158| Alex.

Yeison había dado en el clavo. Haber secuestrado a Alfredo era una lotería que no sabíamos si podría resultar a nuestro favor, pero así había sido. Habíamos tenido suerte y había resultado. Ahora teníamos que aprovechar esa ventaja.

me puse de pie con una extraña sensación en el pecho. Comprendí entonces que todos no éramos más que niños, atrapados en un juego que se repetía una y otra vez. Teníamos miedo de Máximo por lo que era capaz de hacer, y ahora él nos tenía a nosotros por lo que éramos capaces de hacer. Era un círculo interminable que se repetía una y otra vez. Pensé que la única forma real de terminar con todo era romper ese círculo, pero por el momento, lo único que tenía en mente eran mis hermanos.

Me puse de pie, caminando por la sala. Máximo, al otro lado de la llamada, se hizo esperar un largo segundo.

— ¿Qué es lo que quieres? — me preguntó.

— Creo que es bastante obvio, ¿no? Quiero a mis hermanos, y te prometo que no le haré daño a tu chico si ellos están a salvo.

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