Capítulo 96

Al día siguiente, Nathan esperó con paciencia a que Ariadna le llevara a su hijo.

Pasó una hora. La gente transitaba a su alrededor. Le llamó, le mandó mensajes todo con tal de comunicarse con ella, y su teléfono lo enviaba al buzón.

Tuvo un mal presentimiento, por lo que decidió cerrar temprano e ir a buscarla al departamento.

Se trasladó a toda prisa y, al llegar frente al edificio, oprimió el timbre en repetidas ocasiones. Su preocupación creció al no obtener respuesta.

Con los hombros rígidos, se sentó en una esquina de concreto de una jardinera. Aunque intentaba pensar en qué hacer, sus pensamientos se volvían más pesimistas con cada minuto que pasaba.

Miró la pantalla estrellada de su móvil y, justo iba a volver a marcar el número de Ariadna, su teléfono vibró.

—¿Bueno? —respondió él con voz temblorosa.

—Nathan, estoy en la avenida Prado, a unas cuatro calles de mi casa. Adriel tiene algo de temperatura y mucha congestión. Le dan nebulizaciones. Hoy no iré a trabajar.

—Estoy af
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