Kadisha se despertó al día siguiente con la mente aún nublada por las revelaciones de la noche anterior. El peso de las visiones la seguía inquietando, pero la presencia de Murdock a su lado, durmiendo profundamente, le ofrecía un breve respiro. Observó su rostro sereno, una rareza en alguien como él, siempre en guardia, siempre al mando. Aunque el amanecer aún no rompía completamente el horizonte, Kadisha supo que no podría volver a dormir. Había mucho en juego y el tiempo jugaba en su contra.
Se levantó con cuidado, tratando de no despertarlo. Se puso una bata ligera y salió al exterior, donde la brisa matutina le acarició el rostro. El aire fresco le aclaró un poco la mente, pero no lo suficiente como para calmar su corazón acelerado."Las visiones no son definitivas, pero pueden guiarte", recordó las palabras de su abuela Candise. Kadisha no sabía por dónde empezar, pero sí sabía que debía encontrar una manera de controlar ese poder. No podía quedarse esperandoEl sol se alzaba lentamente sobre las colinas cuando Kadisha y Murdock regresaron a la cabaña. Había una nueva tensión en el aire, como si ambos estuvieran preparándose para algo que aún no podían ver del todo, pero que sabían que estaba ahí. Julius se estaba moviendo, y lo hacía rápido. Kadisha lo había visto, aunque aún no entendía por completo las implicaciones de esa visión.Al entrar en la cabaña, el ambiente cálido y familiar parecía un contraste demasiado fuerte con lo que ocurría fuera. El lugar que siempre había sido un refugio para Kadisha ahora sentía la amenaza que colgaba sobre ellos.Murdock cerró la puerta con un leve suspiro y se acercó a ella, su mano buscando la suya con una facilidad que ya se sentía natural. Su tacto era fuerte, protector, y Kadisha encontró consuelo en él, aunque solo fuera por un instante.—Tenemos que hablar con Alanis. —La voz de Murdock rompió el silencio, firme pero controlada.Kadisha asintió. Habían evi
El viento golpeaba con fuerza contra las ventanas de la mansión Renis. Afuera, las nubes oscuras comenzaban a amontonarse, presagiando una tormenta inminente. Kadisha observaba el cielo desde una de las enormes ventanas del salón principal, su mente aún procesando lo que Alanis les había revelado. Julius estaba jugando con fuerzas más allá de lo que cualquier hombre lobo podría controlar, y si no lo detenían, todo lo que conocían estaba en peligro.—El tiempo se está agotando, —murmuró Murdock, que estaba de pie junto a ella, observando el mismo horizonte oscuro.Kadisha asintió en silencio. Sabía que Murdock estaba pensando lo mismo que ella: tenían que moverse rápido. Las visiones no bastaban; necesitaban un plan concreto y debían prepararse para enfrentarse a Julius con todo lo que tenían.—¿Crees que Alanis podrá encontrar más sobre esa magia oscura? —preguntó ella, girándose para mirarlo.Murdock frunció el ceño, sus ojos azules fijos en algú
La mañana del viaje a la manada True Blood llegó más rápido de lo que Kadisha hubiera querido. El viento aún llevaba consigo la frescura de la noche cuando ella y Murdock montaron en el coche que los llevaría hacia el territorio de la poderosa manada. Los árboles centenarios del bosque les flanqueaban a cada lado, y el rugido del motor parecía romper el silencio natural que siempre acompañaba a los dominios de los lobos.Murdock conducía con una mano firme en el volante, su rostro reflejando una concentración que iba más allá de la carretera que tenían delante. Sus ojos azules, brillantes y letales, ocasionalmente se desviaban hacia Kadisha, y aunque no decía nada, ella podía sentir el vínculo que estaba creciendo entre ambos.—True Blood es una manada orgullosa, —comentó él finalmente, rompiendo el silencio tenso—. Debes tener cuidado con lo que dices frente a su alfa, Terryn. Si percibe alguna falta de respeto, podría ser el fin de cualquier oportunidad de alianz
La atmósfera dentro de la cabaña en los confines del territorio True Blood era densa y cargada de tensión. El crepitar del fuego en la chimenea llenaba el silencio, pero nada podía enmascarar la energía vibrante que se arremolinaba entre Kadisha y Murdock. Después del largo día en el que habían discutido con Terryn y tratado de convencerlo de unirse a su causa, ambos sentían el peso de las tensiones acumuladas. Pero más que la política o la inminente guerra, lo que más pesaba en el aire era la atracción imparable que los consumía desde el primer día.Kadisha se movía inquieta por la habitación, consciente del cuerpo de Murdock a unos pasos de distancia. Él estaba de pie junto a la ventana, mirando la oscuridad que se extendía fuera de la cabaña, pero sus pensamientos estaban lejos del paisaje. Lo sabía, porque ella sentía la misma necesidad palpitando bajo su piel, como si algo incontrolable quisiera liberarse.El calor del fuego se mezclaba con la energía que eman
Los cuerpos de Kadisha y Murdock yacían entrelazados sobre la cama, todavía envueltos en el calor del deseo satisfecho. La luz del fuego danzaba en las paredes de la cabaña, proyectando sombras que se movían en un vaivén hipnótico, al igual que sus respiraciones, que comenzaban a acompasarse tras la tormenta de pasión que los había consumido.Murdock, recostado sobre su costado, observaba a Kadisha con una intensidad que la hacía sentir desnuda en más de un sentido. Sus ojos azules, oscuros como el océano en una tormenta, recorrían su cuerpo con una devoción que iba más allá del simple deseo. Kadisha sentía su piel arder bajo esa mirada. A pesar de que ya había sentido su piel contra la de él, había algo en esos instantes posteriores que le parecía aún más íntimo, como si sus almas estuvieran tan entrelazadas como sus cuerpos lo habían estado.Murdock trazó con su mano el contorno del hombro de Kadisha, su toque era suave, pero cargado de una fuerza invisible. No p
Kadisha despertó con la luz del sol filtrándose a través de las ventanas de la cabaña. Se sentía renovada, como si la pasión de la noche anterior hubiera dejado en su cuerpo un rastro de energía vibrante. Sin embargo, a medida que sus pensamientos empezaron a aflorar, la realidad de su situación la golpeó como un frío viento invernal.Murdock aún dormía a su lado, su cuerpo musculoso y relajado, con el cabello rubio desparramado sobre la almohada. La imagen era tan perfecta que hizo que su corazón latiera más rápido, pero no podía evitar sentir una punzada de preocupación. La manada de Julius Black seguía representando una amenaza inminente, y aunque la noche anterior había sido mágica, no podían permitirse perder el enfoque.Kadisha se levantó con cuidado para no despertar a Murdock. Se movió hacia la ventana y observó el paisaje que se extendía ante ella: un bosque frondoso, bañado por la luz dorada del sol de la mañana. Sin embargo, las sombras del pasado y las
La noche se acercaba y el aire se llenaba de la fragancia de la tierra húmeda y las hojas frescas. Kadisha se encontraba en el claro, rodeada por el murmullo de su manada, mientras la luna creciente ascendía lentamente en el horizonte, iluminando el bosque con su luz plateada. La reunión que habían tenido durante el día había sido un éxito, y aunque el miedo por lo que estaba por venir todavía palpitaba en su interior, sentía un extraño optimismo.Murdock se acercó a ella, su figura imponente destacando a la luz de la luna. Kadisha notó la forma en que su presencia calmaba sus nervios, como si su energía fluyera a través de ella. Habían tomado decisiones importantes, y ahora la manada estaba más unida que nunca, listos para enfrentar la inminente amenaza de Julius.—¿Estás bien? —preguntó Murdock, su voz profunda y suave como el terciopelo.—Sí, solo... reflexionando. —Kadisha miró hacia la luna, recordando las visiones que había tenido. Las imágenes eran
La luna llena se alzaba majestuosamente en el cielo, su luz envolviendo el bosque en un resplandor plateado que parecía cobrar vida. Kadisha, aún sintiendo la calidez de la mano de Murdock en la suya, se permitió un momento para disfrutar de la paz que les rodeaba. Sin embargo, en su interior, un eco persistente la instaba a confrontar sus miedos y a desenterrar los secretos que habían estado enterrados por demasiado tiempo.Mientras el murmullo de la celebración continuaba en el claro, Kadisha sabía que el tiempo se había detenido para ellos, pero que su realidad seguiría acechando en la sombra. Giró la cabeza hacia Murdock, quien la observaba con curiosidad, como si pudiera leer sus pensamientos.—Hay algo que necesito contarte, —dijo Kadisha, su voz apenas un susurro.Murdock entrecerró los ojos, percibiendo la seriedad en su tono. —¿Qué ocurre?Ella respiró hondo, sintiendo que cada palabra era un paso hacia la verdad. —Desde que he comenzado