CAPÍTULO 22.

Lupita aceptó agradecida el café que Antonia ponía en sus manos.

—Gracias Antonia. ¿Cómo has estado?

—¡Muy bien Lupe, gracias! Pero no te puedo negar que estoy muy angustiada por estos robos. Estamos en una situación muy peligrosa y me preocupa Mauricio y todo el personal de la finca que no paran de hacer guardias durante todo el día y la noche. ¿Qué se te ofrece? Tenías mucho tiempo sin venir a la casona.

—No he visto a Mauricio, ¿Sabes dónde puede estar? —preguntó mientras disfrutaba del café —. ¿Es cierto que la señorita Marina está de viaje?

—Sí, tenía unos asuntos que arreglar , algo con su trabajo…su, su galería. Creo que así le dice ella —respondió Antonia con un gesto de duda en su rostro —. A Mauricio tampoco lo he visto, no para de trabajar, tiene que estar al cuidado de las dos fincas —continuó, a la vez que se llevaba las manos a su rostro—. Dios quiera que puedan encontrar a esos delincuentes y que reciban un merecido castigo.

De repente se escuchó el sonido de la puerta
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