Ana me empujó —dijo Gabriela, siendo la primera en hablar ante la mirada de Alexander, se puso de pie llora y se colgó del cuello de Alexander. Yo, ciertamente, me sentía paralizada en el suelo, seguía sentada con las piernas fuertemente apretadas. Había caído en mi trasero de una forma dolorosa y sentí un dolor repentino —Estaba tratando de salir y Ana me detuvo para decirme algo, y resbalamos, fue un accidente, estoy segura que Ana no quería hacerme daño —continuó Gabriela de forma superficial e hipocrita. Había gritado tan dramáticamente que pensé que se había roto la cabeza, pero no era absolutamente nada.

—¿Por qué hiciste eso, Ana? —me preguntó Alexander con rabia, con las mejillas rojas, igual que siempre que se enojaba.

—Ya la escuchaste, fue un accidente —dije desde el suelo, incapaz de encontrar el valor para ponerme de pie.

—Eso… —murmuró Alexander, pero mejor se calló—. Pide disculpas a Gabriela por eso.

Abrí la boca con rabia pero sin decir nada.

Alexander ahora me trat
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