Justo cuando empezaba a sentirme bien, otra oleada de dolor comenzaba de nuevo contra mi cuerpo, aquella criatura, cada vez que me lamia, sentía como mi pecho ardía, gritaba, pataleaba y trataba de alejarlo, este ni se inmuto y siguió con su trabajo hasta que aquella voz hablo:
—Ya te puedes retirar —Dijo sin más y la criatura desapareció en un manto de humo negro.
Aquel hombre, de voz grave y ronca me ha tenido encerrada desde hace cinco años y no ha dejado de torturarme. No he podido conciliar el sueño porque temo que en algún momento me mate.
Ese ser, se encontraba sentado, concentrado en sus pensamientos, hasta que me dirigió la mirada por primera vez en ese día, con esos ojos rojos como la sangre, y un rostro penetrante. No me ha tocado un pelo, solo me ha gritado improperios, aún no ha llegado a lo físico todavía...
—No te quedes ahí sentada como estúpida, levántate y regresa a tu habitación, aun no acabo contigo —Torció su boca a modo de sonrisa con una expresión espeluznante.
Salí corriendo de la sala y llegué a mi dormitorio, no quería saber qué otras cosas estaban planeando hacer conmigo. Me acosté en la cama, me envolví con las sábanas y me hice un ovillo, tratando de pensar en todo menos en lo que iba a sufrir.
Para mi mala suerte, llego en menos de cinco minutos, ese hombre entro en mi habitación con objetos... De... Tortura... Así que el gusto de dañarme mentalmente no le bastó, ¿qué es lo que piensa hacer?
—No te me quedes viendo levántate —su voz mostraba satisfacción al ver mi rostro teñido en lágrimas —¡¡que te levantes!! —me agarro del cabello, me tiro al suelo, y yo obedecí de inmediato, pero algo no iba bien, el rostro de mi verdugo se mostraba extasiada, pero en segundos volvió a ser la misma momentos antes de correrme de la sala.
—Desvístete —aquello me sorprendió de sobremanera.
¿Desvestirme?, ¿qué está pensando hacer? No sale ninguna queja de mi boca, si lo hago, otra vez mandara a una de esas criaturas para volver a dañarme, o algo peor, así que obedecí y me quite el vestido holgado que tenía, mis senos le saludaron a ese hombre, en esos momentos no tenía sostén.
— ¿Qué me vas a hacer? —pregunte con miedo, él ni siquiera me miro, pero por su expresión sé que esto acabara mal por andar de boca suelta.
—Eso es algo que no debes preguntar —sentí como me daba una bofetada tan fuerte que terminé cayendo en la cama —Solo cierra esa estúpida boca, eres una simple mujer –tan pronto como caí él se puso encima de mí.
Me dedicó una mirada llena de sadismo, y en ese momento noté que se estaba desvistiendo, no sabía en qué pensar, estaba en una especie de trance, solo salí del mismo cuándo sentí un dolor fuerte en mi interior. Y como no sentirlo, si su miembro estaba dentro de mi intimidad, yo trataba de soltarme de su agarre, pero cada que lo intentaba me daba una bofetada, tan solo me penetraba con rudeza.
—De...detenté —apenas y sí podía hablar, estaba jadeando, la sensación era insoportable me había partido en dos, comencé a sentir pesadez en mis ojos, pero no podía desmayarme, no quiero darle ese gusto a él, pero simplemente cerré los ojos.
••
Despierto toda sudorosa en la oscura habitación, entro en pánico preguntando que va a suceder, me levanto de la cama y voy tan rápido como puedo a encender la luz. Cuando el lugar se ilumina suelto un suspiro de alivio. —Solo era otra pesadilla —me dije en un simple murmullo —pero no dejó de tenerlos, esto me va a volver loca –lo primero que hago es salir de la habitación e ir por algo de comer, suerte la mía que mi hermana había dejado un poco de pastel, así que tome una rebanada y regrese a la cama a comérmelo. Este tipo de sueños ya no sucedían desde hace dos años y medio, ¿por qué ahora? Al día siguiente, me sentía fatal por la falta de sueño, no me podía concentrar en la clase de aritmética por más que quería. Cuando se acabó la clase tuve que ir al baño a lavarme la cara, sin darme cuenta de que alguien estaba ahí. —Oh, así que aquí estas…— Me saca de mis pensamientos la voz extrañamente preocupada de Julia, la chica más zorra del instituto, se les insinuaba a los hombres y m
Mis ojos se abren más como platos, y es que la verdad jamás pensé que tenía ese tipo de problemas, siempre creí que era una niña rica y mimada que solo le importaba ella por encima de las demás personas, aunque ahora que lo pienso… Esas dos semanas que no me había molestado, se veía como si estuviera fuera de sí. Ahora mi pregunta es: ¿de qué quiere hablar si no es de esto? —He tenido pesadillas recurrentes desde hace cuatro años. —Me mira sabiendo que yo también las sufro. —En estas pesadillas… te encuentras tú, no sé si tú también las sufres, pero quiero confirmar algo. — ¿Q…qué quieres confirmar? —mi voz se vuelve un susurro por el miedo, pero también tengo una duda, ya que, en aquellas pesadillas, he logrado ver a otra chica… nunca la he visto a la cara puesto que siempre que la veo, la veo borrosa a causa de los golpes… pero tengo la sensación de su parecido con Julia… Bien… —No sabe cómo formular la pregunta… así que yo rompo el silencio recién formado.¿Tú eres la chica que
De nuevo despierto con los ojos hinchados de tanto llorar por lo mismo, solo que esta vez, me consuela que Julia estuviera ahí conmigo. Baje a desayunar Encontrándome con Verónica en la cocina. —Buenos... —se detuvo al ver mi rostro hinchado y cansado — ¿qué te paso? —Nada, solo no pude dormir anoche —contesté fingiendo que no me importaba. —¿Otra vez la misma pesadilla? —¡rayos!, me acaba de pillar. —...Si... Desde que tenía seis años, siempre le contaba a mi madre lo que soñaba, pero no fue hasta los trece que comencé esa extraña pesadilla, extrañamente, este tipo de sueño parecía que en verdad lo vivía. Podría decir que solo es un sueño de no ser por los hematomas que tengo al siguiente día, eso causó que me llevaran con el medico que tan solo me dijo que no era nada. Solo puedo pensar en una sola cosa: William tiene algo en contra mía, lo que me deja sin cuidado. ¿Porque yo? Yo no le hice nada que yo pudiera recordar, pero lo mejor que puedo hacer es preguntárselo a Julia.
Comencé a retorcerme del dolor que provocaban las criaturas de William. Cuando se esfumaron esas cosas, ese hombre me llevaba a rastras por todo el castillo hasta que llegamos a mi habitación, abrió la puerta y me aventó a la cama. —Qué mujer tan miserable —cada vez se acercaba peligrosamente a mi cuerpo —Aunque me sorprende, otras mujeres ya se habrían suicidado, y el no hacerlo, tiende a que tu sangre sea muy tentadora para mí, tanto que fácilmente te asesinaría para obtenerla... —Era muy tarde, su rostro estaba a escasos centímetros del mío, y sabía que...de esta, no salía. Pasó un cuarto de segundo cuando William empezó a lamer mi cuello, y de un momento a otro sentí una punzada en mi piel, el dolor no se comparaba con el que me provocaban sus criaturas, sentía que iba a desfallecer, algo que era un poco cierto. La posición en la que estábamos le dio la oportunidad de ir más allá que solo esa mordida, sus manos empezaron a desgarrar mi vestido y, cuando quede totalmente vulnera
Habían pasado dos días desde que tuve esa plática con Julia, y ella no apareció en la universidad, y eso en verdad me preocupaba. Tenía que averiguar en donde se encontraba. Al finalizar las clases, salí corriendo en dirección a mi casa, y antes de llegar me tropiezo con una piedra, al levantarme, veo que mi pierna está sangrando por el roce con el suelo. Al llegar a casa, voy directo al baño a desinfectar la herida, suerte para mí que no había nadie ahí, cuando salgo, voy directo a mi cama, pero un ruido me detiene. — ¿Qué es ese ruido? –le pregunto a la nada, cuando volteo hacia la puerta, veo una sombra muy extraña, pero a la vez muy familiar — ¿quién eres? —la sombra solo se queda de pie, y antes de desaparecer, avienta un cuerpo al parecer inerte, en frente de mí. Con el miedo en mis ojos voy hacia el cuerpo pensando en si la persona está viva o muerta, y tal es mi sorpresa ver a Julia ensangrentada e inconsciente, trato de cargarla lo mejor que puedo y la llevo a la cama, tr
Despierta Me levanto exaltada por aquella extraña voz, veo a mi alrededor dándome cuenta de que aún estoy sola, todavía no suena la campana que da fin a la hora del almuerzo, pero uno a uno mis compañeros de salón van entrando y acomodándose en sus pupitres, y veo como Syo se sienta a mi lado. —Lizzy, ¿estás bien? —Pregunta con cierto tono de preocupación en su voz. —Sí, estoy bien, ¿por qué preguntas? —Luces pálida.... —Dijo con un hilo de voz. —No te preocupes, solo es falta de sueño.... — ¿Estas segura? –Pregunta no muy convencida y con su típica mueca de "Aja si, y yo soy un unicornio". —Totalmente —Respondo fingiendo felicidad. ••Al acabar el último periodo, mi grupo sale como caballos desbocados, Syo se despide de mi diciendo que le llame por cualquier cosa, a lo que respondo con un "si" un tanto cansado. Al llegar a mi casa lo primero que veo es a Verónica hacer la cena, voltea a verme en el umbral de la cocina, se acerca a mí y me da un abrazo. —Qué bueno que llegas
Han pasado tres semanas desde que tuve ese escalofriante encuentro con William, y después de eso, ya no he tenido pesadillas, lo cual me alivia bastante, porque así puedo estudiar para mis exámenes. Lo que me tiene sin cuidado, es el que Julia no haya ido al colegio en todo este tiempo. Nadie me ha podido decir a donde habrá ido, y eso es lo que me preocupa. —Lizzy, ¿estás bien? —Syo me pregunta por décima vez en el día mientras se sienta a mi lado. —Si... Algo... —conteste en un susurro —No parece —Toma mi hombro para que voltee a verla —no has dormido bien, tiene que ver con Julia, ¿cierto? —Enarca una ceja Syo no sabe al respecto de las pesadillas, solo sabe de mis últimos encuentros con Julia, y su reciente cambio, y aunque de cierta manera sigue sin convencerle aquello, acepta que de vez en cuando, me vaya por corto tiempo a hablar con ella. —Sí, es por ella —respondo suspirando con pesadez. — ¿No has podido comunicarte con ella? —Pregunta con un deje de preocupación —No,
Despierto de nuevo en la misma habitación de siempre, procuro taparme con las sábanas y cerrar mis ojos por escasos momentos, pero de la nada escucho golpes del otro lado de la puerta que me obligan a abrirlos de nuevo. Me levanto cuidadosamente, y, con sigilo, voy directo a la puerta, en silencio giro la perilla, pero los golpes cesan repentinamente, a lo que yo retrocedo hasta chocar con el ventanal de la habitación. Salgo lentamente del shock y, vuelvo a acercarme para girar el picaporte y abrir completamente la puerta. Asomo mi cabeza por el espacio entreabierto de la puerta, y no consigo ver nada por la oscuridad que predomina en el lugar, doy unos cuantos pasos, y al tratar de acostumbrar mis ojos consigo distinguir una pequeña lámpara. La tomo y compruebo si funciona, y al presionar un pequeño botón, enciende, mis ojos se cierran por la repentina luz, y, corro por el pasillo, hasta visualizar una línea de luz proveniente de la habitación que esta frente a mí, y sin hacer ruid