2

CELESTE

He recibido la llamada a la que tanto le temía que llegara; la universidad me está solicitando desde ya el pago para el semestre que se avecina. Sé que si quiero conservar un cupo en la carrera, tengo que adelantarme desde ya a cancelar. Mis planes eran de pagar hasta el mes que viene, pero me han dicho que para entonces habré quedado fuera del sistema.

Estoy desesperada y no sé qué hacer.

Precisamente la jefa nos ha comentado que la mesera que tenga más ventas durante este fin de año se llevará un incentivo económico bastante alto, cosa que quizá yo no logre porque no soy de este lugar y no conozco a muchas personas que digamos, nada más a mis compañeros de facultad y a mi novio que ni siquiera está de acuerdo con que yo sea una simple mesera.

Si tan solo le hubiese comentado mi problema a aquel buen hombre que quiso saber si estaba bien cuando me miró desorientada, seguro que él me hubiese ayudado a conseguir clientes.

¡Ah, Celeste, eres tan estúpida que no sabes aprovechar las oportunidades que la vida te presenta! —Me recrimino a mí misma.

Le llamo a mi novio para que me haga un préstamo, pero este nunca coge el teléfono. Esa es una mala manía que tiene, pero yo lo comprendo porque él se la pasa estudiando todos los días y eso me alegra mucho. En varias ocasiones me han insinuado que él tiene una novia oficial y que yo solo soy una más de su colección, pero yo no les creo, aunque nunca me hable de su familia, pero estoy segura de que me ama a mí y no existe otra chica que lo vuelva loco, eso me lo ha confirmado él mismo.

Falta tan solo una semana para Navidad, y mientras muchos estén celebrando con sus familiares, yo estaré sola este año. Solía vivir con mi hermano, pero desde que se casó decidió apartarse de mí y su esposa me pidió no volver a molestarlo, ni siquiera él se ha tomado la molestia en llamar y preguntar si su hermanita menor se encuentra bien.

Una lágrima resbala por mi mejilla al pensar en ello, sin embargo, he prometido salir adelante sin su ayuda y en el futuro espero encontrármelo y demostrarle lo fuerte que he sido y sigo siendo.

Así pasan dos días y el hombre sexi y guapo no ha vuelto a venir por su dosis de café. Creo que se ha ofendido porque prácticamente le dije que no se metiera en asuntos que no son de su incumbencia.

Ah, hemos perdido a un buen cliente. Solo espero que mi jefa no se entere de mi trato hacia él, porque seguro me despide de inmediato.

―Celeste, el cliente de la mesa catorce, quiere que lo atiendas personalmente. ―Me informa mi compañera.

―Ah, ese debe ser mi novio que por primera vez se ha dignado a visitarme en el trabajo. ―Le digo con una sonrisa y voy de prisa mientras me arreglo un mechón de cabello que se ha salido de mi coleta.

Mi sonrisa se borra al acercarme, pues, no es mi novio el que me espera, sino el hombre guapo que ni siquiera me observa por estar con su vista puesta en el celular.

―Perdone, me han enviado para que lo atienda a usted. ―expreso, tratando de disimular mi decepción al saber que no es quien yo me imaginaba.

―Yo mismo he pedido que venga, por favor, siéntese un momento para que hablemos de algo muy importante. ―Pide, como siempre, muy amable.

―Pero…

Trato de explicar que estoy en horas de trabajo y tengo prohibido hacer lo que él me está pidiendo.

―No se preocupe, he hablado por usted y podemos hablar con calma. ―comenta, como si haya escuchado mis pensamientos.

Yo me pregunto en qué momento ha llegado y ha solicitado directamente con mi jefa unos minutos conmigo.

―Dígame, ¿en qué le puedo ayudar? —le pregunté.

―Quiero saber si arreglaste el problema que tenías hace unos días. ―pregunta, colocando su mano en el mentón y acomodándose en la mesa.

―No tengo ningún problema, no sé de dónde saca esa imaginación. ―respondí tratando de no mostrarme en urgencia.

Él sonríe de lado como si supiera lo que está sucediendo. 

―Iré al grano de esta conversación, pagaré el resto de tu carrera si aceptas fingir ser mi novia durante la Navidad. ―Habla como si fuese algo normal de tratar.

―¡Qué! ―exclamé, más que sorprendida por su propuesta, me siento ofendida de que haya estado investigando mi vida privada.

―Así mero como lo escuchaste, si aceptas mi propuesta, te prometo que hoy mismo haré el depósito y te ganarás el respeto hasta de los rectores.

Quiero negarme ante tan tentadora oferta, pero he dicho que haré lo que sea con tal de obtener el dinero y salir adelante con mi carrera de psicología.

―¿Qué hay que hacer?

―¿Aceptas? ―cuestiona, alzando una ceja y volviendo con esa sonrisa estúpida pero encantadora.

―Depende ―carraspeé mi garganta para que mi voz suene firme ―no quiero lanzarme al abismo sin antes conocerlo. ― Finalicé.

Él me explicó que su familia está en casa por la Navidad y quieren conocer a su novia, pero al no tener una y saber que yo estoy necesitada de dinero, ha pensado que ambos saldremos beneficiados.

―Está bien, acepto. Con la condición de que en la noche de Navidad me quedaré en su casa y dormiremos separados, aunque sea dentro de la misma habitación.

―¿Esa es tu única condición? —arquea su ceja, sorprendido.

―Por ahora, lo es.

―Bien, entonces frente a ti transferiré el dinero a la cuenta de tu universidad y diré que soy tu tutor, con eso bastará para que todos te respeten.

Yo me he quedado sorprendida con la velocidad de este hombre, en un segundo ya me había pedido mis datos personales y había hecho efectivo el pago de los dos años que aún me faltan por terminar.

―No entiendo, ¿por qué lo ha hecho de inmediato?—pregunté.

―¿Acaso esperaré a que te arrepientas? Ahora estás amarrada conmigo y no será fácil que te sueltes.

Ahora harás lo que yo te pida. Te irás a tu casa temprano y te arreglarás porque te llevaré a cenar con mi familia. Será una sorpresa para ellos cuando les presente a mi novia.

Después de un par de palabras más, el hombre guapo se marchó. Yo me he quedado sonriendo, pero de los nervios y la locura que acabo de hacer.

He aceptado ser la novia de un desconocido y este ha gastado una fuerte suma de dinero en mi facultad, por Dios, esto es de locos y creo que ambos lo estamos.

El reloj marca las seis de la tarde y yo aún estoy en el trabajo, creo que ni me quedará tiempo para ir a mi departamento y cambiarme de ropa, ya que la cena es a las 7 de la noche y mi novio falso pasará por mí faltando solo unos minutos.

Finalmente, no logré salir a tiempo y le envié un mensaje de texto al señor Bastian para pedirle que me recoja en la cafetería.

―¿Irás vestida de esa forma a la cena con la familia de tu novio? ―pregunta con una sonrisa de lado.

―Lo siento, pero no pude salir más temprano. Si te da vergüenza, podemos dejarlo para otro día. Prometo que entonces sí me arreglaré como una chica guapa y digna de usted, señor exigente.

―No te preocupes, ya eres hermosa y me importa un bledo lo que ellos piensen de ti, solo que te suplico que digan lo que digan, no te ofendas, estaré contigo y sabes cuál es nuestro trato.

―Me asustas.

Le dije con sinceridad.

Llegamos al restaurante, él dijo que su familia ya estaba esperándonos. Pero yo no me imaginé que solo lo esperaban con alegría a él y a mí… a mí me mandarían al demonio.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo