108| Alex.

Tuve que mover cielo, mar y tierra para convencer a mi hermano de no ir a la fábrica ese mismo día.

Estaba desesperado, furioso, y quería encontrar a papá lo antes posible, pero yo me sentía tan cansado que no quería más que meterme en mi cama y dormir.

Yo quería enfrentar a esa situación, no huir de ella. Así que, durante esa semana, lo único que hice fue quedarme en casa y descansar.

Mi cara comenzaba a verse desinflamada, y el susto del atentado ya se me había pasado lo suficiente. Le había escrito a Ana Laura; también la llamé, pero nunca contestó.

Me había dicho que ese día traería a mis hijos para que conocieran a su hermanito Esteban, pero la mujer había desaparecido como si, después, se hubiese arrepentido del arrebato emocional que tuvo cuando pensó que yo estaba herido.

O tal vez el desgraciado de Federico se lo había impedido; no sabía. Pero ahora que comenzaba a recuperar las energías, estaba dispuesto a ir a ver a mis hijos y a preguntarle qué era lo que había pasado.

Sol
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