76: Propuestas

Cuando la cena estuvo casi lista, Leonardo apareció en la cocina con Charlie en brazos. Alessa los miró enseguida. Agatha sonrió.

—Es evidente que se llevan muy bien.

—Ya somos socios. ¿Verdad, campeón? —Leonardo le dijo al niño y el niño asintió—. Ahí lo tienen.

—Oh, ya vuelvo. En un momento, ¿sí? —exclamó Agatha.

La pelirroja menor señaló una de las ollas en la hornilla encendida.

—¿Y eso, ma?

—No te preocupes por eso, Alessa. No se va a quemar ni nada.

—Sí, claro —ironizó, viendo a su madre salir de la cocina. Miró a Gold sentado en la mesa, con Charlie en sus piernas. Su hermano ahora tenía cara de llanto.

—Los niños son manipuladores. Tu hermanito no es la excepción, sabe manipular con el llanto —comentó Leonardo, observando a Charlie con suspicacia. El niño quería que se levantara y lo meciera de pie, pero no lo hizo. En cambio, se explayó en la silla y empezó a tocarle la nariz con un dedo.

Alessa estaba mordiéndose los labios y el pulgar mientras lo veía fijamente. Se acercó y
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