El viento soplaba con suavidad a través del claro del bosque, donde Kadisha y Murdock habían encontrado un breve respiro del conflicto. Las sombras de los árboles danzaban con la luz de la luna, creando un ambiente casi mágico, pero Kadisha sabía que la paz era temporal.
Murdock se recargó contra un árbol, cruzando los brazos sobre su pecho, sus ojos fijos en el horizonte. La tensión entre ellos era palpable; las palabras no pronunciadas flotaban en el aire como un eco distante. Kadisha sintió la necesidad de romper el silencio.—¿Quién es realmente Alexander? —preguntó, su voz suave pero firme. —No puedo quitarme la sensación de que hay más en él de lo que parece.Murdock giró la cabeza hacia ella, su expresión grave. —Alexander es un hombre complicado. Fue amigo de Julius en el pasado, pero hay rencores que lo envenenan. Su interés por ti no es casual.—¿Crees que está intentando hacerme daño? —inquirió Kadisha, sintiendo un escalofrío recorrerEl sol se asomaba tímidamente por el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y prometiendo un nuevo día lleno de posibilidades. Kadisha se despertó en su habitación, sintiendo el suave roce de las sábanas contra su piel. Aún con la cabeza llena de sueños confusos y la intranquilidad que había dejado Alexander, se levantó con determinación.En el centro de la habitación, una luz tenue iluminaba un pequeño altar que había creado a partir de objetos que representaban su pasado y su conexión con el mundo espiritual. Las plumas de su abuela, un par de cristales que le habían sido entregados como regalos de protección, y una vela blanca ardían en medio de todo. Kadisha se acercó, dejando que el aroma del incienso llenara sus pulmones mientras se concentraba en lo que quería lograr: descubrir más sobre sus habilidades y, si era posible, el verdadero propósito de Alexander.—Hoy necesito respuestas, —murmuró para sí misma, encendiendo la vela con un gesto decidido.
La atmósfera en la manada estaba cargada de tensión, una mezcla de determinación y miedo que se palpaba en el aire. Kadisha y Murdock regresaron al claro, donde los miembros de la manada estaban reunidos. La preocupación se dibujaba en sus rostros, y el ambiente era sombrío, como un cielo antes de una tormenta.—Kadisha, Murdock, —saludó Alanis, el hermano menor de Murdock, con una mirada inquisitiva. —¿Qué ha sucedido? Se siente una inquietud en el aire.Murdock tomó aire y miró a su alrededor, sintiendo el peso de las expectativas sobre él. —Kadisha ha tenido visiones. Julius y su manada están tramando algo, y Alexander podría ser parte de sus planes.El murmullo se intensificó entre los miembros de la manada. Las miradas se dirigieron a Kadisha, y ella sintió una mezcla de orgullo y nerviosismo. Sabía que sus habilidades podían ser la clave, pero también la ponían en el centro de la atención, algo que siempre había evitado.—¿Qué has visto? —pr
El aire se tornaba más frío conforme la noche se establecía sobre el bosque. Kadisha y Murdock se sentaron junto a la fogata, donde las llamas danzaban como reflejos de su tumultuosa relación. La manada se había retirado, dejando un silencio que apenas se interrumpía por el crepitar del fuego y el susurro del viento entre los árboles.Kadisha miró las llamas, sintiendo que sus pensamientos se entrelazaban con las llamas en un torbellino de emociones. El eco de las palabras de Alexander resonaba en su mente.—¿Qué pretende realmente? —preguntó Kadisha, rompiendo el silencio y volviéndose hacia Murdock, cuya expresión era grave.—No lo sé, —respondió Murdock, frunciendo el ceño. —Pero no podemos bajar la guardia. Su lealtad a Julius es un peligro.Kadisha asintió, sintiendo la preocupación que pesaba sobre ella. Aquel encuentro había sido más que un recordatorio de los desafíos que enfrentaban. Era un indicio de que los conflictos pasados nunca qued
El amanecer se asomó con una luz tenue, pintando el cielo de tonos anaranjados y rosados. Kadisha se despertó envuelta en la calidez de los brazos de Murdock, su cuerpo aún lleno de la energía y el deseo que había sentido la noche anterior. Sin embargo, la serenidad del momento se vio interrumpida por una sensación persistente de inquietud que le recorrió la columna vertebral.Se incorporó lentamente, intentando no despertar a Murdock. Mientras se estiraba, los ecos de sus sueños y los peligros inminentes regresaron a su mente. Su conexión con Murdock era más intensa que nunca, pero la sombra de Julius y su manada rival siempre parecía acecharlos.Kadisha decidió que no podía esperar más. Necesitaba reunir a la manada y preparar a todos para el enfrentamiento que se avecinaba. Con cuidado, se deslizó fuera de la manta y se dirigió al claro donde la manada solía reunirse.El aire fresco de la mañana le dio la bienvenida, llenando sus pulmones de energía. Al
El amanecer trajo consigo un aire fresco y tenso, un presagio de lo que estaba por venir. Kadisha se despertó antes que Murdock, sintiendo el peso de la incertidumbre que había dejado la conversación con Alexander. La manada se preparaba para una lucha que podría cambiarlo todo, y ella era consciente de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros.Después de vestirse, salió al exterior de la cabaña donde la manada se reunía. El aire matutino estaba impregnado del aroma de la tierra húmeda y el rocío de la noche anterior. Kadisha caminó hacia el claro, donde los miembros de la manada ya estaban organizando sus actividades. Murdock la siguió, su presencia era un recordatorio constante de la fuerza que la rodeaba.—Hoy debemos hablar sobre estrategias. —dijo Murdock, su voz grave atrajo la atención de todos.El grupo se reunió alrededor de él, los rostros serios, llenos de determinación. Kadisha tomó una respiración profunda y se unió a Murdock a su lado,
El aire estaba impregnado de una mezcla de anticipación y tensión mientras Kadisha y Murdock se preparaban para el encuentro con los Silver Wolves. La luna llena iluminaba el bosque, creando sombras que danzaban con la brisa nocturna. Cada paso que daban resonaba como un eco de la decisión que habían tomado. Se sentían más conectados que nunca, pero también conscientes de la gravedad de lo que estaba por venir.Kadisha había sentido el cambio en el ambiente. Era como si el bosque respirara con ellos, consciente de la lucha que se avecinaba. Con cada latido de su corazón, la adrenalina crecía, alimentando su determinación.Al llegar al claro donde se llevaría a cabo la reunión, se encontró con un grupo de lobos reunidos, sus ojos brillando con la luz de la luna. La manada de Finn había llegado, y ella podía sentir la tensión entre ellos. Se sentaron en un círculo, y Kadisha se colocó junto a Murdock, sintiendo su fuerza a su lado.—Hoy es un día decisivo, —
El primer rayo de sol iluminó el horizonte, y con él llegó una nueva esperanza. Kadisha sintió la energía vibrante de la manada a su alrededor, una mezcla de nerviosismo y determinación que la llenaba de fuerza. Sabía que hoy marcaría un antes y un después en sus vidas; el momento en que lucharían no solo por su libertad, sino por el futuro de todas las lobas cautivas.Los rostros de sus compañeros estaban serios, pero una chispa de valentía brillaba en sus ojos. Kadisha miró a Murdock, que se encontraba a su lado, sus músculos tensos bajo la luz de la mañana. Su presencia la llenaba de una confianza inquebrantable.—Recuerden, —dijo Murdock, su voz resonando con fuerza en el claro—. Cada uno de nosotros tiene un papel crucial que desempeñar. Juntos, somos invencibles.Kadisha se sintió unida a él, como si sus corazones latieran al unísono. Ella sabía que su amor era su mayor fortaleza, y en ese momento, estaba lista para luchar no solo por ella misma, sin
Kadisha respiró hondo, sintiendo la brisa fresca del bosque acariciar su piel. La batalla continuaba a su alrededor, pero en ese instante, todo se sentía distante. La adrenalina aún recorría su cuerpo, y su corazón latía con fuerza, resonando como un tambor de guerra. La confrontación con Julius había desatado una llama en su interior, un fuego que ahora la guiaba.Mientras el caos se desataba a su alrededor, Kadisha sintió un impulso incontrolable. Sabía que no podía rendirse. Debía encontrar una manera de desmantelar el poder de Julius desde su raíz, y eso significaba enfrentarse a él una vez más.Murdock estaba a su lado, luchando con ferocidad. Su cuerpo se movía como una máquina bien aceitada, esquivando y atacando con precisión. Cada vez que sus miradas se cruzaban, un torrente de energía fluía entre ellos, un recordatorio de su conexión inquebrantable. La intensidad de su amor era un faro en medio de la oscuridad.—¡Kadisha! —gritó Murdock, su voz l