Capítulo 108

Cuando terminó su jornada laboral, Nathan se encontraba en piloto automático. No respondió el saludo de los locatarios vecinos y recordó que estuvo a punto de dar un cambio de más.

Subió al transporte con la mirada fija en la ventana, sus errores pasaban uno a uno en su mente.

Maldijo su vida y deseó nunca haber nacido; así se habría evitado tanto sufrimiento.

Al bajar del bus, estuvo a punto de tropezar. Avanzó distraído hasta el departamento de Ariadna, quien bajó personalmente a abrirle la puerta de seguridad.

Nathan sintió un breve respiro de calma en el instante que los labios de ella rozaron los suyos.

—¿Estás bien? —preguntó ella, angustiada al ver el rostro descolorido y la postura rígida de Nathan.

—No —admitió él.

Ambos subieron por las escaleras. Al llegar al tercer piso, Nathan vio al pequeño niño que jugaba con plastilina en el suelo.

—¿Quieres hablar? —murmuró ella.

Nathan negó con la cabeza y le dedicó una sonrisa a su hijo, como si todos sus problemas se quedaran fuera
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