CAPÍTULO 26.

Marina había pensado que su estancia en la ciudad sería breve, apenas un par de semanas. Sin embargo, al encontrarse con Daniel, el pintor que había cautivado su atención, sus planes comenzaron a cambiar. Las obras de Daniel eran un reflejo vibrante de su visión, y cada cuadro la atrapaba más que el anterior.

La exposición que estaban montando requería más tiempo del que ella había anticipado. Las horas se deslizaban entre la mezcla de colores y la emoción palpable en el aire. Cada detalle del montaje absorbía su atención, y Marina se sentía cada vez más involucrada en el proceso.

Aunque la tarea era demandante, todo estaba saliendo a la perfección. El entusiasmo de Daniel y su dedicación eran contagiosos, y Marina no podía evitar sonreír mientras ayudaba a colgar las obras y organizarlas.

A pesar de lo ocupada que estaba, Marina no podía dejar de pensar en que su viaje a la hacienda se había retrasado. Anhelaba volver para encontrarse con Mauricio, y los recuerdos de los momentos qu
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