su alrededor. Las casas, las tiendas, los rostros familiares de los vecinos... Todo lo que había sido su realidad hasta ese día ahora parecía lejano, ajeno.

Las palabras de Murdock resonaban en su mente: "Están aquí por ti". Esa afirmación era lo que más la inquietaba. ¿Quiénes? ¿Por qué ella? Y, sobre todo, ¿qué era eso que, según él, despertaría pronto?

El viento frío acarició su rostro, pero esta vez no fue reconfortante. Había una amenaza en el aire, un susurro siniestro que la hacía sentir vigilada, perseguida.

Cuando llegó a la pequeña librería del pueblo, su refugio habitual, decidió entrar. Necesitaba escapar, aunque fuera por unos minutos, de la turbulencia que había envuelto su vida en los últimos días. Sabía que allí, entre los libros polvorientos y las historias antiguas, podría calmar su mente.

El interior de la librería estaba en penumbra, con el suave olor a papel y madera impregnando el aire. Kadisha recorrió las estanterías con la mirada, buscando algún volumen que pudiera distraerla de todo lo que había aprendido. Pero algo en su interior la empujaba a buscar respuestas. Si Murdock decía la verdad, si todo lo que había dicho era real... entonces quizás aquí, entre estas paredes, pudiera encontrar algún indicio de lo que estaba ocurriendo.

Se detuvo frente a la sección de mitología. Sus dedos rozaron los lomos de los libros, antiguos y desgastados, hasta que uno en particular llamó su atención. El título, "Leyendas de los Hijos de la Luna", estaba grabado en letras doradas sobre una cubierta de cuero envejecido. Sintió un escalofrío al leerlo, como si el libro la estuviera llamando.

Lo sacó con cuidado y se dirigió a una pequeña mesa en el rincón. Al abrirlo, el crujido de las páginas viejas resonó en la librería vacía. Empezó a leer, sus ojos recorriendo las palabras con avidez. Los mitos sobre los hombres lobo, las transformaciones bajo la luna llena, las luchas entre manadas rivales... Todo estaba allí. Y de pronto, encontró algo que la hizo detenerse.

"La Elegida será despertada por el lobo del destino, pero antes deberá enfrentar las sombras que acechan su alma. Solo cuando descubra el poder que yace en su interior, podrá comprender su verdadero propósito."

Las palabras parecían dirigirse directamente a ella. Un nudo se formó en su garganta. ¿Era posible que todo estuviera predestinado? ¿Que ella fuera esa "Elegida"? La idea le resultaba abrumadora y aterradora a partes iguales.

De pronto, una figura apareció en la entrada de la librería. Kadisha levantó la vista, sobresaltada. Murdock estaba allí, su silueta imponente recortada contra la luz del exterior. Se acercó a ella con paso decidido, pero sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y urgencia.

—No deberías estar aquí sola —dijo, su voz baja pero intensa—. No es seguro.

Kadisha cerró el libro de golpe y lo apartó, tratando de calmar la tormenta de emociones que la consumía.

—No entiendo nada de esto, Murdock —respondió, su voz temblorosa—. Estás hablando de lobos, de cazadores... y ahora esto. —Señaló el libro con frustración—. ¿Qué está pasando? ¿Quién soy yo para que todo esto tenga sentido?

Murdock se acercó a la mesa, inclinándose hacia ella con una intensidad que casi la hizo retroceder. Sus ojos brillaban como dos zafiros en la penumbra.

—Lo que has leído no es un simple mito, Kadisha. Es parte de una verdad más grande de lo que jamás imaginaste. —Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Tú tienes un poder en tu interior, un poder que no has descubierto. Lo he sentido desde la primera vez que te vi. Eres especial. Y no soy el único que lo ha notado.

Ella lo miró, sintiendo una mezcla de incredulidad y miedo.

—¿Qué quieres decir con 'especial'? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Murdock se enderezó, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Hay algo en ti, Kadisha. No sé exactamente qué, pero las manadas lo han notado. Eres diferente, única. No eres solo una humana.

Kadisha sintió como si el suelo se moviera bajo sus pies. Toda su vida había crecido creyendo que era una persona común, que sus únicos dones provenían de su inteligencia y el esfuerzo de su familia. Pero ahora, Murdock estaba insinuando que era algo más, algo que podría cambiar no solo su vida, sino el equilibrio de poder entre las manadas de lobos.

—No puede ser —dijo, negando con la cabeza—. Yo... soy solo una chica normal. No hay nada especial en mí.

—Te equivocas —dijo Murdock con firmeza—. Eres más fuerte de lo que crees. Pero no tienes tiempo para negarlo. Julius, el líder de la manada Dark Night, ya sabe de ti. Sabe lo que podrías llegar a ser. Y si te encuentra antes de que descubras tu poder, te usará... o te destruirá.

El nombre de Julius le heló la sangre. Había escuchado rumores sobre él, un líder implacable y cruel, que gobernaba con mano de hierro y se dedicaba a actividades oscuras, como el tráfico de lobas. Pero nunca imaginó que ella pudiera estar en su radar.

—¿Qué quiere de mí? —preguntó Kadisha, con la voz rota por la angustia.

—Quiere tu poder —respondió Murdock, acercándose de nuevo—. Si te captura, te forzará a usarlo en su favor. Y si no puede controlarte, te matará. No puedo permitir que eso suceda.

El miedo en sus palabras era palpable, pero también había una promesa velada en su tono. Murdock no permitiría que nada le pasara, no mientras él estuviera allí. Kadisha, por primera vez en días, sintió una chispa de seguridad en medio de la tormenta que la rodeaba.

—¿Cómo puedo luchar contra esto? —preguntó, su mirada suplicante.

—Lo primero es aprender a controlarte —respondió Murdock—. Lo que sea que esté dentro de ti, debe salir de una manera que puedas manejar. Te ayudaré, pero necesitamos tiempo. Y tiempo es lo que Julius no nos dará.

Kadisha sintió la presión de la realidad aplastándola. No podía huir, no podía esconderse. Estaba atrapada en medio de una batalla entre fuerzas que no comprendía, y su única opción era confiar en Murdock, aunque todo en ella gritaba que no se rindiera a lo desconocido.

—Confía en mí, Kadisha —susurró él, acercándose aún más, tan cerca que podía sentir el calor de su aliento en su piel—. Juntos, podremos enfrentarlo. No estás sola.

Kadisha lo miró a los ojos, y algo en su interior se rindió. Quizás fuera el destino, quizás el miedo, o quizás esa atracción irresistible que sentía por él desde el principio. Sin pensar, asintió levemente.

—Te ayudaré —dijo Murdock—. Pero también necesito que confíes en tus propios instintos.

Ella tomó aire profundamente, sabiendo que a partir de ese momento no habría vuelta atrás.

Y así, en esa pequeña librería, entre sombras y promesas, el lazo entre ambos se estrechó, mientras el peligro acechaba cada vez más cerca.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo