Al verlo ir hacia la puerta, me entró el pánico.—Mateo —grité de una vez.Él se detuvo, se dio la vuelta y me miró. Suspiré y, frente a él, me quité el abrigo.Este camisón semitransparente lo compré cuando salí de compras con Valerie. Ella también compró uno, color rojo brillante, y el mío era negro. Recuerdo que la primera vez que lo usé fue cuando Mateo salió por trabajo, y no estaba en casa. Pero, esa noche, por alguna razón, él regresó de repente. Todavía recuerdo la forma en que me miró esa noche.Sus ojos eran oscuros, aterradores, como si fueran a devorarme. Desde esa vez, nunca volví a ponerme este camisón. Esa noche, su mirada me asustó.Igual que ahora, sus ojos me miraban fijamente, con la misma intensidad, como si quisiera devorarme. En ese momento, no entendía qué significaba esa mirada. Ahora, después de haber tenido tantas experiencias juntos como pareja, entiendo que esa mirada significaba deseo.Si todavía siente deseo por mí, entonces todo estará bien, lo que me
Él comenzó a quitarme la ropa.Lo empujé otra vez:— ¿Entonces podrías transferirme el dinero ya?— Espera un momento... — Mateo besó el lóbulo de mi oreja, y con una voz rasposa dijo.—No te voy a mentir.Sabía que no me mentiría, pero no tenía tiempo, de verdad. Lo empujé y, en voz baja, le dije:— Mándamelo ya, lo necesito ya porque yo...Mateo se molestó, era obvio, y el deseo en sus ojos casi desapareció. Tiró de su corbata con furia y dijo:— Aurora, ¿sabes qué estamos haciendo ahora? Me sigues empujando y hablas solo de dinero, ¿de verdad, solo piensas en el dinero?— No es así, Mateo, estoy muy apurada, yo...— ¡Basta! — Mateo me empujó y, con desprecio, dijo —. Lo único que tienes en la cabeza es dinero, no tiene sentido seguir así.— Mateo... — lo miré con los ojos llenos de lágrimas.Él no me miró, parecía muy enojado. Prendió un cigarro, lo fumó y luego, con una risa burlona, dijo:— No te preocupes, el dinero que te prometí, te lo voy a dar.Sacó su celular y, casi al ins
Doña Godines, por fin, se tranquilizó y me dio un consejo:— Señorita, creo que deberías llamar al señor para que regrese. Tienes que mostrarle tu lado más frágil, así él se preocupará por ti. A los hombres les gusta cuidar a las mujeres delicadas. Tú siempre has sido demasiado fuerte frente a él.Me reí. Doña Godines parecía saber mucho sobre estas cosas. Lástima que mi fragilidad no significara nada para él. Lo que pasó ayer en el hospital fue la mejor prueba. Él solo se preocupa por mujeres comprensivas y dulces como su exnovia.¿Cómo iba a preocuparse por una arrogante y obsesionada con el dinero como yo?Cada vez que recordaba lo que pasó en el hospital, mi corazón dolía. Me levanté y me senté frente al espejo.En el reflejo, mis ojos estaban hundidos, mi cara pálida y demacrada. Me reí con ironía. ¿De verdad me había dejado consumir hasta este punto solo porque Mateo no me quería?No, tenía que seguir adelante. Tenía que encontrar un trabajo y ganar dinero.Después de lo que pas
Llegué a la empresa de Mateo.Ya había pasado una hora desde que terminó el horario de trabajo, así que no había mucha gente en la oficina. Fui directo al piso de la oficina del presidente.Al principio pensé que, si la secretaria estaba ahí, le pediría que le diera la comida. Pero, para mi sorpresa, no había nadie.¿Será que Mateo ya se había ido?Con algo de duda, llegué a la puerta de su oficina y toqué. Pensando que no habría nadie, me sorprendí cuando una voz ronca y conocida salió de adentro:—Pasa.Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Empujé la puerta. Vi a Mateo sentado frente al escritorio, revisando papeles. Se veía serio y concentrado.Mateo siempre había sido guapo, y con el dinero, su presencia era aún más imponente. Ahora, viéndolo tan concentrado en su trabajo, tenía un tipo de atractivo único.De repente, me sentí un poco arrepentida de no haberlo querido antes. Si lo amado de verdad, esos tres años de matrimonio no habrían sido solo recuerdos tristes.Pero, ¿qué import
Camila, de repente, se quejó con Mateo:— Mateo, ¿por qué no me dijiste que Aurora te iba a traer comida? Ahora es como si mi comida sobrara.— No sobra — Mateo tomó el recipiente de comida de ella y dijo con indiferencia.—Voy a comerme lo que tú preparaste—.Camila sonrió dulcemente:— Entonces yo comeré lo que Aurora trajo. La comida que ella trae se ve muy deliciosa, sería una pena desperdiciarla.Mateo no dijo nada.Yo empujé el recipiente de comida hacia Camila y dije, con una sonrisa:— Si te gusta, come más.Después de una pausa, añadí:— Ustedes disfruten su comida. Tengo algunos asuntos que atender, así que me iré primero.Camila preguntó rápido:— ¿No comerás algo?— Ya comí — respondí con una sonrisa y fui hacia la salida.Apenas salí por la puerta, escuché la voz de Camila, otra vez quejándose:— Mateo, siento que Aurora me odia.Mateo respondió:— No le prestes atención.Bajé la mirada, sintiendo un dolor agudo en el pecho que no podía contener. Cuando salí del edificio,
—¡Aurora, de verdad eres tú! —Camila me miró con una expresión exagerada—. Pensé que esa espalda parecía la tuya, ¡y pues resultó ser cierto! ¿Por qué estás sentada sola en la acera?Si Camila estaba aquí, ¿entonces Mateo también?Efectivamente, Camila jaló a Mateo desde detrás de mí.—Mateo, mira, ¡es la señorita Aurora!Mateo me miró en silencio, sin expresión en su cara, como si yo fuera una completa extraña.Camila de repente agitó su brazo y dijo con tono de coqueteo:—Ay, Mateo, después de todo, ella es tu exesposa. Al menos salúdala.Al escuchar eso, me sentí incómoda. Estaba a punto de buscar una excusa para irme cuando Mateo le dijo a Camila:—Vamos, ¿no tienes prisa?—Ay, ahora no hay prisa —Camila tomó mi mano y me sonrió amablemente—.—Ayer vi un collar de edición limitada, y Mateo insistió en comprármelo. Aurora, ¿por qué no vienes con nosotros? Podrías ayudarme a decidir si vale la pena comprarlo. Cuesta doscientos o trescientos mil, o más, no me acuerdoBajé la mirada, s
Mateo nunca fue mío, así que nadie me lo podía robar. Sin embargo, incluso sabiendo eso, el recuerdo de encontrarme con ellos en la calle hoy todavía me hacía sentir profundamente triste.Por la noche, me preparé y estudié un poco sobre los puestos para los que había enviado mi currículum. No podía creer que no pudiera encontrar un trabajo común y corriente. Pero, la cruda realidad es así. Aplasta tus sueños, destruye tus ilusiones.Pasaron dos días sin que ninguna empresa me llamara para una entrevista. Mi bandeja de entrada estaba vacía. Por un momento, comencé a cuestionar mi vida.Valerie me consoló diciendo:—No es tu culpa. Definitivamente es porque eres demasiado talentosa y tienes un título demasiado alto. Ellos piensan que estarías desperdiciando tu talento en ese tipo de trabajo.No pude evitar reírme y llorar al mismo tiempo. Valerie sabe cómo consolar a una amiga.Luego añadió:—Espérame un tantico. Cuando tenga éxito en el entretenimiento, te llevaré conmigo.Justo despué
—¡Ahhh! ¡¿Aurora?! ¿No es Aurora?Alan apareció, de repente, frente a mí, bloqueándome el camino.Al levantar la vista, vi a Mateo detrás de él. No sé si es que tengo mala suerte o qué, pero siempre que no quiero ver a Mateo, es cuando me lo encuentro. Y cuando realmente necesito pedirle dinero, parece un fantasma.Alan me miraba, sonriendo.—Aurora, ¿estás bien? La noche del evento de baile te fuiste de la nada, estuve preocupado por ti un buen rato.Por dentro, me reí sarcásticamente. Este Alan tiene mala leche, aquella noche en el evento de baile, me metió en un problemón y ahora tiene las agallas de decirme esto. Mateo, de repente, dijo, con una sonrisa en los labios, pero con una mirada que me heló la sangre:—Aurora... Vaya, no sabía que ya eran tan cercanos.Mateo se rio de una forma que me puso la piel de gallina. Ya sospechaba que entre yo y Alan había algo, pero, ahora, con esto, parecía más evidente. Con esa forma en la que me miró, supe que no pensaba en nada bueno. Pens