Capítulo 106

Al encontrarse, se besaron con ímpetu, como si el mañana no existiera. Entre jadeos y una lucha de lenguas y saliva, Nathan se dejó caer en el sofá.

Ariadna se puso encima de él sin titubear. Él la sostuvo por las caderas, mientras sus labios continuaban con un beso desesperado.

—No hagamos mucho ruido —susurró al separarse para recobrar el aliento.

—¿Qué? —El entrecejo de Nathan se frunció un poco, ya que no entendió a lo que se refería.

Ariadna desvió la mirada con las mejillas encendidas. ¿Acaso él no quería…?

Exhaló y se quitó de encima, abochornada. Enseguida sintió los labios húmedos de su exesposo en su hombro desnudo, que avanzaban sin tregua a su cuello, su mejilla y de nuevo a su boca.

Las grandes manos de Nathan acariciaban el cuerpo de Ariadna sin pudor. Había fantaseado con ese momento durante tanto tiempo.

Casi de manera automática, se quitó la playera. Sus ojos, nublados por el deseo, vieron con claridad cuando ella sacó de la bolsa de su pijama un paquetito plateado.

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