Kadisha despertó con la luz del sol filtrándose a través de las ventanas de la cabaña. Se sentía renovada, como si la pasión de la noche anterior hubiera dejado en su cuerpo un rastro de energía vibrante. Sin embargo, a medida que sus pensamientos empezaron a aflorar, la realidad de su situación la golpeó como un frío viento invernal.
Murdock aún dormía a su lado, su cuerpo musculoso y relajado, con el cabello rubio desparramado sobre la almohada. La imagen era tan perfecta que hizo que su corazón latiera más rápido, pero no podía evitar sentir una punzada de preocupación. La manada de Julius Black seguía representando una amenaza inminente, y aunque la noche anterior había sido mágica, no podían permitirse perder el enfoque.Kadisha se levantó con cuidado para no despertar a Murdock. Se movió hacia la ventana y observó el paisaje que se extendía ante ella: un bosque frondoso, bañado por la luz dorada del sol de la mañana. Sin embargo, las sombras del pasado y lasLa noche se acercaba y el aire se llenaba de la fragancia de la tierra húmeda y las hojas frescas. Kadisha se encontraba en el claro, rodeada por el murmullo de su manada, mientras la luna creciente ascendía lentamente en el horizonte, iluminando el bosque con su luz plateada. La reunión que habían tenido durante el día había sido un éxito, y aunque el miedo por lo que estaba por venir todavía palpitaba en su interior, sentía un extraño optimismo.Murdock se acercó a ella, su figura imponente destacando a la luz de la luna. Kadisha notó la forma en que su presencia calmaba sus nervios, como si su energía fluyera a través de ella. Habían tomado decisiones importantes, y ahora la manada estaba más unida que nunca, listos para enfrentar la inminente amenaza de Julius.—¿Estás bien? —preguntó Murdock, su voz profunda y suave como el terciopelo.—Sí, solo... reflexionando. —Kadisha miró hacia la luna, recordando las visiones que había tenido. Las imágenes eran
La luna llena se alzaba majestuosamente en el cielo, su luz envolviendo el bosque en un resplandor plateado que parecía cobrar vida. Kadisha, aún sintiendo la calidez de la mano de Murdock en la suya, se permitió un momento para disfrutar de la paz que les rodeaba. Sin embargo, en su interior, un eco persistente la instaba a confrontar sus miedos y a desenterrar los secretos que habían estado enterrados por demasiado tiempo.Mientras el murmullo de la celebración continuaba en el claro, Kadisha sabía que el tiempo se había detenido para ellos, pero que su realidad seguiría acechando en la sombra. Giró la cabeza hacia Murdock, quien la observaba con curiosidad, como si pudiera leer sus pensamientos.—Hay algo que necesito contarte, —dijo Kadisha, su voz apenas un susurro.Murdock entrecerró los ojos, percibiendo la seriedad en su tono. —¿Qué ocurre?Ella respiró hondo, sintiendo que cada palabra era un paso hacia la verdad. —Desde que he comenzado
La brisa de la mañana se filtraba a través de los árboles, trayendo consigo un aroma fresco que parecía limpiar la pesadez de la noche anterior. Kadisha se despertó antes que el sol, aún sumida en sus pensamientos. En su mente, las visiones de su pasado danzaban como sombras, pulsando con la urgencia de ser desveladas. Se levantó de la cama, sintiendo la suave tela de su vestido acariciar su piel, y decidió que era hora de enfrentar lo que había estado evitando.Salió de la cabaña donde dormía y se adentró en el bosque, buscando un lugar donde pudiera concentrarse y dejar que su mente fluyera sin distracciones. Se sentó en un claro, rodeada de altos árboles que se mecían suavemente con el viento, y cerró los ojos.—¿Qué quieres que sepa? —murmuró, su voz resonando en el silencio.La respuesta llegó en forma de imágenes: un avión surcando el cielo, el sonido de motores rugiendo y el grito de su madre. La escena se volvió borrosa y, de repente, un nuevo recu
Kadisha y Alanis avanzaban a través del espeso bosque, la luz del sol filtrándose entre las hojas y creando un mosaico de sombras y destellos. Cada paso que daban parecía resonar en el silencio que los rodeaba, y aunque la belleza natural era impresionante, la tensión en el aire era palpable. Kadisha se sentía en la encrucijada de su vida: el pasado la llamaba con fuerza, mientras que el futuro la desafiaba a enfrentarse a sus miedos.—¿Sabes? —comenzó Alanis, rompiendo el silencio. —A veces creo que las sombras tienen una vida propia, una historia que contar.Kadisha lo miró de reojo. —¿A qué te refieres?—Cada árbol, cada susurro del viento; todo ha sido testigo de algo. Y las sombras que nos siguen no siempre son lo que parecen.Sus palabras resonaron en su mente. Kadisha había estado sintiendo las sombras de su pasado acercándose, y la verdad era que cada visión la acercaba un paso más a un destino desconocido.—Tienes razón. —respond
Kadisha y Alanis emergieron del bosque, el aire se sentía cargado de tensión y presagio. El cielo, antes despejado, ahora estaba cubierto por nubes oscuras que amenazaban con desatar una tormenta. Cada paso que daban hacia el campamento parecía resonar con la urgencia de su misión. El artefacto mencionado en el diario era un hilo frágil que podía unir o deshacerlo todo.—¿Dónde crees que podría estar oculto? —preguntó Alanis mientras caminaban, su mente trabajando a mil por hora.Kadisha frunció el ceño, tratando de recordar cualquier fragmento de información que pudiera haber escuchado en las historias de su abuela. —El diario mencionaba un lugar sagrado, un antiguo altar donde se realizaban rituales de poder. Podría ser allí.—¿Sagrado? —Alanis se detuvo, sus ojos fijos en los de ella—. Eso suena peligroso. Si Julius ha estado buscando este artefacto, no dudo que haya puesto trampas o incluso guardianes para protegerlo.Kadisha sintió un escalof
Kadisha sintió que el aire se volvía denso, y el silencio que siguió a la aparición de Julius parecía casi ensordecedor. Sus ojos se encontraron, y la chispa de desafío iluminó la expresión del Alpha rival, un destello de diversión en sus ojos oscuros.—Así que han venido a jugar a los héroes, —dijo Julius, su voz como un susurro cortante que atravesaba la tensión del momento.Kadisha sintió que el miedo y la ira se entrelazaban dentro de ella. Era el hombre que había causado tanto dolor y sufrimiento, y no se detendría ante nada para lograr sus objetivos.Sin embargo, justo cuando las palabras de Julius estaban a punto de encontrar un eco de respuesta, una nueva figura emergió de entre las sombras. Era un hombre de estatura media, con cabello castaño y un brillo travieso en sus ojos. Su sonrisa era despreocupada, pero había algo oscuro detrás de ella, como un rayo de luz que no podía ocultar la tormenta que se cernía.—¿Juli, amigo mío? —preguntó
El viento soplaba con suavidad a través del claro del bosque, donde Kadisha y Murdock habían encontrado un breve respiro del conflicto. Las sombras de los árboles danzaban con la luz de la luna, creando un ambiente casi mágico, pero Kadisha sabía que la paz era temporal.Murdock se recargó contra un árbol, cruzando los brazos sobre su pecho, sus ojos fijos en el horizonte. La tensión entre ellos era palpable; las palabras no pronunciadas flotaban en el aire como un eco distante. Kadisha sintió la necesidad de romper el silencio.—¿Quién es realmente Alexander? —preguntó, su voz suave pero firme. —No puedo quitarme la sensación de que hay más en él de lo que parece.Murdock giró la cabeza hacia ella, su expresión grave. —Alexander es un hombre complicado. Fue amigo de Julius en el pasado, pero hay rencores que lo envenenan. Su interés por ti no es casual.—¿Crees que está intentando hacerme daño? —inquirió Kadisha, sintiendo un escalofrío recorrer
El sol se asomaba tímidamente por el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y prometiendo un nuevo día lleno de posibilidades. Kadisha se despertó en su habitación, sintiendo el suave roce de las sábanas contra su piel. Aún con la cabeza llena de sueños confusos y la intranquilidad que había dejado Alexander, se levantó con determinación.En el centro de la habitación, una luz tenue iluminaba un pequeño altar que había creado a partir de objetos que representaban su pasado y su conexión con el mundo espiritual. Las plumas de su abuela, un par de cristales que le habían sido entregados como regalos de protección, y una vela blanca ardían en medio de todo. Kadisha se acercó, dejando que el aroma del incienso llenara sus pulmones mientras se concentraba en lo que quería lograr: descubrir más sobre sus habilidades y, si era posible, el verdadero propósito de Alexander.—Hoy necesito respuestas, —murmuró para sí misma, encendiendo la vela con un gesto decidido.